"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.


Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.


Será vuestro mundo, vuestro camino..."

jueves, 31 de diciembre de 2020

2021. TRES INGRENDIENTES PARA UNA GRAN RECETA

 "Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, 

si en el empeño ponemos coraje y esperanza"


Alfred Tennyson (1809-1892) 

Poeta inglés



"Dicen que no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista".

Así empezó el discurso de Manuel, para finalizar ese año 2020 raro, malo, que con esta charla terminaba en la empresa de mi gran amigo Paco. Siempre, tras el discurso tenían a bien dar fin a un buen aperitivo, aprovechado para comentar entre colegas que durante el año tenían menos relación, conocer como habían vivido todo lo acontecido en la empresa compañeros de diferente ubicación en el organigrama, saludar al "jefe" en primera persona, etc... Pero este año (otro cambio más forzado por el dichoso virus), el evento concluía tras escuchar a Manu y de esta manera partían, cada uno a su casa, sin un pequeño ágape que endulzara la última tarea del año.

Lo importante era que el mensaje de lo que necesitaban para reconfigurar la correcta dirección empresarial calara; ese era el fin y ya podrían juntarse para celebrarlo más adelante, en alguna ocasión más allá incluso del próximo año, por el año 22; pudiera ser.

Me impactó el minuto de silencio que improvisó, con un réquiem elegante de fondo, triste, respetuoso, tal y como merecía el recuerdo a tantas victimas que han partido por el miserable efecto de este microscópico ser.

Manuel recordó cómo empezaba el año y cómo hubo que adecuarse a la situación. Sin saber, sin poder pisar la oficina, prueba error, prueba error...

El Consejo de Dirección, lo que proponía por la mañana, a veces, incluso lo derogaba por la tarde. Era una situación tan atípica, nueva y aparecida sin previo aviso, que había desbordado al más pintado. "El tiempo fue asentando la nueva situación, y hoy vivimos con máxima incertidumbre, aunque el mar, picado aún, ya no hace peligrar el navío".- concluyó en esa parte Manuel.

Nos recordó y compartió con todos una reflexión:

"Nadie, y digo fuerte y claro Nadie, de todos los que formamos este proyecto ha salido bien parado de este año".

Repasó todos los departamentos, cómo habían quedado los resultados a nivel global, los bonus de compañeros, el variable de los departamentos, los despidos, los ERTEs...

"En esta partida no hay ganadores".- concluyó.

Y pasó a relatar lo que sería el primer gran ingrediente para este 2021.

"Actuar en cada uno de nuestros actos con SOLIDARIDAD.

Es fundamental dejar el "yo" y pasar al "nosotros"; y éste será el pilar central para afrontar ese cambio tan necesario que muchas de las empresas y familias necesitan tras este tremendo repaso que nos ha dado qué sé yo, la naturaleza, el planeta, nuestra codicia...".

Alentó para darnos cuenta que sin una parte todo irá mal, sin cada uno de los participantes del proyecto orientados en el resultado común nada iría bien, es más, ratificó que desde el egoísmo sería muy probable acabar siendo una empresa residual y mediocre.

Pero esto no estaba en sus planes, por lo que pasó a relatar lo que sería el segundo gran ingrediente con el que deberían trabajar en el año que estaba a punto de comenzar. Afrontar el CAMBIO como forma de vida. No es sencillo y todos somos reacios a que nos cambien el paso, nuestras formas de proceder, pero como bien indicó ninguna organización cambia si no lo hace su gente, lo que hoy llaman Capital Humano. Pidió exigencia para cada uno, de manera personal, individual y de esta forma llegar al cambio colectivo.

"Nadie llegará desde fuera para regalarnos nada. Nosotros (refiriéndose a los que forman la empresa, válida la frase para nosotros, ciudadanos) somos los únicos que podremos relanzar nuestro proyecto (empresarial o de vida)".- remató Manuel sobre este tema.

Repasó, en este punto, todos y cada uno de los proyectos en los que estaban embarcados, y alguno más que se sumarían en el próximo ejercicio, aterrizando tras una breve descripción de cada uno de ellos en el tercer reto, el cual debería ser compañero de viaje de los dos anteriormente citados.

Y es que no sería posible trabajar juntos en todos los nuevos proyectos sin unos procesos y departamentos rentables. De esta manera introdujo el tercer y último ingrediente, el de la PRODUCTIVIDAD, con el que completarían la receta para volver a la senda de la rentabilidad.

Todos, sin excepción, deberían mirar cómo aumentar la rentabilidad de sus decisiones, tareas, operaciones... El proyecto implicaría nuevas métricas que impulsaran a los diferentes componentes de la organización a ser más productivos, revisando la cadena de suministro, pasando por todos los procesos de fabricación y cada uno de los departamentos. 

Repasó algunas cuestiones que aunque obvias, siempre hace que las personas recapaciten:

"Conviene no olvidar que mientras nosotros nos paramos, el mundo sigue avanzando.

                                             Mientras dormimos, otros estudian. 

                                                                                    Cuando descansamos, otros entrenan".


Conozco muy bien a la gente de Manuel, la gente de Paco, y parar, rendirse, dormir, descansar, no va con ellos. Se que no les será fácil, pero conseguirán colocar en la ruta correcta su proyecto, siempre lo han hecho; tienen herramientas, instalaciones, pero lo que les sobra es ilusión, ganas y sobre todo, personas preparadas e involucradas con el propósito de la organización. 

Sus semblantes pensativos iban acompañados de actitud combativa, positiva y por lo que posteriormente me comentaron, tras el merecido descanso en familia que el cambio de año les regalaba, tras este duro ejercicio, volverían con más ganas que nunca a enfrentar tan incierto pero también retador año de transición; volverían con ganas de encontrarse a sí mismos, abrazando los retos que Manuel, en su resumen del año, les había avanzado.

Volví a casa emocionado, contento por mi amigo Paco, pensando en cuánto difícil quedaba ahora en las tareas y decisiones del día a día, cuánto recaía en la responsabilidad individual y posteriormente en la colectiva, pero qué importancia tendría el buen uso de los ingredientes que tan de manera práctica, elegante y concisa nos había recetado Manu.


SOLIDARIDAD. Trabajando unidos por un único objetivo.

CAMBIO. Nuevos proyectos para la nueva normalidad.

PRODUCTIVIDAD, PRODUCTIVIDAD Y PRODUCTIVIDAD.


Yo también anotaré estos ingredientes en mi receta del año particular, tienen buena pinta y seguro que servirán para mejorar mi menú del año que hoy, tras las uvas de medianoche, comenzará.

jueves, 24 de diciembre de 2020

CUENTO DE NAVIDAD 2020

"No deis sólo lo superfluo, dad vuestro corazón"


Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) 

Misionera de origen albanés naturalizada india



Tras un año horrible, Fernando se levantó la mañana del 23, día que dedicaba a enviar los mensajes a familiares, amigos y allegados por Whatsapp, desde lo calentico de su casa y su cómodo sillón. Había preparado las listas por grupos, porque aunque no era de enviar un mensaje comodín a todo el mundo, sí que preparaba varios, dependiendo de la cercanía y del ámbito por el que conocía a los destinatarios. Todo muy tecnológico y un poco frío, pero su objetivo era poder llegar a la mayor parte del ecosistema que formaba él y su gente, y aprovechad los medios actuales para hacerlo. Y en lo que una mañana podía dar de sí...

Pero su sorpresa fue mayúscula cuando al incorporarse de la cama, tras revisar varias veces el móvil, no tenía ni línea telefónica y por supuesto, tampoco datos. No podía ser, la red no podía haberse caído el día que más la necesitaba, por lo que saltó hacia la planta de abajo y enfrentándose al rúter verificó que las luces del mismo estaban todas... ¡apagadas!

Reinició varias veces, desconectó y volvió a conectar, llamó sin éxito al teléfono de soporte de su operador sin recibir ni siquiera tono en la llamada, y aun sabiendo que los datos no existían en su aparato, tecleó preguntas en el mismo para que el buscador le diera respuestas, encontrando una y otra vez la frase "error al cargar la página" como contestación a cada una de sus cuestiones...

Desayunó algo alterado, sin explicarse lo que le estaba pasando, y tras una ducha rápida, sin la música de siempre de esa aplicación que le acompañaba cada mañana durante su aseo personal, se vistió dispuesto a salir a la calle para encontrar a alguien que pudiera aclararle la situación.

Al salir a la Plaza de la Iglesia de San Francisco, se encontró con su amigo Jesús, el cual le indicó que ellos tampoco tenían ni teléfono ni internet, pero que había encontrado un mensaje bajo su puerta, y le habían citado en la Plaza, en 15 minutos, por lo que Fernando y Jesús se fueron a ver quién había detrás de este misterioso mensaje.

No se lo podía creer, pero la persona que encontraron en el lugar indicado era Clara, su gran compañera y amiga hasta hace tres meses que por una cuestión de trabajo los había distanciado. Tras la promoción de Jesús, Clara sintió que ese puesto era para ella y que no se lo merecía hasta ese momento su colega. Según nos dijo, alguien le llamó la noche anterior, indicándole que debería estar en la Plaza de España, a esa hora, con un regalo para una persona que admiraba mucho, pero que debido a una rabieta poco merecida, nunca había dado el paso de decírselo a la cara, tal vez porque su admiración iba un poco teñida por algo de envidia. El caso es que allí estaba ella, dándole una canasta de frutas frescas, las favoritas de Jesús, y diciéndole, ambos con los ojos rasados de lágrimas, cuánto de buen profesional y mejor persona era. Fernando sí que estaba emocionado, viendo en directo la escena, y sintiendo que no había APP en el mundo que pudiera acercarse a lograr acciones y sentimientos de este tipo. Se despidieron con un abrazo largo, sincero, cargado de paz.

La caja traía un mensaje, y Jesús me indicó que le acompañara a casa de una antigua empleada de hogar que ayudó en su tiempo a sus padres. María era una mujer que tras la muerte de su marido, se había convertido en la señora que más limpia tenía la acera que le correspondía por ser la parte de su fachada; había ampliado su zona de actuación a dos viviendas a la derecha y otras dos a la izquierda. Solo había un motivo; no tenía a nadie en nuestro país y buscaba conversación con todo el que pasaba. Normalmente Jesús y el resto de vecinos le buscaban la vuelta, pero hoy sabía que no habían sido justos ni buena gente simplemente por no donar un tiempo de su vida a acompañar a María, escuchándola un ratillo al menos cada día. Nos paramos con María y dejamos que nos dedicara una de sus historias, una de tantas. Escuchamos con atención como nunca lo habíamos hecho, incluso le preguntábamos para que nos diera más detalles, haciendo que los treinta minutos que pasamos con la señora María fueran un preciado regalo, llenando de vida su soledad. Solo había que verla, feliz, con su sonrisa y con la manera de explicarlo todo. Ambos estaban felices. Y Fernando también. Se despidieron con un abrazo largo, sincero, cargado de paz. 

María les dio una bolsa con tortas de Alcázar, y Fernando vio cómo dentro de la misma había un papel doblado que abrió, encontrando un mensaje. Se despidió de Jesús y subió al autobús, la línea dos, aunque sabía que siempre a esa hora iba lleno. No había sitio, pero volvió a detectar un acto que llevaba tiempo sin ver. Un joven se levantó para ceder el asiento a un señor mayor, con bastón, pues no llegaba a los tiradores del bus y se había tambaleado al iniciarse la marcha. Antes de sentarse, el abuelillo y el joven, se fundieron en un abrazo largo, sincero, cargado de paz.

Fernando estaba revolucionado, vivía todo como en tercera persona, pero tenía un sentimiento de plena felicidad como no había sentido en años. Bajó del bus en la zona de la estación y se dirigió calle abajo, llegando a la Castelar. Oyó su nombre y al volverse vio como Javier le alcanzaba realizando un pequeño esprint. No se habían visto en todo el año, y mientras avanzaban hasta la tienda de comestibles de Los Fuentes, le contó que tras el disgusto de no tener internet, había encontrado un mensaje en la entradita y se había lanzado a cumplirlo. Entró en la tienda y salió con tres bolsas con sendos bocadillos, unos zumos y unas cajitas con mazapanes. Sus destinos estaban claros, eran para las tres personas que pedían a la puerta de distintos locales de esta calle comercial, y que no podían quedarse sin comer en esta época tan señalada (y ningún otro día, pensó Fernando). El tema era que habían sido transparentes para Javier durante todo el Otoño, no haciendo caso nunca cuando le pedían algo para comer, mientras subía la Castelar hasta la gestoría en la que trabajaba. Era un pequeño gesto, pero la sonrisa de los mendigos demostraba que cumplía con creces su cometido. El abrazo se repitió tres veces, una vez con cada una de las personas que, sin juicio merecido previo, no tenían el privilegio que muchos de nosotros tenemos de poder comer a diario. Fueron unos abrazos largos, sinceros, cargados de paz.

El tercero además, como solo llevaba una jersey, raído y muy fino, se quedó el abrigo de Javier, calentito, por lo que mi amigo, tras sentir de repente el frío que hacía de verdad, y que no notamos gracias a disponer de ropa de abrigo, se despidió de Fernando, rebosante de alegría, y con mucho frío en el cuerpo. Éste no se lo podía creer, la mañana volaba, y parecía que sin datos ni internet, el tiempo se pararía y la Navidad sería un desastre. ¡Qué equivocado estaba!

Siguió caminando y volvió a casa para comer con su familia pensando como gastar la tarde. Estaba en racha y su alma no podía parar de alimentarse con todo lo que hoy, mágicamente, le estaba pasando. Terminó el almuerzo y remató con un café espectacular que le había mandado Renato desde Venezuela y se dispuso a leer la nota que le había dejado Javier mientras se despedía. "Visita a Paco, que te presente a Luis y esta tarde será aun mejor"- rezaba la misma. Recordó que Luis, de los Coros y Danzas, era una persona que por su forma de ser, siempre había estado dedicado a los demás. Era amigo de Paco, por lo que iría a casa de este último a ver qué podían hacer por la tarde. Y no le falló el plan. Luis tenía preparadas dos visitas que harían una tarde memorable, si es que el día no lo estaba siendo ya.

Primero, tras vestirse de payasos, le acompañaron al hospital Mancha Centro, a la zona de pediatría, junto a una maga (Laura) y un Payaso (Miguel), que formaban una pareja artística cargada de motivación y pasión por lo que hacían, aparte de ser pareja también en la vida real. Se habían quedado sin trabajo desde hace nueve larguísimos meses, "cero eventos"- repetía Laura mientras Luis nos contaba la historia que habían sufrido durante este año, como tantos gremios dañados por la pandemia, pero aun así llevaban todo el mes paseando su magia y sus bromas por todos los hospitales de la provincia. Cuando terminaban la vuelta, la empezaban otra vez. Comían en el comedor de los sanitarios, los cuales tenían un bote para el menú de estos artistas (nada que reseñar de la solidaridad que desbordan estos profesionales), pero nos dijeron que su alimento real era ver cómo brillaban los ojos de esos niños que aun estando a veces, muy muy malitos, vibraban, reían y se cargaban de energía cada día con su espectáculo. Fernando no sabría decir quien cargaba a quién; puede que fuera recíproco y a partes iguales. La despedida fue emocionante de nuevo. Luis y Paco, fundidos con Laura y Miguel. Abrazos largos, sinceros, cargados de Paz.

No se quitaron el traje de payaso y fueron directamente a la residencia Santa Marta, ya que a Luis le tocaba, como todas las tardes, ayudar a acostar a los ancianos, tras una cena ligera y una última dosis de la medicación que cada abuelillo necesitaba. Luis no fallaba temprano a la mañana para ir levantando a sus ancianos, y tampoco cuando el sol caía, eso sí, algo más cansado y con un día completo de trabajo y esfuerzo cargado a sus espaldas. Pero no le faltaba el chascarrillo, la frase que reconfortaba a Matías el relojero, o el piropo a la señora Mercedes, con pocas chichas ya en el cuerpo pero siempre con el colorete en la cara, muy coqueta y presumida desde bien joven. Sor Inés nos despidió, no sin antes darle unas pastas artesanas que preparaban los monjitas, solo en Navidad, y que siempre era el pago que Luis recibía por su trabajo de todo el año. El no aceptaba otra cosa, y siempre decía que la recompensa era disponer del Cielo en la tierra gracias a sus ancianos, y agradecía hasta el infinito que las monjitas le dejaran prestar esa ayuda que tanto necesitaba. No faltó el abrazo, largo, sincero, cargado de paz.

Era hora de volver a casa y aunque Paco quería llevarles en coche,  Fernando le dijo que prefería volver andando, masticando todos los momentos que había vivido, intentando digerir tanta emoción, tantas bonitas y entrañables acciones vividas en directo, vividas en real.

Ya en el barrio, vio la luz encendida de la planta de arriba de la casa del señor Santiago. Recordó que llevaba con Alzheimer desde hace más de un año, y que debido a no salir de casa desde marzo, todo había ido muy rápido y a peor; ya no conocía a nadie y no se valía por sí mismo para las tareas del día a día. Solo había pasado a verle una vez, aunque siempre le preguntaba a sus hijas como iba todo al cruzarse por el barrio. Instintivamente, metió las manos en los bolsillos del abrigo, como buscando una nota, pero una vez entrenado su corazón sabía que no necesitaba un mensaje para concluir el día. Llamó al timbre y le abrió su mujer, también mayor pero todavía con algo de energía a pesar del desgaste de los cuidados que su marido requería, y detectó una luz en su cara en forma de sonrisa. Santiago dormía mucho durante el día, por lo que no le apagaban la luz pronto a la noche; "no se duerme y da guerra".- le comentó la señora Manuela a Fernando.

El señor Santiago pasó dos horas inolvidables, viendo la zarzuela favorita del matrimonio, que tenían en cinta de vídeo VHS, con Manuela y "el vecino", al que por cierto, conoció sorprendiendo y haciendo que unas lagrimas se le escaparan a su señora cuando le dijo, sin dudarlo, lo siguiente: "quien va a ser, "el vecino". Qué cosas tiene mi madre (equivocándose con su mujer)".

La señora le regaló a Fernando una margarita, que cortó de un ramillete que tenía en el recibidor. Un pequeño detalle que continuo con un abrazo entre Manuela y Fernando, siendo el señor Santiago el que se emocionó de  observar precisamente eso, un abrazo largo, sincero y cargado de Paz.

Parece que sólo se pueden hacer cosas por los que están en otros lugares, o en otros continentes, pero existen muchos pequeños actos que podemos hacer en nuestras localidades, en nuestros barrios, o incluso en nuestras propias familias y hogares. Deja el móvil, deja el ordenador, sal a la calle y haz algo que pueda llenar al que está solo, al que necesita ser escuchado, al que te inspira, al que está enfermo, al que no puede moverse. Puede ser el mejor alimento y el mejor día de tu vida, y seguro que la persona que te necesita está más cerca de ti de lo que te crees.

¡Feliz Navidad!

domingo, 13 de diciembre de 2020

ASERTIVIDAD VS COOPERATIVIDAD, ESA ES LA CUESTIÓN.

 "Los hombres no viven juntos porque sí, 

sino para acometer juntos grandes empresas"


José Ortega y Gasset (1883-1955) 

Filósofo y ensayista español


Matías era un experto en negociación y resoluciones de conflicto, por lo que aprovechando que pasaba por Alcázar en el puente de la Constitución, tomamos con él un café tras comer cada uno en casa con su familia, dada las circunstancias.

Ya habíamos hablado de lo importante que era para afrontar un conflicto el conocer la posición de la otra parte, pero esta vez me indicó que le gustaría centrarse en conocernos a nosotros mismos a la hora de afrontar una negociación, o sea, conocer exactamente cual es nuestra posición sobre el asunto.



Se trata de pararnos y autodiagnosticar nuestra actitud hacia el posible conflicto a la hora de afrontar un tema peliagudo y conocer cual es nuestra capacidad de asertividad y de cooperatividad.

Sabiendo que la asertividad es el grado en el que como personas intentamos satisfacer nuestras propias necesidades, y la cooperatividad el grado en el que intentamos satisfacer la de los demás, es muy importante conocer dónde posicionamos en el punto de equilibrio entre estas dos dimensiones; esta posición nos indicará qué método usaremos para la solución (o no solución) de nuestro conflicto, así como la efectividad de la misma.

Ni que decir tiene que las personas, tanto en nuestra vida social como en la vida laboral, según nuestros valores, cultura, pasado y "forma de ser" estamos orientados más hacia la asertividad o hacia la cooperatividad, pero no siempre actuamos con un mismo patrón, esto depende de las personas que están enfrente, la situación, nuestro estado de ánimo, el tiempo que nos resta para tomar una decisión, etc...

Pero veamos cómo quedan los métodos dependiendo del posicionamiento.

Si tomamos la opción de ser 100% asertivos y por lo tanto, nada cooperativos, estaremos optando por COMPETIR. Al elegir este método, está claro que lucharemos de manera interesada en conseguir hasta las últimas consecuencias nuestros propios objetivos, a costa de los demás, y sin tener en cuenta los intereses de la otra parte. Ganar, ganar, independientemente de a quién haya que hundir en el camino.

En el otro extremo nos encontramos el 100% cooperativo, o sea, nada asertivo. Queda claro que este método implica el autosacrificio, eligiendo ACOMODARSE. La persona que se acomoda ante un conflicto sacrifica todos sus intereses donando cualquier beneficio a los demás. Todos a su alrededor consiguen lo que quieren y son felices, eso sí, a cuenta del mártir que ha venido a este mundo a generar felicidad en los demás, so pena de su propia flagelación. Diríamos que no desgasta, pero acaba matando.

Avanzando en las posiciones, está el método de ni ser asertivo ni ser cooperativo, o sea elegir EVITAR. Meter la cabeza en un hoyo y dejar que todo se arregle solo; ni estoy a favor de nadie, ni estoy a favor de mí. Ni pincho ni corto. No afrontando el conflicto esta persona cree que no hay conflicto. Normalmente el asunto se agrava, ya que no hablar de un tema, posponerlo o huir de una situación que necesita afrontarla entre varias personas, departamentos o empresas hace más insalvable y peligroso cualquier escollo, aunque inicialmente sea pequeño.

Ni para ti ni para mí, elijo BUSCAR COMPROMISO. Este método elige colocarse en un punto medio entre el asertivo y el cooperador. En alguna circunstancia puede ser oportuno, ya que ambas partes buscarán un terreno común y repartirán como pueden las diferencias. Esta claro, el resultado es aceptable para ambas partes pero a la vez solo es satisfactorio de manera parcial. Cuando trabajamos con alguien que siempre acaba buscando un compromiso en el medio de la posición de arranque de ambas partes todo se vuelve muy predecible, y nadie gana, pero el resultado nunca es el óptimo.

Y como último método está el que elije COLABORAR, que significa afrontar el conflicto siendo asertivo y cooperativo. Es el más costoso de preparar, exige que en ambos lados de la negociación se esté dispuesto a afrontar la misma juntos, unidos para encontrar una solución que genere sinergias y que acabe satisfaciendo a los intereses de ambas partes. Implica algo muy caro en estos tiempos, la capacidad de pensar, y un análisis mucho más profundo del problema, de las diferencias entre las partes y de las posibles soluciones. Al elegir esta opción, podría decirse que la sociedad sale ganando, a la vez que el camino recorrido con este método provoca un autentico aprendizaje. Pero hay que derrochar energía, creatividad y tiempo, por lo que por desgracia no es el más elegido, ni el primero de los favoritos de las personas que convivimos en esta etapa tan convulsa e incierta. Colaborar es una habilidad en peligro de extinción, y lo triste es que podría denominarse como la óptima; personas excelentes y directivos excelentes deberían usarla a diario, pero no suele ser el caso. Ni que decir tiene que la práctica y el entrenamiento harían mejores personas, directivos y un mundo, por ende mejorado.


COMPETIR, ACOMODARSE, EVITAR, BUSCAR COMPROMISO O COLABORAR. 5 métodos para interrelacionarse con los nuestros, con las personas que vivimos y trabajamos, a elegir en cada caso, en cada situación. Nosotros decidimos, ellos también. Mucho camino que recorrer en la mejora de las relaciones pero luces de esperanza al fondo pueden provocar que no tomemos la dirección más cómoda sino la mejor. El atajo nos hace avanzar pero no siempre en la dirección adecuada. Elige tranquilo pero elige bien.

martes, 8 de diciembre de 2020

TORMENTAS QUE NOS DESNUDAN

 "Por muy larga que sea la tormenta, 

el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes"


Khalil Gibran (1883-1931) 

Ensayista, novelista y poeta libanés.


El último huracán había pasado y Fernando, tras asomarse por la rendija que descubrió al quitar uno de los tablones, comprobó que incluso había salido el sol. Era el momento de ponerse manos a la obra. Había que reconstruir todo y dejarlo nuevamente listo para la nueva vida, porque nada ya sería lo mismo.

Con ayuda de su esposa y sus dos hijos (Carmen y Fer) comenzaron a quitar puntales, arrastar muebles y a desclavar todas las tablas de ventanas y puertas. Los pilares habian aguantado, pero mucho se temía que la reparación de los daños en la cubierta y en todo el cerramiento les costaría un ojo de la cara. Nada que decir de pintura, ventanas, puertas y la recostrucción de la valla y el jardín. Los vehículos habían desaparecido y el seguro ya les había confirmado que no cubría daños provenientes de catástrofes naturales.

Al menos ellos estaban sanos y salvos. Tocaría negociar un préstamo, ya que durante la tormenta tropical habían ido tirando del pasivo, porque gracias a Dios Fernando no había sido un gestor que había exprimido el tema dividendos durante los últimos años; la verdad es que creía en la familia, con lo que las reservas ahí estaban, para cuando habían hecho falta.

Estuvieron trabajando todo el día, y cerca de la hora de la puesta de sol salieron todos juntos a dar un paseo para comprobar cómo habían quedado las viviendas de sus queridos vecinos. De todo había en la viña del señor, pero Fernando les hizo observar al resto de la familia cómo aunque el huracán había sido el mismo para todos, los daños no eran idénticos. Algunas viviendas estaban totalmente destruídas, la suya podríamos decir que había aguantado aunque no sabía si la próxima temporada de lluvias la podría superar y otras, muy preparadas, sólo tenían algunas incidencias en el garaje a nivel del sótano y algo de pintura.

Descansarían durante una semana, una vez todo estuviera reordenado y limpio, pero mucho tenían que pensar/trabajar para salvar la siguiente temporada.

Ana, su mujer, la financiera de la familia ya les venía avisando; la ubicación, la falta de mantenimiento, la orientación de la fachada más débil, la poca inversión en nuevos materiales, el cambio de cubierta; todo cuenta a la hora de aguantar maldades, les decía. Y no le faltaba razón. Pero cuando pasaban las crisis, todo parecía que se olvidaba y para nada, todo vuelve, y el débil vuelve a sufrir hasta que es uno de los que desaparece; tarde o temprano podrían ser ellos, les repetía.

Las chicas se metieron a sus dormitorios, tras cenar algo de lo que les quedaba en la poquita alacena, para recuperar fuerzas tras la agotadora jornada. Fer se quedó con su padre, y le preguntó el por qué unas viviendas estaban completamente en pie y otras habían materialmente desaparecido. Se supone que el mal tiempo era el mismo para todos. Pero Fernando sabía que no era así. Era un industrial recientemente jubilado y había sufrido mucho en su empresa en la última etapa debido a algo similar tras la crisis financiera de los años 2008 y 2009. Y con tristeza, recordaba cómo empresas competidoras habían no solo aguantado el envite sino habían salido reforzadas de la situación.

Le contó a su hijo cómo estas empresas habían cambiado el posicionamiento de su producto estrella, habían dicho no a contratos con una gama poco rentable, y también habían decidido rechazar clientes nocivos que no generaban margen de contribución alguno. También habían preparado un plan comercial de internacionalización años atrás y cuando todo pasó, ya estaban asentados en varios países, por lo que la exportación les permitió salvar una gran parte de la cuenta de resultados. No digamos nada de inversiones en formación para reforzar el talento interno y grandes incorporaciones con personas expertas (de lo mejor del sector). Una confianza plena en un proyecto silencioso y de larga duración de I+D+i había establecido una mejora constante y continua en productos y procesos, derivando en una diversificación que generaba confianza y buenos cimientos cuando un sector caía más que otro.

Fer lo entendió, no bastaba con revisar los daños, reparar, y seguir viviendo como si nada. Las tormentas, como las crisis, en el mejor de los casos avisan, desnudan y dejan al aire nuestras debilidades, pero si se es lo suficientemente espabilado, tras ese toque y la suerte de tener una segunda oportunidad, lo que tocaba era pensar dónde reconstruir, no en lo táctico, sino en lo estratégico. 

Ya en la cama, boca arriba, meditaba si estaban en el lugar adecuado, con los mimbres idóneos y el diseño era el necesario para aguantar lo que vendría. Y recordó las palabras de su madre: "las crisis vendrán, no sabemos cuándo, ni cómo, pero en este mundo nuestro actual sí que sabemos que serán cada vez cada menos tiempo y más destructivas para el que no esté preparado".


Tormentas vs Crisis. Viviendas vs Empresas. Urbanizaciones vs Sectores. No basta con recolocar los cuadros caídos y un poco de pintura plástica en la paredes, sino diseñar y estructurar nuevos modelos de negocio que hagan de nuestra empresa un negocio consistente. Mucho que pensar/trabajar, a parte de achicar agua durante la tormenta, que también toca hacerlo...