"En la adversidad conviene muchas veces tomar un camino atrevido"
Séneca (2 AC-65)
Filósofo latino
Me habló de Elena y la definió como la mejor jefa que había tenido desde que empezó a trabajar allá por el final de los 90; sí, en el siglo pasado, pensé.
Creo que era una persona que describe de manera muy al detalle las características puras de un profesional resiliente.
Jose resaltaba de ella su actitud positiva. Siempre. Daba igual las circunstancias desafiantes de la navegación en la empresa. Creía en ella y en su equipo, y estaba segura que tenían capacidad para ir superando los obstáculos que la vida les iba proponiendo.
La recordaba también como una persona de gran adaptabilidad. Flexible cuando tocaba acomodarse a los cambios, rígida cuando el timón debía dirigirse con firmeza y no había necesidad de virar. Ella lo veía y sabía cómo adaptarse. Y era una maestra en buscar y encontrar soluciones alternativas cuando enfrentaban contratiempos, que no era en pocas ocasiones.
Proactiva, con ingenio y creativa en las soluciones. Era innovadora en buscar caminos diferentes en cuanto la marea tornaba en marejada.
Y también definía su resiliencia la manera en la que Elena controlaba sus emociones, independientemente del entorno, a veces hostil, siendo muy consciente de sus propias emociones, gestionándolas, construyendo puentes con ella misma y diseñando con colegas, proveedores y clientes unas relaciones firmes y positivas. Empatía, respeto, comprensión definían su manera de interactuar con los demás.
Y su liderazgo resiliente se veía también en un rasgo bañado de humildad. No dudaba en buscar, generar y obtener apoyo en le prójimo. Sabía cuando tocaba apoyarse en la familia, los amigos, los colegas o no pocas veces buscando apoyo en mentores o psicólogos que le daban asistencia en tiempos convulsos y difíciles en general para el negocio o en particular para con ella misma.
La recordaba, aún así, siempre optimista. Era fuerte y creía ante todo en su capacidad. Lo malo, el contratiempo, siempre lo tildaba de temporal. El optimismo era pura energía que le llevaba a superar la adversidad. Todo lo mezclaba, la proactividad, el control, la humildad... nada funciona por sí mismo, sino que todo interactúa con todo.
Le pedía a Jose que me dijera cómo la recordaba el peor año para la empresa, la verdad que fueron dos, y ambos dudamos de si hubiéramos salido, tal cual, si ella no hubiera estado liderando el proyecto.
Me dio la razón. Elena confiaba plenamente en sus habilidades y capacidades; y esto le ayudaba a llevarnos en volandas a enfrentar los diferentes problemas y obstáculos. Los contratiempos eran para ella oportunidades de crecimiento, y siempre estaba abierta a enfrentarse a todo lo nuevo, buscando la mejora, o mejor dicho, la auto-mejora.
Y no dejó nunca pasar la oportunidad de cuidarse en toda dimensión. Mantenía a raya su bienestar físico, a diario. Cuidaba la parte emocional y mental. Deporte, lectura, meditación, formaciones... Y alentaba a no desdeñar la cara espiritual del ser humano, teniendo un motivo más allá del terreno. Todo en su conjunto le llevaba en andas, le ayudaba a relajarse y le mantenía con la suficiente energía para empujar y tirar de todo y de todos.
Sí; era resiliencia per se. Positiva, flexible, proactiva, inteligente emocional, humilde, optimista, capaz, confiada y confiable, cuidadosa en los detalles y de sí misma, en cuerpo y alma.