"Un egoísta es aquel que se empeña en hablarte de sí mismo
cuando tú te estas muriendo de ganas de hablarle de ti"
Jean Cocteau (1889-1963)
Escritor, pintor, coreógrafo
No estaba Juan Miguel nada conforme con el final de su empresa y sabía que no era el único responsable, por supuesto, pero junto con el resto del equipo directivo habían llegado a una situación que parecía no tenía marcha atrás.
Es difícil de entender, pero a veces las empresas imponen a sus clientes criterios que ellas mismas nunca permiten o permitirían a otras empresas con las que tratan. Pero cuando los fabricantes se empeñan en enfocarse mucho en sus productos y poco en entender las necesidades de sus clientes nada bueno se puede esperar.
Mi colega lo sabía y me lo repetía una y otra vez: "no supimos comprender las expectativas y las necesidades de nuestros clientes y esto era clave para fidelizarlos; y hoy ya no están con nosotros".
Los propios directivos habían sido el peor enemigo de la empresa y los principales responsables de su situación, ya que el éxito de la misma en el pasado, totalmente centrada en el desarrollo de productos, se había convertido en su mayor debilidad en la actualidad. En definitiva, habían permanecido con nula escucha activa hacia las necesidades y problemas de sus clientes, y pasaban el tiempo mirándose al ombligo, desde su época dorada hasta nuestros días.
Pero el mundo, ese al que nadie del equipo directivo echaba un vistazo, cambiaba, y a toda máquina; y con él, las necesidades de los clientes de esta firma. Pero los directivos seguían actuando y tomando decisiones como si el mundo fuera el de antes.
Estaban muriendo de éxito...
Y es que el éxito puede axfisiarte si no se enfrentan con cautela a sus dos principales elementos negativos:
LA ARROGANCIA
Y
LA INERCIA
Estos elementos impiden ver a sus directivos cómo evolucionan los mercados y no hacen otra cosa que hacer que su empresa se vaya quedando atrás.
Por eso, hoy más que nunca, si no existen en la empresa directivos que perciban esos cambios para reaccionar ante el vertiginoso cambio, y sobre todo, que sepan o puedan tomar decisiones para realizar transformaciones que generen los ajustes necesarios, no queda más remedio que buscar talento fuera de sus dominios. En caso contrario, ante el conformismo de lo que nos ha traído hasta aquí, la muerte estará casi casi asegurada.
Parece una contradicción, pero lo mismo que ha provocado el liderazgo en su empresa, como fue el orgullo por sus productos o el conocimiento especializado de los servicios que ofertaban, pueden ser la causa del fracaso como negocio si no escuchan los cambios propuestos por los clientes de su empresa o sector.
Resaltar también que la competencia contrató nuevos directores y consultores que les asesoraban sobre las necesidades que tenían los clientes de esta época, mientras la cultura de la empresa de Juan Miguel entendía que poco podían aprender de la "gente de fuera". Mientras tanto, la pérdida de clientes era bastante acentuada; vamos, que se estaban desangrando.
Ahora ya no es nada fácil, ya que tenemos a la empresa del colega en la UCI, pero nos queda al menos el conocimiento de que existe una cosa más difícil de gestionar que una empresa joven, poco conocida y sin estructura ni clientes, y no es otra cosa que una empresa exitosa y con antigüedad, con poca cintura para el cambio y con una grave sordera de lo que está pasando a su alrededor.
Lo dicho, muriendo de éxito...
Pero el mundo, ese al que nadie del equipo directivo echaba un vistazo, cambiaba, y a toda máquina; y con él, las necesidades de los clientes de esta firma. Pero los directivos seguían actuando y tomando decisiones como si el mundo fuera el de antes.
Estaban muriendo de éxito...
Y es que el éxito puede axfisiarte si no se enfrentan con cautela a sus dos principales elementos negativos:
LA ARROGANCIA
Y
LA INERCIA
Estos elementos impiden ver a sus directivos cómo evolucionan los mercados y no hacen otra cosa que hacer que su empresa se vaya quedando atrás.
Por eso, hoy más que nunca, si no existen en la empresa directivos que perciban esos cambios para reaccionar ante el vertiginoso cambio, y sobre todo, que sepan o puedan tomar decisiones para realizar transformaciones que generen los ajustes necesarios, no queda más remedio que buscar talento fuera de sus dominios. En caso contrario, ante el conformismo de lo que nos ha traído hasta aquí, la muerte estará casi casi asegurada.
Parece una contradicción, pero lo mismo que ha provocado el liderazgo en su empresa, como fue el orgullo por sus productos o el conocimiento especializado de los servicios que ofertaban, pueden ser la causa del fracaso como negocio si no escuchan los cambios propuestos por los clientes de su empresa o sector.
Resaltar también que la competencia contrató nuevos directores y consultores que les asesoraban sobre las necesidades que tenían los clientes de esta época, mientras la cultura de la empresa de Juan Miguel entendía que poco podían aprender de la "gente de fuera". Mientras tanto, la pérdida de clientes era bastante acentuada; vamos, que se estaban desangrando.
Ahora ya no es nada fácil, ya que tenemos a la empresa del colega en la UCI, pero nos queda al menos el conocimiento de que existe una cosa más difícil de gestionar que una empresa joven, poco conocida y sin estructura ni clientes, y no es otra cosa que una empresa exitosa y con antigüedad, con poca cintura para el cambio y con una grave sordera de lo que está pasando a su alrededor.
Lo dicho, muriendo de éxito...
Historias pasadas de "lasemanadeedusanchez": Os dejo, en el siguiente enlace, lo que pasaba por este blog hace 3 años para los que se han incorporado tarde y también para los amigos nostálgicos que les gusta recordar.