"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.


Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.


Será vuestro mundo, vuestro camino..."

domingo, 23 de febrero de 2025

TU TRIBU TE IMPULSA O TE DESTRUYE: ELIGE BIEN ANTES DE QUE SEA TARDE

"El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. 

Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. 

Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo"


Friedrich Nietzsche (1844-1900) 

Filosofo alemán



Desde el liderazgo se tiene la responsabilidad de generar un entorno, el cual sea propicio para hacer que el plan (con los replanes que conllevará) se vaya trazando y el proyecto, la empresa, o la carrera nos lleve a la meta. 

Estoy convencido que hay entornos que alimentan y entornos que matan. Como un terreno o un jardín puede ser inhóspito o frondoso. Pero aún así unas condiciones idénticas, favorables o adversas, a dos personas, equipos, empresas o países, dependiendo de su actitud les permite un desarrollo y un resultado distinto. 

Debe de cumplirse la ecuación de sumas y multiplicaciones en las que ambos, entorno y actitud, se alineen, y ninguna de ellas reste o divida, según sea el caso.

Sí que debemos saltar por encima del muro que nos ancla al terreno del no movernos. Y el pasado nunca tiene por qué determinar nuestro futuro. Aprendamos de él, pero no permitamos que sea una cadena que no nos permita movernos hacia un plan que nos mejore, individual y colectivamente.

Pensé en Bruno. Fue una post-comida muy larga. ¿Sabía quién era? ¿Sabía para lo que estaba aquí? 

Está claro que como ser humano, siendo una especie hiper-social, siempre queremos pertenecer a un grupo, a una tribu. Sin ellos no se sobrevive, necesitamos a nuestra gente, necesitamos sentir y compartir emociones que son vitales para vivir; y todo esto se vive en la tribu. En nuestra tribu.

Resonó el viejo proverbio "solos llegaremos antes, juntos más lejos".

Otra pregunta: ¿ha elegido bien la tribu? Bruno no lo estaba pasando bien, por lo que el grupo elegido, su equipo, era su refugio. Tal vez una huida hacia delante, pero el resto del mundo no lo entendía. 

Y pensé en la posibilidad de que estuviera sufriendo estrés crónico. El daño físico, mental, o social genera cortisol. Y el cortisol tiene que bloquearse con oxitocina. Y la oxitocina se libera cuando nos sentimos conectados. Y su situación necesitaba de personas que lo aceptaran, lo escucharan, lo entendieran, lo encumbraran. Pero, me volví a repetir de nuevo: "¿Ha elegido bien la tribu?

Llegué a la conclusión de que tuvo que borrar parte de él para que fuera aceptado por su equipo. Sí, quería sentirse querido, valorado, acogido, apoyado, acompañado; pero sobre todo, respetado.

Pero lo que había borrado era parte de su esencia, y ahora Bruno no era reconocible para los que tenían un plan superior para él. Y era momento de preguntarle si su nuevo entorno y adónde lo llevaba era donde quería ir o ni se lo había planteado.

Mucho discutimos de qué y cómo pensábamos. Tratamos de entender el cerebro, su plasticidad, y cómo el mismo se puede modelar a través del entorno que elegimos, o el que en algún momento nos toca vivir. Y ambos conocíamos el peligro de cambiar su plasticidad por rigidez, tal vez incluso por nuestras propias barreras que nosotros mismos nos autoimponemos. Y el peligro de ponerse en esos puntos de no retorno. Decisiones estratégicas que puede que no tengan la posibilidad de ir marcha atrás.

Lo que sí es un error era entrar en barrena en una posición de victima. Y se entreveía esta postura. Porque quedarse atrapado en la culpa es nefasto, y siempre en esta situación se acaba echando la culpa a otros de lo  que ocurre, o incluso a uno mismo. No valgo, no valdré, o no valen, no valdrán. Lo comparé a estar atrapado en una tela de araña sin posibilidad de cambiar la situación, o ni siquiera intentarlo. Siempre buscando un culpable para todo. Y rematé intentando hacerle ver que el mundo está lleno de ignorancia y nos hacemos daño muchas veces sin darnos cuenta, por desconocimiento, a nosotros mismos y a los otros.

Pensé que lo difícil es frenar, parar el carro, y de manera activa tomar responsabilidad sobre nuestra vida. Si el entorno es favorable, mejor. Pero no siempre será así. En el mundo real, no.

Y si estás en la tribu correcta, te dirán lo que de verdad te interesa, lo que es mejor para ti; y desde la madurez se debe recibir el consejo sin que esto te afecte en negativo. Pero en el sitio incorrecto, con la gente incorrecta, solo escucharas cantos de sirena; y eso no interesa, por tu bien.


Y por supuesto, debemos entender que no vivimos en organizaciones anárquicas, sino donde hay reglas. Y las reglas deben estar y están para cumplirlas mientras no se cambien. Pero el que quiere lo mejor para ti no te fuerza y te propone que le prestes atención. No exige que vivas su vida, pero sí que vivas la tuya estando a tu lado para orientarte. Si cometes un error, en lugar de hacerte sentir mal, te pregunta lo que has aprendido. Y sí que se puede hablar de la técnica, pero también de las emociones. Y te apoya para evolucionar, y te enseña cómo las emociones negativas no tienen por qué dirigir tu vida, sino que conocerlas y adaptarse a las mismas esquivándolas en la medida de lo posible te permitirá avanzar, cayendo mucho, eso sí, pero levantándose cada vez más rápido y más fuerte.

Pensé en mis padres. Y en ese jefe que me impulsó. En casa (desde que nací) y en el trabajo desarrollaron en mí por aquel entonces las necesarias Raíces para crecer y Alas para volar. Ahora, en perspectiva, solo me sale la palabra GRACIAS.


Y le hice pensar a Bruno por sí mismo. Yo y mis circunstancias. Trabajo, conciencia, motivación, acción y la búsqueda de personas que estén en la misma frecuencia.

Y si detecto que el entorno, a la tribu en la que estoy,  no me hace bien, ¿Cómo cambio la tribu?

Pues no hay otra que desde la acción. Porque algo sucede si empiezo a cambiar mis hábitos, mis lugares donde voy, y desde la proactividad de ese cambio, comienzan a aparecer nuevos amigos, nuevos compañeros de buena fe, buenos jefes, o buenos subordinados los cuales no exigen, sino proponen con firmeza. 

Porque la fuerza de una propuesta deja espacio para decir "no". Al contrario que la exigencia, que nunca trae cosas buenas. Ante una imposición se obedece o por sentirse culpable o porque se tiene miedo de las consecuencias. Y esto no es válido cuando hay unas reglas. Las reglas, mientras que no se cambien, están para cumplirlas. Pero siempre debe haber un espacio para la propuesta de cambio.

Se trata de cumplir, de crecer, y de respetar el espacio de la otra parte, del otro departamento, de cualquiera de los estamentos internos de la tribu. Y también, por qué no, de decidir tener un espacio y un tiempo para estar solo, generar el estado de quietud, o en el otro lado aparece el problema de que aunque se esté con mucha gente la persona se siente sola, incomprendida, vacía.

Acabamos y antes de despedirnos le pregunté: ¿Qué necesitas? ¿Cómo quieres crecer? ¿Cómo quieres volar?



Se fue y no me contestó. Esa noche soñé con tribus, raíces y alas. Y desperté convencido que el proyecto, la empresa y la carrera nos llevarán a la meta correcta.

domingo, 16 de febrero de 2025

DECIR "NO" SIN CULPA; EL CAMINO HACIA EL RESPETO Y LA PRODUCTIVIDAD

"Servid cien veces, negaos una, 

y nadie se acordará más que de vuestra negativa"


Plinio el Joven (62-113) 

Escritor romano



Hace años a Asun no le daba la vida. Fue creciendo en su empresa y al final llegó a Responsable de Operaciones, siendo el departamento con más personas y procesos que gestionar. Pero el reconocimiento le proporcionaba más responsabilidad, más gente a su cargo, y más trabajo según cómo ella fue montando su propio ecosistema de gestión (así la llamaba ella). Tenía en mente que la vida ideal debía de perseguir la perfección, tanto en lo personal como en lo laboral. Y no sabía decir que "no". Todo era una prioridad. No se daba cuenta que el contestar a algo sí, pasaba por decir a otras cosas que no. Y este estilo de dirección, y de vida, la llevó al límite.

Pasaba su tiempo en temas importantes y urgentes; y también, en temas no importantes y urgentes. ¿Dónde estaba el tiempo para lo importante y no urgente? 

Perdió a su pareja, se distanció de familia y amigos por falta de tiempo, y para colmo, de manera paradójica si en alguna ocasión no llegaba a dar soporte a algo o a alguien solo quedaban reproches y malestar; lo cierto y verdad, acompañados de auto-reproches y auto-malestar.

Tenía pánico a decir no. Ese era el resumen. Y todo giraba en intentar contentar al resto del mundo, mientras ella se iba aislando, hundiendo, desgastándose, desapareciendo...

Pero tuvo la suerte de conocer a Alejandro. Y decidió hacer las paces con su fragilidad y su debilidad como ser humano. Aprendió y reconoció que ni era perfecta ni todo o todos estaban por delante de diríamos lo que era ella misma. Foco y Prioridad; fue capaz de reconocer y aprender qué decidir, afrontar, hacer, dejar, eliminar. Y no sentirse mal por lo que no cabe, sin necesidad de plantear una tesis abierta para que todos lo entiendan, lo valoren, lo critiquen, lo validen.

Y Alejandro enseñó a Asun a decir "no" sin necesidad de justificarse ni dar explicaciones. Y empezó a curarse de sus heridas. Vivía en la disponibilidad constante y obsesionada con la productividad, por lo que establecer límites saludables le generó de inicio algo tan vital como eso, salud. Y con ello empezó a avanzar en su propósito, y a escribir su propia historia, llevándole sus acciones hacia donde había puesto su meta dentro del plan. 

Parece simple, pero fue un desafío descomunal

Constató que no era necesario siempre lo de la justificación. Incluso a veces era una trampa. Hacía público lo privado, generando juicios constantes sobre sus decisiones. Le enseñó a entender que explicar algo cuando no podía/debía hacerlo era cómo si no estuviera legitimada a decidir por su tiempo, su propia vida. Y cuando daba una explicación abría la puerta para negociar, se exponía al debate; y con esto se ponía un cartel que permitía a su entorno decidir qué hacer con su ser, su tiempo, su guion de vida. 

En cambio, cuando aprendió a responder con un no directo fue como cerrar la puerta al debate con un buen candado. No tuvo que ser descortés, y aprendió a no caer en la trampa de parecer una persona con falta de empatía. Simplemente era cuestión de auto-respetarse, definir sus límites, y empezar a parecer (por que lo era) una profesional clara en su comunicación, alguien a la que no había que cuestionar sus decisiones, y que no tenía ninguna necesidad de defenderse constantemente. Su tesón, su conocimiento tanto del sector como de su área y su profesionalidad le permitían decidir, planear, organizar, delegar y decidir cuando generaba soporte y cuando daba distancia, devolvía feedback y ejercía o no seguimiento.

Sí, en su anterior etapa, ella misma se veía como ruda, grosera, antipática, como con falta de empatía, seca. Pero tener siempre que defender su decisión, y la energía que tenía que consumir para hacerlo o explicar por qué esto, por qué aquello una y otra vez le iba deteriorando, tanto en lo profesional, como en lo personal. 

Por lo que se forzó a decir un "no" amable, pero firme y directo. FIRMEZA y respeto; y sobre todo, auto-respeto.

El no con una explicación elaborada podría incluso crear falsas expectativas a la otra parte. 

Como siempre, no fue un antes y un después. No es automático, ni mágico. Primero lo entendió, y luego inició un largo camino. Aprendió a respetarse; y a respetar al resto. Caminó en el camino de la autoconfianza, siendo honesta consigo misma, y con los demás. Y empezó a mejorar, y mucho, las relaciones con el resto del personal de su departamento, con sus colegas de dirección, y sobre todo con su jefe. Puso límites claros y honestos.

Y le fue muy bien. Las etapas fueron enriquecedoras. Tuvo que ser consciente de lo que quería. Y cuando le preguntaron en qué etapas consiguió llegar a la meta, lo contaba como sigue:

"Primero reconocí que no tenía que justificar cada decisión. Algunas sí, pero no todas, o mejor dicho, no la mayoría.

Después acepté que el malestar inicial de la otra parte ante la sorpresa de negarle una ayuda (antes siempre concedida) o no hacer una tarea formaba parte de llegar a una meta superior de productividad, y a la vez formaba parte del crecimiento de ambas partes; la receptora y la emisora. Y empecé a verlo normal. Incluso a veces, la otra parte tenía que dejar algo no importante de su parcela para ayudar a conseguir un tema supuestamente importante de la mía.

Observé cómo las interacciones iban cada vez más completándose y enriqueciéndose con dosis de respeto. Mutuo, consciente, asimilando el juego de sumas y restas; y también el de la sinergia y la multiplicación.

Y comprendí que un no claro era más respetuoso que un sí que no acaba de decidirse, que requería explicaciones, dejando de darle vueltas sin seguridad a un asunto mientras lo importante, por no ser urgente, lo dejaba sin hacer mientras destruía el futuro a través de un desgaste provocado por un estrés y ruido incesante que no hacía cada día más que empeorar."


Decir no, sin culpa. Así consiguió Asun crecer, llegar a lo que hoy es, como directiva, como madre, como esposa, como amiga. Y le dio gracias a su gran "no", al "no" del que todos deberíamos acostumbrarnos a gestionar:

El no que ahorra tiempo.

El no que mejora tu estado de salud.

El no que libera la energía que antes iba directa al cubo de la basura de la justificación.

El no que elimina/minimiza el estrés por complacer al prójimo, aun enterrándonos a nosotros.

El no que genera claridad de comunicación.

El no que nos lleva al auto-respeto.

El no que nos conduce a lo auténtico.

El no al resto que es un sí a ti mismo, a tu tiempo, a tu salud.

domingo, 9 de febrero de 2025

DARLE LA VUELTA AL ARGUMENTO CONVIRTIÉNDONOS EN PERSONAS DE VUELO SUPERIOR

"Los que renuncian son más numerosos que los que fracasan"


Henry Ford (1863-1947) 

Industrial estadounidense



El equipo directivo aprovechó el VI Congreso Educando en Valores de Pozoblanco para la reunión anual que sirvió como resumen y cierre del ejercicio 2024 y puesta de largo de las previsiones, metas y principales retos para el 2025.

Como Siempre, y Para Siempre, M Ángeles fue una gran anfitriona, y organizó el Congreso con nota, sorprendiendo nuevamente a jóvenes y no tan jóvenes.

Arrancó el congreso con su himno, siempre cantado (y compuesto) por Luis, cantante profesional, elegante y entregado a la causa.

Magia, formación sobre los peligros de las redes, dando a conocer lo que es el grooming y la IA (oportunidades y amenazas) daban forma a la jornada, como antesala a las charlas de Marta y Pedro.


Tras el descanso, Marta, con 29 años, nos contó su historia.

Empezó con sus éxitos, medallas, campeonato del mundo, etc... Pero nos dejó un mensaje potente a todos las asistentes y lo recalqué en la reunión del equipo después: "PROHIBIDO QUEJARSE".

Marta continuó contando cómo sufrió bullying en su instituto desde los 13 años. Parece ser que le hicieron vacío, le tiraban las cosas al baño e incluso llegaron a pegarle una paliza. Resumen de las causas según un profesor que atendió a sus padres tras la paliza: es que su hija saca buenas notas, se le dan muy bien los deportes y va siempre bien vestida, y eso no ayuda a integrarse. Ahí lo dejo.

Tras el cambio de instituto, llega su segunda etapa, y su segundo golpe de vida. Un día entrenando cae mareada. Tras una odisea de médicos le diagnostican "un tumor en el cerebelo". No una, sino dos operaciones a vida o muerte (esa Navidad la dedicó a despedirse de amigos y familia), la dejaron con una discapacidad muy seria, pero a los dos meses consigue andar sola, a los seis trotar 5 kilómetros, y debido a su capacidad de lucha y resiliencia, decide continuar desde su casa para terminar primero de bachillerato y al año siguiente termina segundo en el insti; eso sí, sin poder pisar recreo, ni compartir muchas cosas que los jóvenes sin secuelas pueden hacer en su vida normal.

Y llega la etapa de la universidad. Un suplicio para iniciarse en INEF, debiendo pasar las pruebas de acceso sin ningún tipo de adaptación a su situación. Marta lo consigue; otra montaña escalada sin ayuda alguna.

Ya en tercero, sale de fiesta, llegan a un piso a rematar la salida, un juego de jóvenes, y cuando le toca a ella beber (solo bebía agua), algo que alguien mezcla en su vaso la deja sin conocimiento, y sin entrar en detalles, es violada esa noche por dos jóvenes. Las pruebas de ADN indican que uno de ellos era un compañero de carrera, de su clase de 3º.

Aviso para navegantes; jóvenes, padres. Esto pasa, a ella que estaba allí, contándolo, le había pasado. Lo contaba quien lo había vivido en sus propias carnes.

Y para colmo, el juez archiva el caso. Y gracias a su madre, que la pilla a tiempo, Marta no se suicida.

Marta se recupera de nuevo, de todo, que no es poco, gracias a su familia, psicólogos, un sacerdote y la fuerza que Dios le envía. Y se refugia en el deporte, más específicamente en el Triatlón.  

"PROHIBIDO QUEJARSE".

Dejó algunos consejos:

"Nadie es menos, pero nadie es más. Enfrentarse a los que no quieren que tú crezcas. Qué te da la vida, quién te quiere pisar, y qué propósito vas a conseguir no por los que te envidian, sino esforzándote por ti mismo."

Marta, medalla de plata en París 2024, pero sobre todo una mujer con una vida con caídas brutales, pero con una capacidad de superación superlativa. 

Su medalla, el premio, su vida, una Master Class para jóvenes y no tan jóvenes. 

"La vida es larga, y corta a la vez. Luchar por vuestros sueños, pero nunca piséis a nadie. Si los jóvenes de hoy no lo cambiáis, no lo va a cambiar nada ni nadie."





Tras el noqueo de Marta, llegó Pedro. Lanzó una cuestión simple. ¿Qué debemos hacer cuando las cosas no salen cómo queremos? Durante su charla trató de explicar cómo se gestiona el "fracaso". Y arrancó haciendo ver que las personas no son malas sino que tienen malos comportamientos.

Contó cómo vivió el divorcio de sus padres (tenía 12 años), y respondió desde el odio, la rabia, el rencor; en resumen, no lo supo gestionar. Tampoco compartir. Cambió de cole y conoció el miedo tras amenazas de algún que otro grupo o tribu de la época.

Pero su vida cambia cuando conoce un deporte llamado waterpolo. Tras volver a cambiar de casa cuando su padre encuentra otra pareja, Pedro se escapa y se refugia en el deporte. Ya juega sus primeros juegos en el 88, pero le marca la final del 92; que entre otras cosas perdieron. Toda España pendiente, sus familias y amigos en la grada, tres prórrogas y al final, pierden. Y los periódicos de la época después de todo su esfuerzo, del equipo, de llegar a una final olímpica en su país, lo tachan de "fracaso". "El waterpolo español ha fracasado".

En ese momento, abre debate con los jóvenes del congreso: "Esfuerzo, trabajo, desastre, quedar segundo es un éxito, porque muchos otros no han ganado nada, del segundo nadie se acuerda".

¿Éxito o Fracaso? Para Pedro, no es lo que pasa, sino la lectura de lo que nos contamos con lo que nos pasa. Dos caras de la misma moneda.

El éxito y el fracaso es relativo. Según el valor de cómo se vea, así se afronta la adversidad. Cuando algo va mal, se trata de darle la vuelta al argumento.

Cara del éxito: Intentarlo, crecer, afrontar retos, no tener miedo al error, hacerlo lo mejor posible. Lograr reconocimiento por obtener un cierto nivel. Notas esencialmente públicas. Resultado feliz de algo importante.

Cara del fracaso. Intentar hacer algo y no tener los resultados esperados. Experiencia más bien privada. Algo esencial se ha torcido, con resultado más bien adverso. Tristeza, amargura y desilusión.

Ambos son dos grandes impostores. Pero Pedro nos transmite que para llegar a alcanzar el éxito se tiene que pagar un precio demasiado alto que nos pueden llevar incluso a la incoherencia. En cambio, el fracaso puede conllevar una lección de vida fructífera que puede dar la vuelta al argumento. La capacidad para crecerse ante los obstáculos y no darse nunca por vencido es darle la vuelta a ese argumento negativo que proviene del dolor, del ser segundo, de recibir esa paliza. El fracaso modela y programa la personalidad, debe ser pasajero, superable, punto de partida, de renovación, de aprendizaje. 

No es normal aprender de lo teórico sólo y del triunfo tras triunfo. Lo que nos llegará en nuestro entorno familiar, con los amigos, y en el trabajo serán muchas caídas y numerosos golpes. Se trata de afrontar el fracaso como aprendizaje. De las derrotas hay que tomar nota y volver a empezar. Asumir la derrota, levantarse y volver a la lucha. 

Ser Personas de vuelo superior como comentaba Pedro ya al final. Saber aprender. Tener siempre el fuego dentro, encendido. Y no podrán con nosotros. Perseverantes, persistentes, optimistas, sin dejar nunca de luchar. Así era Marta, así era Pedro, y así quería que fueran los 800 adolescentes que escuchaban atentos todos los mensajes.

Y así tendremos que ver nosotros la vida también como adultos para seguir creciendo

"Hay derrotas triunfales a las que envidian algunas victorias".- terminó resonando en el auditorio.



Pensaba ya en casa en todo lo ocurrido decidido a darle la vuelta al argumento mientras nos convertimos en personas de vuelo superior. Y tomé nota de algunos consejos como resumen para practicar en el día a día, mientras me caigo, mientras me levanto, mientras me daño, mientras me curo, y siempre sin derecho alguno o motivo para quejarme...

- En la familia, con los amigos, en el trabajo, cuando no todo sale bien como nosotros queremos. ¿Qué nos estamos contando?

- De la tristeza, enfado, ira y negación del 92 le dieron la vuelta al argumento en el 96 con liderazgo, talento, optimismo, esfuerzo, atrevimiento, generosidad, valentía.

- El esfuerzo no es igual al resultado. Esto va de cómo ves lo que pasa. Manejar la presión. Sentir que se está a la altura. ¿Es la realidad o es lo que me cuento?

- El miedo no es malo sino necesario porque trae la prudencia, la reflexión, y tenerlo no es malo si se conquista.

- Atreverse a cambiar, a cambiar el argumento, a cambiar qué nos contamos, y a perseverar.

- No olvidarse, aunque triunfes, que no eres otro ni diferente; eres el de siempre. 

- Tu edad no te define, te define tu comportamiento y la manera de cómo te hablas. 

- Las notas no son tu inteligencia, sino la inteligencia adaptativa que te permite cambiar y seguir.

- No dejes nunca de ser auténtico, original y merecedor de cariño. Por favor, genera buenos hábitos de vida, por ti, para ti, y por/para los tuyos.

domingo, 2 de febrero de 2025

EL PODER DEL SILENCIO. HABLAR MENOS, HABLAR MEJOR.

"A menudo me he tenido que comer mis palabras 

y he descubierto que eran una dieta equilibrada"


Winston Churchill (1874-1965) 

Político británico


Mucho había escuchado sobre Jesús, y todo bueno. Y es que su conocimiento en la materia y lo relacionado con su profesión a nivel técnico era de nota. Sus hechos y lo que había conseguido en puestos diferentes, trabajando como mano de obra directa, marcaban un camino cargado de hitos positivos.

Sin embargo, cuando tuve la oportunidad de conocerlo al compartir en la empresa un par de proyectos, tras escuchar lo que proponía y todo lo que al hablar desnudaba acerca de sus pensamientos, hizo que lo que era leyenda pasara a una realidad decepcionante.

Cuanto más hablaba se alejaba de ese supuesto héroe aterrizando en el mundano rol de villano.

Y es que hablar demasiado no ayuda casi nunca. Dicen que la lengua humana es como una bestia salvaje, difícil de domesticar, y menos de controlar. Pero en lugar de alegrías, suele causar daños al dueño que la cobija cuando se desata. Por todo, aprender a controlar el arte de la palabra puede ser un factor que haga a su propietario triunfar, procurando que la misma no se malgaste en balde, sino sea usada en su justa medida.


Al contrario, dominar el silencio o decir menos de lo necesario le hace a la persona incluso mejor de lo que es. Controlando lo que se revela con las palabras justas se deja de transparentar al cien por cien objetivos o intenciones. Y decir menos aumenta el misterio y la profundidad de la persona que lo domina.

Si dices poco puede que se cree una apariencia de conocimientos. Y solo por estadística, la probabilidad de decir tonterías decrece, incluso de desvelar lo que no toca.

Aunque también hay gente que cambia su palabra de forma continua y no pasa nada, lo normal es tener unos principios y mantener lo que se dice. Por todo, si se habla demasiado, es muy posible que se sea esclavo de sus palabras. La lección está clara: una vez las palabras están dichas, no se pueden retirar. Y si te desdices, no quedas precisamente como una persona confiable.

Relativo a este tema, recuerdo un amigo que siempre me aconsejaba mantener el control y ser muy cauteloso con el uso del sarcasmo, porque aun siendo verdad que el mismo genera una gran satisfacción momentánea, normalmente después a la larga se paga con creces el daño punzante que deja en la otra parte.

Recordando a Jesús, también cometía un error cuando tocaba trabajar en equipo. Nunca dejaba hablar a sus subordinados antes que él mostrara sus intenciones. Y conocer las intenciones de tu equipo, enriquecer de ideas el proyecto y abrir las posibilidades antes de decidir solo es posible si el personal no siente la necesidad de pensar lo más cerca posible del "jefe". Y recuerdo cómo tras Jesús sentenciar al inicio, el resto convertían la reunión en un cuadro monocolor.


Me pregunté si en algún caso sería bueno no permanecer callado. Y creo firmemente que sí. Por ejemplo, pensé en casos que el silencio pueda levantar sospechas de que no se quiere informar, o incluso ante alguna pregunta directa puede aparentar inseguridad o desconocimiento. Por lo tanto, ser cauto, aprender a no hablar demasiado, sí cuando toca, pero no quedar mudo en momentos que hay que salir al escenario. Porque a veces hablar de más, y aparecer como débil o menos inteligente a propósito puede ayudar a atestar un golpe adelante estratégico mientras el opuesto entiende que tiene enfrente una especie de bufón (recordando entonces que el bufón aparece como el tonto/payaso siendo incluso más listo que el propio rey).