"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.


Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.


Será vuestro mundo, vuestro camino..."

lunes, 21 de abril de 2025

DISCUSIONES QUE MATAN

"No se graban tanto mil palabras como un solo hecho"


Henrik Johan Ibsen (1828-1906) 

Dramaturgo noruego


Hoy recordaba con cierta distancia el día que firmó su propia renuncia. Tras la discusión él pensó que había salido victorioso, pero a la larga, había herido a su superior con tanta palabra, aun teniendo la razón, y no entendió que la falta de neutralidad de las palabras habían como cavado su propia tumba.

Dos compañeros asistieron al enfrentamiento vacío, como una serie continua de golpes de un solo lado, que provocaron que la otra parte se sintiera inferior y estuviera deseando poder usar su poder para rematar a un empleado o subordinado que nunca tuvo que haberse metido en tan complejo jardín.

René fue despedido. Y aunque nunca le explicaron los verdaderos motivos, sus compañeros siempre le indicaron que estaban seguros que esa discusión, ese enfrentamiento dialéctico, había sido el catalizador para el cese de su puesto como su salida de la empresa.

Lo que se llevó fue un gran aprendizaje. Aprendió a juzgar las acciones por el resultado a largo plazo en la otra parte. Y es que una acción que conlleva un hecho tangible tiene un gran poder a la hora de demostrar ese resultado que pudiera costar tanto entender a base de múltiples razonamientos y palabras. Tocar la obra en contra de indicar que se ha entendido con una o muchas explicaciones para evitar que aunque te digan que sí, que lo entienden, haya un resentimiento oculto que puede devolver veneno en cualquier momento futuro, más adelante, desde la otra parte.

Las palabras, pensó, siempre son interpretables y además, según las circunstancias, el estado de ánimo o presiones internas, externas o incluso a posteriori puede que se las pueda llevar el viento, no siendo por sí mismas ofensivas pero sí con posibilidad de malinterpretación.

Mucho había cambiado desde aquel momento como punto de inflexión en su carrera.

Tranquilo, sin entrar al choque directo, siempre evitaba cualquier discusión. Los esperaba en su terreno. Hablaba menos. Y no discutía, interviniendo en reuniones cuando tocaba, eso sí, pero las opiniones eran neutras, intentando evidenciar con hechos lo que posibles decisiones podrían conllevar. Ahora, en cambio, siempre lo hacía diferente. Siempre buscaba el camino indirecto evitando herir con ese filo cortante, tan dañino, como era la palabra; y menos la usaba con sus superiores; y menos en público. 

Tiempo, conservar la energía, e incluso elegir si es conveniente demostrar o no, esto es elegir las batallas que verdaderamente merezcan la pena.

El mantra era, solo si es menester, ofrecer resultados en lugar de discutir.




Le costó cambiar de trabajo, de empresa, de compañeros y de ciudad. Pero gracias a todo lo ocurrido ahora no gastaba en hablar, sino en hacer. Demostraba. Y con sus demostraciones sin el desgaste del choque frente a frente provocaba que el contrario no se sintiera con la necesidad de ponerse a la defensiva, ni tampoco contratacar. Sentir es más efectivo que entender lo que nos dicen. Explicar que algo quema es más difícil que dejar que toquen la ceniza incandescente. Más doloroso, sí, pero el aprendizaje es para siempre.

Ahora daba valor a lo que pagó por su juventud, ego, y falta de experiencia. No falló, ganó porque aprendió. Y René se despidió de su hija tras contarle su historia, una mañana de Domingo de Resurrección, para que le valiera, tras haber visto en directo como había discutido por teléfono hasta anular la salida con su amiga, solo por intentar convencer una a la otra de que estaban en posesión de la verdad, no entendiendo a la otra parte, no moviéndose de su silla, e intentando solo con argumentos de poco peso que cambiara de opinión por algo incluso, que a la larga, era a lo más, irrelevante.

domingo, 13 de abril de 2025

DEL ESFUERZO SILENCIOSO AL MÉRITO VISIBLE: APRENDIZAJES EN LA JUNGLA LABORAL

"La ley del mundo es aprovecharse de los otros, 

si no queremos que los otros se aprovechen de nosotros"


D. H. Lawrence (1885-1930) 

Novelista británico



Sara y Petri trabajaban juntas desde hace más de 10 años.

Estaba claro que Sara era una técnica muy creativa y trabajadora, la cual en todos los proyectos que le proponían no desfallecía hasta conseguir el reto y ayudar al departamento y a la empresa.

Petri, en cambio, no era muy buena en la parte de creación y trabajo duro. Pero aún entrando a la empresa a la vez, y no siendo la que brillara en la ejecución, era una experta en posicionarse como la principal responsable de los éxitos, con lo que una vez su jefe se jubiló la elegida para el puesto de responsable fue ella.

Hace tiempo, en una de las sesiones de cañas de los viernes la oí comentar a sus compañeros lo siguiente: "El mérito por lo conseguido es tan importante o más incluso que lo que se ha conseguido".

Y no duden que ella lo conseguía. No tenía ya sitio para más medallas. Se aseguraba siempre de recibir el reconocimiento por todo, y evitaba que otros se aprovecharan de información o de trabajo de su gente, apareciendo siempre ella en la foto. A veces compartía, a veces no.

Sabía que el tiempo era oro y la vida en general, pero sobre todo en lo laboral era muy corta. Usaba la frase sola más rápido, juntos más lejos. Pero sobre todo guardaba energía aprovechando el trabajo de otros y encontrando la manera de transformarlo en réditos propios. Incluso muchas veces a la tarea que hacía suya la denominaba como un output de su excelente forma de delegar.

Ahora se llevaba bien con Sara. Pero habían tenido en el pasado sus más y sus menos. Recuerdo en una de sus grandes discusiones como Petri le decía a Sara que la empresa y su mundo era como la jungla. Adaptación, caza y si era necesario, matar para comer. Y es más, si otros cazan por ti, siempre que sepas estar donde debes cuando debes, podrás disfrutar de un buen menú sin despeinarte, como buenos buitres nacidos para esperar, y aprovechar.

Sara lo pasó mal, intentó sobrevivir y convencer a sus jefes de que el trabajo duro estaba por encima de la espera, el sigilo, la paciencia hasta que la presa queda libre... Se quejó, incluso vivía en una  completa amargura a pesar de que le encantaba su trabajo. Hasta que aprendió a no cazar, sino esperar. Hoy, aun cuando sigue dando el máximo, es su forma de ser, ha aprendido a protegerse, forma parte del juego de todos para todos, y en base a que hay muchas partes aportando a la causa, incluso en algunas ocasiones se ha convertido también en una figura un poco buitre ahorrando energía, tiempo y apareciendo como la principal causa del éxito éste o aquel.

Ahora Jose, en mi despacho, me contaba que no lo estaba pasando bien. Llevaba ya dos años con "las buitres mellizas" (así las llamaban), y su trabajo, por bueno que fuera, nunca era reconocido en la alta dirección. Siempre salían ellas en los papeles. Eran las divas en todos los proyectos y los focos hacían que ambas brillaran más que nadie a su alrededor. "Con tu trabajo, Jose, solo, no llegarás lejos. Debes encontrar gente con destrezas y competencias que te mejoren y dejar que trabajen, o trabajar juntos, para que cuando generen proyectos difíciles de alcanzar por ti mismo puedas tallar tu nombre en la obra o al menos rezar como que se ha trabajado de manera conjunta". 

Me miraba perplejo, e intenté explicarle que esto no solo va de aprovecharse del gran cazador, menos vivo para llevarse el mérito que para seguir cazando, sino de aprovecharse de mucha información y trabajo que han dejado escrito o han pasado de generación en generación profesionales y personas que han vivido antes que nosotros. Se trata de aprovechar la biblioteca que la historia va creando en forma de almacén de conocimientos y sabiduría. El famoso know-how, el cual es carne fresca a comer y no despreciar solo por el hecho de que no lo hemos descubierto o creado nosotros. 

Jose entendió que podía ir por la vida inventando la rueda, trabajando todo desde el principio, a partir del folio en blanco, dejándose la vida en el intento, cometiendo numerosos errores, gastando tiempo y energía o por el contrario, aprender de lo vivido por las personas en el pasado aprovechando la experiencia de unos y otros.


Ya en casa, pensó en Sara y Petri. ¿Tenía que ser un buitre también? ¿Quién cazaría? Convenía vigilar al buitre siempre, ellos ya lo hacen mientras que otros trabajan duro. La tendencia es a ser un buitre más, pero no les va mal tampoco los que al contrario que estos, no solo trabajan duro sino  que cuando pueden reparten méritos con iguales o superiores, entendiendo que hoy es por ti, mañana por mi, ya que la vida no va de batallas en corto sino de guerras en largo. 

Y ahí se quedó todo, sin una clara dirección para actuar, con los grises que la vida nos depara, no pudiendo elegir casi nunca entre ese blanco o aquel negro; más quisiéramos.

domingo, 6 de abril de 2025

EL ARTE DE ELEGIR: DOS GUISANTES, DOS DESTINOS

"No somos disparados a la existencia como una bala de fusil cuya trayectoria está absolutamente determinada. 

Es falso decir que lo que nos determina son las circunstancias. 

Al contrario, las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. 

Pero el que decide es nuestro carácter"


José Ortega y Gasset (1883-1955) 

Filósofo y ensayista español




Se habían quedado solos después de una jornada en familia. Cada hijo había vuelto a su casa, con los suyos.

Pili y Jaime, los abuelos, sentían como la casa se vaciaba de vida una vez el fin de semana llegaba a su fin, y solo esperaban ansiosos, desde que el contador se ponía a cero, que el sábado siguiente llegara para volver a recuperar el ruido, el bullicio y el soplo de vida que tanto nietos como hijos regalaban tras la semana laboral, cada uno en su casa y en su trabajo o escuela.

Pili le recordó la belleza del viaje de la vida, y cómo con las mismas circunstancias solo mediante el aprendizaje de elegir y haciendo ante lo mismo diferente era posible no solo estar, sino ser.

Le llevó de la mano a una maceta en la que había plantado dos guisantes de la misma vaina. Misma madre, misma tierra, mismo agua, mismo sol.

Igual que los guisantes, recordaron a los gemelos que tuvieron que emigrar separados a Bélgica. Separados tras el divorcio de sus padres y volviendo a su tierra, cada uno con el que le había tocado sin en ese caso ellos disponer de la capacidad de decidir con quién emprender su futuro, incierto y nuevo.

A partir de entonces. Dos vidas diferentes, muy diferentes. Y hoy, solo uno por desgracia vive porque el otro no pudo ni siquiera soportar donde la vida le había ido posicionando, o tal vez fue su forma de afrontar la misma. 

"El vértigo a decidir".- le dijo Jaime.

Se sentaron en la mesa camilla, con un flexo que iluminaba la zona y les permitía leer, juntos, como les gustaba rematar cada noche, en especial los domingos.

Esta vez Pili volvió a abrir la caja con las cartas de la madre de los gemelos, Chloé, que así se llamaba, y volvió a coger la carta en la que una mamá rota hablaba de cómo, según ella, dos vidas se habían distanciado tanto aún viviendo en unas circunstancias semejantes, llegando incluso a acortar el tiempo que la vida le había regalado, a uno de ellos, en este mundo.

Chloé tenía claro que uno había elegido ser esclavo, y el otro libre. El primero se arrastraba y el segundo volaba. En cada día, en cada cruce de caminos se podía decidir vivir un momento estándar o uno mágico, sonreír o poner cara de pocos amigos. Uno siempre era amable, el otro no. Y el primero decidió ser protagonista de su historia mientras que el segundo decidió ser víctima de lo sucedido.

Recordaron a la victima, esclavo de las circunstancias, vacío de proactividad, siempre en modo reactivo. Privado de libertad de motu proprio. Distante en lugar de cercano, cobarde en lugar de valiente. Nunca atendiendo a un territorio desconocido. Prepotente y alojado en una continua queja, y nunca viviendo como su hermano experimentando el crecimiento a través de la gratitud, la unión, la sabiduría y el amor.

La madre describía al primero como representante de la esperanza y la alegría en contraposición de la desesperanza y la amargura del segundo. Era vivir en contra de sobrevivir, actuar en función de sus capacidades reales en lugar de unas aparentes, un yo virtual que nada tenía que ver con lo que realmente era.

El primero, rezaba, había encontrado la magia fuera de su zona de confort. Y su actitud de estar abierto siempre a la magia hacía posible lo imposible. Y eligió ser competente, lo que le daba la capacidad continua de superación.

En cambio, el segundo dificultaba que otros salieran adelante, acumulando resentimiento que dañaba su organismo. Qué distinto elegir ayudar a los demás a superar los obstáculos que el camino nos propone, escribía Chloé, y perdonar, amando al prójimo, cultivando la escucha de lo que tus semejantes necesitan.

Y qué distinto encaraba el primero del segundo el error. Uno aprendía de él, el otro lo convertía en fracaso. El primero sabía que solo podía cambiar si aprendía del error y se dejaba arrastrar por la desesperanza. Y eligió que la manera de interpretar la caída era como una lección que le permitía ayudarse a sí mismo en lugar de lo que le ocurría a su hermano al decidir que el error le anulaba para volver a intentarlo.

Pili cerró la caja y miró feliz a Jaime. Feliz de repasar a sus hijos y a sus nietos, y recordar que habían creado una familia que se sabía y se sentía responsable en cómo definía lo que les pasaba. Qué se decían ante lo bueno, y ante lo malo. Que creía y tenía fe, a conciencia de que eso era decidir, teniendo certeza de que algo existía o era verdad aun con muchas evidencias en su contra.

Pensaron en Julia, la pequeña de la casa, y cómo cuando no le salían bien las cosas a la primera, a la segunda, o no sabían cuantas veces lo seguía intentando de manera diferente, una y otra vez. Y cómo les presentaba la obra tal y como ella lo había soñado.

Ilusión y entusiasmo, como el primero de los gemelos. 

Y hablaron de Abel, siempre futurista y soñador, con predicciones que le inspiraban en diferencia del pesimismo del segundo gemelo hundido por lo que vendría después, interpretando su pasado y sus decisiones de ayer por lo que era hoy, y lo peor, por lo que sería mañana. Viviendo como esclavo y no en libertad, sin cadenas.




Estaban orgullosos de cómo habían vivido. No se identificaban con ese personaje que controla la vida desde el ego. Y siempre se preguntaban para decidir si buscaban resultados o excusas. Bendecían o maldecían. Su actitud y respuesta a lo que les ocurría había sido positiva o negativa, y si cuando se comunicaban con sus hechos o sus consejos con sus hijos lo habían hecho mediante un lenguaje que los inspiraba, los apoyaba y les habían transmitido confianza e ilusión por avanzar en la vida.

Y pensaron en su vida social y laboral. Cómo habían visto siempre un potencial amigo y no un enemigo. Un potencial colaborador en lugar de un rival. Y en el negocio, un competidor que les había ayudado a crecer en contra de un rival al que tenían que vencer y eliminar.

Habían adquirido el hábito de eliminar el enfrentamiento, superar la división y rivalidad transformando su forma de vida en continuos encuentros e interacciones que les enriquecían.

Habían vivido en la firmeza, y nunca huyendo en estampida. Abiertos a lo nuevo, a la aventura, y nunca escondidos en la comodidad. Porque habían preferido responder a reaccionar, elegir fuera de los dominios del ego, creando, manifestando, produciendo valor. Y cuando no salía algo, como Julia, intentándolo una y otra vez, pero de manera diferente para cambiar el resultado de la ecuación.

Pero volvieron a recordar cómo el segundo de los gemelos se había autodestruido. Veía problemas donde su hermano veía oportunidades. Adversidad vs lecciones. Y lo que para el primero era un peldaño catalizador de crecimiento, para él un obstáculo insalvable.

"Progresar es resolver con creatividad".- dijo Pili en voz alta. 

Porque mientras unos ayudan a buscar soluciones otros empeoran siempre el problema existente. Unos prestan atención en los detalles, otros hacen todo de cualquier manera. Están los que viven en una situación de presencia plena mientras otros navegan por la vida distraídos. 

Se dieron la mano. No les quedaba mucho. Pero vivían aquí y ahora. Amaban lo que habían hecho, lo que hacían, y sobre todo, amaban tanto lo que les gustaba hacer como lo que tenían que hacer. Porque lo difícil es hacer con pasión lo que se debe hacer, no solo lo que nos gusta o nos apetece. Siempre se habían interesado por lo que afectaba a los demás, descubriendo la compasión, y cuidaban del resto de manera altruista.

Y eso les había permitido vivir relajados y no tensos. Liberados de una tensión que no es otra cosa que expresión de resistencia y anulación de una apertura a lo nuevo que el mundo brinda como primicia al que lo busca.

Y recordaron como era una delicia estar con el gemelo primero y un infierno con el segundo. Sereno, confiando, y poniendo límites cuando se requería, pero sin el ánimo de condenar sino para corregir y hacer que la otra parte mejorara.


Jaime recordó cuando había tenido que hablar con su nieto, el del mayor, tras una frustración deportiva en el cole. Hablaron sobre el cambio y la toma de decisiones. De cómo cambiar el rumbo siempre es posible si cambias la decisión ante lo que ocurre, sin depender de las circunstancias, ni del talento, ni del conocimiento ni de la experiencia, sino simplemente decidiendo hacia donde te quieres dirigir.

Estaban convencidos que no habían sido esclavos del tiempo, ni del mar, sino que cómo habían interpretado las condiciones, y cómo habían decidido navegar prediciendo su futuro, y cambiando el rumbo cuando el futuro no había sido el soñado.

Miraron un rato los guisantes. Uno había crecido como protagonista, el otro se retorcía canijo como victima. Ambos tenían la misma madre, la misma tierra, la misma agua, el mismo sol. Pero por lo que fuera, uno había elegido crear, crecer y el otro sin saber por qué marchitarse y morir...