"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.


Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.


Será vuestro mundo, vuestro camino..."

domingo, 12 de mayo de 2024

LA META Y NO EL CAMINO ES LO QUE IMPORTA EN EL ARTE DE NEGOCIAR

"El conquistador no busca la unidad, sino la totalidad, 

lo que significa el aplastamiento de las diferencias"


Albert Camus (1913-1960) 

Escritor francés




Gregorio era para mí como un padre dentro del ámbito profesional. "Siempre que nos veíamos era como volver a la escuela".- pensaba yo, cuando tras un rato de tertulia me inundaba de sabiduría y experiencia de vida.

Para él el tema de dirigir nunca estaba en la vida del todo definido. Tenía un gran componente de arte. Si tuviera que definir como trabajaba con su gente, os diría que creaba equipo con mucha facilidad. Dejaba la gestión para los directores; a los profesionales, como él decía. Siempre, en cambio, se volcaba en ofrecerles disponibilidad y  se mostraba siempre solidario con su tiempo y su sapiencia.


Sabía que su misión era la parte institucional, estratégica, y no la descuidaba. Pero el resto de su tiempo estaba muy pendiente de lo que pudiera aportar al equipo. No metía los goles, me explicaba, pero posicionado desde el centro del campo veía el pase, el pasillo, y continuamente lanzaba la bola para que especialistas atacaran, asistieran y acabaran desequilibrando el marcador inclinando el mismo hacia su lado.

Una máxima: "Intenta que la política no interfiera con la gestión, Edu". Siempre me decía que la parte gobierno, política, debía de suavizar y servir de catalizador, pero nunca de freno de mano a la parte ejecutiva.


Cambiamos de tercio, y la conversación nos llevó a charlar sobre negociación y resolución de conflictos. Para Gregorio negociar era la única vía necesaria para alcanzar acuerdos. Y partía de la base que de inicio era indispensable tener claro el objetivo. Lo importante, diferente a otros muchos ámbitos de la vida, no es el camino sino la meta.

Y relativizando el camino, para mi colega, cada etapa no debe ser de vida o muerte. Simplemente cada etapa es un paso más, un acercamiento a lo que verdaderamente importa, el objetivo final. Y para culminar un acuerdo es necesario que las partes durante el camino hayan cedido, hayan concedido, y se hayan reconocido.

Cualquiera y en cualquier momento no está preparado para negociar. Conlleva tener unas cualidades, que si no se tienen de inicio conviene entrenar para adquirir. Como todo, aunque conocemos siempre profesionales con un don natural, a negociar se aprende negociando. Porque se trata de empatizar; reconocer que no se negocia entre enemigos. Se trata de saber combinar visiones complementarias para llegar a un buen acuerdo final. Es como andar juntos para llegar a la meta, siendo capaces de reflejar en el acuerdo final lo máximo posible de las visiones de todos los que forman parte de la negociación.

Me alumbró sobre la diferencia entre un acuerdo de paz y una rendición. Todos hemos conocido el directivo que parte del supuesto que para cerrar un trato debe de derrocar todos los supuestos de la otra parte; para Gregorio no estamos ante la figura de un negociador sino que claramente en ese caso es un conquistador.

Ceder. Un término complicado, en peligro de extinción, y olvidado en un mundo cada vez más polarizado. "No lo olvide, amigo. El ceder resuelve conflictos. La eficiencia va en contra de la polarización. Se trata de alcanzar consensos, acuerdos. Esto es de verdad Política con Mayúsculas."

Me dejó pensando en que siempre se trataba de pactar, disponer de capacidad de negociación, conciliación y concretar las ideas finales en modo consenso. Sin negociación, ni cesión, se está ante una conquista por un lado y una rendición por el otro.

Y el proceso debería ser otro. Cada cesión no debería ser una batalla, sino constructivamente cada cesión debería ser un paso compensado con sucesivas cesiones por ambas partes. 

"Deberían tener un carácter instrumental, y no ser una cuestión de principio. Esto ayudaría a acuerdos definitivos, que es lo que realmente se busca.".- me dijo.


La importancia de la preparación. Me recomendó nunca improvisar. Peligro. El proceso de la negociación es lo contrario a la aventura. Siempre debemos conocer dónde queremos llegar. Hasta dónde podemos llegar. Querer y poder; límites diferentes que marcan nuestro ámbito de negociación.

Y atentos a los mensajes durante el proceso mismo de la negociación. Y aunque no improvisemos, debemos darle importancia a la intuición. Mirar a los ojos a la otra parte, estar atentos a los tonos de voz, a los gestos, procesando pequeños datos y también gracias a la experiencia, saber lo que está pasando por la cabeza del otro. Eso sí, habiendo hecho los deberes y conociendo lo máximo sobre la otra parte. Todo lo que se pueda saber es poco.




Terminamos departiendo sobre una zona que conoce bien, porque nació en ella, la cual será testigo de mis próximas vacaciones, Dios Mediante. Siempre es bueno alguien del terreno para que te aconseje excursiones, temas imprescindibles que ver y algún que otro buen restaurante; de esta manera se dispara sobre seguro y se aprovechan mejor los días de ocio y descanso.

Yo por mi parte seguí pensando de camino a casa sobre el tema de los objetivos compartidos y claros a la hora de negociar, la cesión durante las etapas del camino, el respeto a la otra parte y la importancia de no escatimar nunca el esfuerzo a la hora de prepararse, conociendo nuestros límites y conociendo los límites del resto de los componentes que deben de llegar sanos y salvos a una meta que merezca la pena para todos, una vez entendido el concepto de acuerdo vs conquista.

domingo, 5 de mayo de 2024

LOS RETOS DE UN BUEN GOBIERNO

"Como la dicha de un pueblo depende de ser bien gobernado, 

la elección de sus gobernantes pide una reflexión profunda"


Joseph Joubert (1754-1824) 

Ensayista y moralista francés



Le rondaba en su cabeza, una vez que dentro de su objetivo no había otra idea que la de seguir creciendo, cómo poner en marcha un consejo de administración de verdad, más allá del papel firmado...

Aprovechó que tenía cerca a Alfonso, y Jaime habló con él sobre el tema. Retos y no pocos tenía por delante, y necesitaba aclarar cuales eran y pensar en que si no lo hacía bien la herramienta podría convertirse en todo un infierno en lugar de una ayuda a gobernar para el futuro.

En primer lugar, no es cuestión de moda, sino de entender bien las funciones del mismo, tomando decisiones correctas de responsabilidad, equidad y transparencia en cuanto los propietarios familiares han delegado en el consejo el gobierno del mismo, y por tanto requieren que éste rinda cuentas de sus decisiones y de su gestión.

Alfonso le comentó que no se debe confundir el consenso necesario respecto a que todos deban opinar lo mismo. A veces hará falta votar, pero una vez visto el tema de mayorías, la aceptación de buen grado es necesaria. No se trata de ceder y guardársela a algún consejero para la próxima.

Está claro que el consejo debe estar preparado para su función de control y seguimiento, y esto necesita formación, preparación y rodaje. Y no se trata de controlar todo; eso forma parte de la función del comité de dirección, con un buen cuadro de mando. Se trata más bien de controlar lo que es CLAVE.

Y por supuesto, apuntilló Jaime, con el beneplácito de Alfonso, que habrá que asegurarse en no perderse en cuestiones de lo que en interno se describía como "temas de nivel tornillo", sino asegurar el debate estratégico que proyecte la empresa de cara al futuro. Luces largas, gafas de ver de lejos, validación con el orden del día de que se transita por la misión y visión de la familia empresaria.

Alfonso siempre ponía el énfasis en la eliminación de agendas ocultas. Qué analizar, qué debatir, qué decidir. Y tener claro el reparto para que cada palo aguante su vela: los accionistas, el equipo directivo y el propio consejo debe saber cuales son sus cartas y qué le toca decidir, sin confundirse cuando las mismas personas, a veces, coinciden en los diferentes tableros del juego.

Durante un rato Jaime habló y contó de algunas cuestiones que estaban mezclando emociones y tradiciones, sin dejar tomar decisiones basadas en datos y hechos objetivos. Claro que los valores familiares deben ser trasladados a los valores de la empresa, le dijo Alfonso, pero eso no significa que deban confundirse con sensaciones y decisiones particulares que no dirijan a la empresa vía estudio de la realidad, de los hechos objetivos y la información veraz contrastada que corresponda.

Además, el puesto en el consejo se debe ganar por meritocracia y no llenar nunca las sillas de personas que no tengan las capacidades y experiencias adecuadas sin aportar valor al mismo. No se olvide que el consejo de administración es el jefe del CEO y de su equipo directivo; por lo tanto, debe ejercer un apoyo profesional y dar ejemplo de que sabe lo que hace, siendo esta parte fundamental para que la dirección y la lucha por el proyecto sea un trabajo sin condiciones.

No hay atajos en la confección del consejo. Ni gente que no de la talla ni muy joven para aprender del negocio; no es una escuela. El nuevo talento familiar tiene que aprender a bregarse fuera de este órgano, incluso fuera del comité de dirección. Jaime pensaba que incluso fuera del ámbito de su empresa familiar. Ni competir con consejeros experimentados ni darles el sillón con la opción con voz, pero sin voto. Formación y capacitación de fuera a dentro, y de abajo a arriba. Lo dicho, no hay atajos.

Alfonso estaba muy de acuerdo en incorporar algún consejero externo que aportara valor; siempre vía meritocracia e independencia. Huir de los "yes-man", y contratar consejeros externos definiéndolos como "incómodos".

Por último, ser capaces de separar los temas familiares, emocionales y relaciones interpersonales de los temas de la empresa. Para ello, se debe tener una órgano que trate los temas de la familia (consejo familiar), y solo de la familia, llegando al consejo de administración con todo llorado, aclarado y bendecido.




Siempre Alfonso acababa respondiendo a cuándo y con qué tamaño era necesario un consejo de administración; su opinión, y de esto sabía algo, era cuanto antes mejor. 


"Sin un gobierno potente quizás tu empresa seguirá siendo siempre pequeña".


Jaime sabía que era cierto. Un proyecto de empresa familiar necesita para crecer muchas cosas, pero de inicio un modelo de gobierno robusto y eficiente que logre compromiso y vinculación entre accionistas familiares, directivos y el resto de la plantilla. El glue es el consejo de administración, el cual reforzará la unión mediante la toma de decisiones clave, el control y lanzamiento de su CEO y la protección y crecimiento de su patrimonio empresarial.