"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.


Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.


Será vuestro mundo, vuestro camino..."

domingo, 27 de agosto de 2023

LIDERAZGO RÍGIDO Y CON ALGO DE HIPENGIOFOBIA

"Uno es para siempre responsable de lo que domestica"


Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) 

Escritor francés



De repente, y tras abordarle en su despacho a media mañana, Luis le preguntó por sorpresa por cómo veía a su hijo; pero era una pregunta que no esperaba respuesta tan profunda porque una vez metidos en faena, tras escuchar parte de lo que Felipe quería transmitirle, se levantó rápido y se despidió debido a que tenía otra reunión programada. Tal vez por falta de tiempo o tal vez por no esperar algunas de las respuestas que le estaba relatando su responsable de RRHH, la charla sobre un tema tan importante como la sucesión en la empresa se pospuso para otra ocasión.


Felipe se quedó un rato solo, reflexionando sobre lo que había acontecido, pero desde su punto de vista, sus responsabilidades como jefe del departamento de personas y su puesto en el comité de dirección le daban la autoridad y a la vez generaban la obligación de cuidar el relevo de liderazgo al máximo nivel en la empresa.

Y es que Luis Jr. había crecido mucho y bien en la empresa, sobre todo en los años que fue rotando en los distintos departamentos, eso sí, siempre tutelado por mandos intermedios, y en el último lustro como segundo de 3 de los 5 directores que formaban el comité de dirección tampoco lo estaba haciendo mal (o bastante bien, todo hay que decirlo).

Pero a Felipe, tras concertar con su jefe que era el momento de meter una marcha más en la formación interna de su hijo, una serie de detalles no le estaban sonando bien, algo así como ir escuchando la sinfonía un poco desafinada y poco fija en cuanto al ritmo de la misma.

Estaban acostumbrados a un liderazgo flexible, firme cuando era necesario, pero siempre abierto al dialogo, por lo que para el equipo más cercano a la propiedad, así como para los mandos intermedios la participación en cualquier proyecto, la proactividad para poner al descubierto ineficiencias y valorar oportunidades afrontando los retos era parte del ADN de la empresa, por lo que durante el gobierno de Luis siempre había habido un ambiente de confianza y de sentirse como en una auténtica familia en la que todos aportaban, y sobre todo, importaban.

Pero Luis Jr. era diferente. Estaba cambiando a la par que su padre le iba dando cancha en asuntos cada vez de más importancia y que descubrían su liderazgo, el cual dicho sea de paso no tenía que ser un clon del de su padre, pero iba poco a poco tildándose de una forma de dirigir muy poco flexible.

Como Felipe le decía con algún otro ejemplo: "Siempre que afrontamos un nuevo proyecto o tenemos una reunión provocada por algún problema a resolver, lo que trae Luis a la reunión en la cabeza es lo mismo que resulta tras la reunión, el análisis y los pocos comentarios o aportaciones que permite que el equipo de dirección o algún especialista realicen. Nunca da su brazo a torcer, y cada día la gente evita enfrentarse o aportar en las reuniones porque encima el que se mueve, poco a poco, no sale en la foto con el destinado a sucesor."

Estaba claro que todos los directivos de la empresa quieren una transición cómoda, justa y si puede ser, que mejore y se adapte a todos los cambios que la época y la situación compleja actual requiere. También es cierto que el liderazgo de éxito de los años 90, poco a poco, debe dejar paso a liderazgos que entiendan un entorno hostil, cambiante, incierto y que exige "coopetir" incluso, debido a un mundo global y en resumen, muy VUCA.

Por ello, la propiedad y la alta dirección están abocados a llevar al límite la cualidad del liderazgo flexible. Lo que Luis en esencia era; abierto, escuchante activo, flexible y si se puede definir en una palabra qué provocaba en sus equipos se podía decir que la misma era "empoderamiento".

Por lo tanto, o mucho cambiaba la situación, o Luis Jr. no podría tener a nadie del equipo de su padre al cargo cuando el relevo se produjera si continuaba siendo un líder rígido, que no cambiaba nunca de opinión, y además, lo de escuchar no era su fuerte.

Por otro lado, también le había llamado la atención a Felipe, y últimamente cada vez más, que cuando una solución adoptada por consenso en el consejo para la resolución de un problema, o se había tomado un camino para afrontar un nuevo proyecto o reto, y éste había sido un fracaso,  en pequeños foros y con una camarilla que había formado a sus pechos, Luis Jr. criticaba al resto del equipo y siempre apostillaba que él lo hubiera hecho distinto, pero...

"Donde manda capitán no manda marinero".- Era su frase favorita, la que siempre remataba cualquier reunión o charla sobre algo que no había salido bien. 

Y es que  si hay algo en la vida que se repite desde que nacemos no es otra cosa que el fracaso o los errores. En todo lo que hacemos hay una alta probabilidad de perder. Se trata de aprender rápido y que el error cueste lo menos posible, pero hay de aquellos que no aprendan o toleren convivir con los errores que les seguirán toda su vida. Por este motivo, no asumir errores nunca y menos aún responsabilidades puede ser algo que nadie en la vida, pero menos un jefe, puede tener como receta para al final del camino alcanzar una carrera personal o laboral de éxito.




Felipe sabía que tarde o temprano Luis querría volver a hablar de la posición de su hijo, cada vez más rígido en sus forma de dirigir y con cierta tendencia a la hipengiofobia, por lo que preparó un plan para intentar, con el beneplácito de su jefe, reeducar al heredero en una posición de dirigir con la mente más abierta y descubrir cual era el verdadero problema para no aceptar nunca como suyas las decisiones que tomaban en común y responsabilizarse tanto de los éxitos, pero sobre todo de los tropiezos. Felipe quería saber si este tema era causado por miedo a equivocarse en público, miedo a no estar a la altura de su padre o de su equipo de dirección, miedo a someterse al juicio de los demás, miedo a descontrolarse por falta de seguridad en sí mismo o miedo a ser impopular por decisiones difíciles y a veces, por qué no, equivocadas.

domingo, 20 de agosto de 2023

BACK TO WORK

"La historia es un incesante volver a empezar"


Tucídides (460 AC-396 AC) 

Historiador ateniense


No era un día cualquiera para Jana. Estaba sentada frente al portátil en el despacho de su casa, pero se sentía mejor que nunca, ya que después de varios años la decisión de estar en el hogar una semana completa tras la vuelta de vacaciones de verano, antes de volver a la oficina, le había sentado muy bien.


Era consciente que mañana tocaba tomar tierra, pero la semana de organización, planeamiento, ordenación de ropas, utensilios de viaje y tareas pendientes que se había marcado tanto en el hogar, como un par de temas que había programado para estudiar del trabajo, más estratégicos, le habían ido preparando para un aterrizaje suave y sin quebrantos.

Sabía que todo había ido bien durante su ausencia, ya que no había perdido el pulso a lo que iba acaeciendo en la empresa; nunca le había faltado un toque de algunos de sus colaboradores que habían surfeado muy bien todos los temas y cuando la habían necesitado allí había estado ella, resolutiva pero sin intromisión alguna, respetando a los mandos tal y como se lo merecían.

En fin, todo estaba listo para que el estrés de dejar maletas, enseres, y el hogar desordenado no turbara la vuelta. Revisó la lista, y menos una visita periódica a su médico y un par de cenas que aún le quedaban con familiares y amigos todo estaba en su sitio.

Dedicó un par de horas a fijarse objetivos para un par de meses en adelante en esta importante etapa que sería el nuevo curso. Escribió dónde había dejado temas inconclusos y determinó lo que quería conseguir en otros tantos, incluyendo una lista de recursos que necesitaría y una aproximación en plazos, porque como ella siempre decía, el qué debe ir acompañada de un con qué, y también un cuándo.

Se pesó, y vio que todo había ido bien, pero que debería intensificar un poco el cuidado de su dieta, volviendo a la rutina, y aumentando los ejercicios físicos diarios, para lo que se planeó una hora al día que por su bien no debería saltarse desde el mismo lunes, o sea mañana mismo, que era la fecha en la que le tocaba volver sí o sí al temido día a día.

Se saltó la siesta y se propuso no tomar café en la cena, más que nada para prevenir una noche que se iniciara algo nerviosa, y que no le permitiera conciliar un sueño que debería ser vital para entrar en la semana con un excelente pie. No esperaba un día sencillo, por lo que cuanto más descansada llegara mejor y de manera más enérgica podría afrontar el mismo.

Ordenó las tareas a corto y puso la lista por orden, dejando en un principio las más sencillas y básicas, de tal manera que fuera rodando la jornada, la semana, y poco a poco, colegas y clientes fueran entrando en la dinámica sin avasallar. El ritmo hay que ir cogiéndolo de manera progresiva, y no debe entrarse al sprint de inicio, sin un calentamiento adecuado. Además, el ir cogiendo confianza le iría llevando a afrontar problemas y tareas más delicadas e importantes. 

Decidió comer con un par de colaboradores con los que tenía un proyecto de gran importancia para la empresa, y de esta manera podría conocer el estado del mismo y repasar los puntos aplazados, recogiendo el feedback de lo que necesitaban de ella, lo cual le serviría para ajustar parte de su agenda en las próximas semanas.

Repasó los compañeros que estarían todavía de vacaciones, los que volvían cuando ella, y los que ya habían terminado su periodo de vacaciones hace unos días, decidiendo que invertiría unos minutos en conversar con ellos, entendiendo que un buen ambiente tras las vacaciones en el entorno laboral era fundamental en términos de productividad. En ese momento recordó que no era la única que había descansado, y que volvía al tajo, por lo que que el resto estuviera en su misma situación haría que la puesta en marcha, tirando de empatía, fuera más sencilla si se iniciaba trabajando en equipo que de manera individual.




Bajó del despacho, se puso a las órdenes de su pareja como pinche en la cocina (le gustaba ser la ayudante cuando él hacía la paella fin de verano, como todos los años), descorchó una botella de vino y dio gracias a Dios por haber podido disfrutar con amigos y familia de las vacaciones y también, por qué no, de tener fecha y hora para volver a trabajar, lo que significaba que podría comenzar a llenar la hucha que le permitiría volver a disfrutar el año siguiente de un periodo estival al menos igual al que acababa de terminar.

domingo, 6 de agosto de 2023

LA MALETA DEL DIRECTIVO

"Ningún descanso me redime del trabajo; 

la noche persigue mi reposo al día y el día a la noche"

Horacio




Juan estaba haciendo la maleta para iniciar al día siguiente su periodo de vacaciones de verano. Pensaba, como todos los años, que las necesitaba más que nunca. También reconocía que llevara lo que llevara, tenía que dejar hueco para el móvil y el portátil, por eso de que la desconexión total es imposible y si alguien de su nivel en el organigrama le decía que lo hacía, simplemente sabía que le estaba mintiendo.


En primer lugar, elegir la fecha de Agosto no es baladí. Está claro que es la temporada de vacaciones por excelencia y su elección viene propiciada por un descenso de la actividad, a nivel general en muchos sectores; y el suyo no era una excepción. Y qué mejor cuando sus clientes descansaban que aprovechar para bajar el ritmo y recargar las gastadas pilas internas.

Pues bien, Juan comenzó metiendo en su maleta muchas ganas de disfrutar de su mujer y sus hijos, no dejando sin meter en un hueco el objetivo de descansar y un par de libros que nada tenían que ver con su negocio, pero que tras un par de recomendaciones había comprado pensando que en las vacaciones de verano sería el momento idóneo para relajarse todo lo que pudiera mientras los leía.

Miró hacia el portátil y el móvil, ambos haciéndole ojitos. Les tranquilizó al momento, ya que tenía preparada la mochila con cargadores y todo lo necesario para que antes de que todo el ecosistema de cada día vacacional comenzara a aparecer en las zonas comunes dispuestas para el disfrute, pudiera avanzar y verificar que lo urgente e importante quedaba revisado, delegado o solucionado, según los casos.

Ni que decir tiene que su grado de responsabilidad en la empresa implicaba estar siempre disponible para clientes y compañeros, por lo que eso de apagarse quince días, y/o ni siquiera una semana era ciencia ficción (y tampoco hubiera podido aguantarlo, pensó él mismo).

Eso sí, para conseguir que cuando tocaba enfocarse en el asueto y los momentos regeneradores de descanso total debía de ser muy estricto en la franja horaria para ponerse al día con correos y llamadas, tema que la tecnología le había resuelto hace tiempo recordándole si estaba en "tempo" de setas, o de Rolex. Su experiencia en el pasado le demostró que nunca perdió la oportunidad de recolectar unas u otros...

También una desconexión excesiva le llevaba siempre a una peor preparación o puesta en marcha del denominado inicio de nuevo curso. Y en ese momento recordó cuando Pepe, un colaborador, le había dicho que le llamara durante las vacaciones sin problemas, ya que se iba al piso de la playa durante todo el mes, y le vendría bien desconectar un poco de las vacaciones (en ese momento a Juan le salió una pequeña mueca perversa a modo de sonrisa incómoda, como dudando que se necesitara desconectar del tiempo de desconexión; pero y si sí).

Pensó por bien que esta parte no estaba reñida con el merecido descanso, por lo que volvió a su maleta. Llegó a una parte de la misma que le recordó actividades realizadas el último verano, dibujándosele una sonrisa en su cara de las que ocupan de oreja a oreja. Era una parte en la que había hueco para cocinar, leer, hacer deporte, pasear y darse un chapuzón de vez en cuando.

Miró lo que le faltaba por meter y el hueco que tenía en el equipaje que se había propuesto llenar. Observó que había metido un gran reloj. El mismo era voluminoso. Se quedó pensando y decidió sacarlo; su objetivo era disfrutar mientras descansaba con la familia y amigos sin mirar el reloj, y que el tiempo no fuera uno de sus problemas ni siquiera secundario, por lo que rellenó ese hueco con un planificador de viaje sin destino, sin fechas, sin horarios y sin relojes que apretaran las actividades y el paso de las jornadas. No importaba nada, salvo la buena mesa y la mejor compañía.

Miró un pequeño hueco y decidió rellenarlo con una libreta y un estuche con bolígrafo y lapicero (por esto de los croquis que no cesaba de hacer, aunque sabía que era muy, pero que muy malo dibujando, por cierto) que había adquirido en su último viaje a la delegación que tenían en Mérida. Y es que le gustaba anotar todo lo que se le ocurría, tanto al final del día, ya en la terraza, cuando tomaban el último refresco, como los ideas que surgían mientras caminaban en su paseo matutino, dialogando con su pareja o con el resto de la cuadrilla que formaban esta aventura de verano.

La tranquilidad, la minoración de la agenda y el estrés, así como el cambio de entorno y estar fuera de la oficina le proporcionaba ver la caja desde fuera, desde otro enfoque. Todo esto le permitía ver las cosas de diferente manera, cruzando lo personal con lo profesional, el ambiente de ocio con los problemas del día a día, y al final generar soluciones creativas que sin  salir del ambiente laboral se le hacían cuesta arriba, incluso a veces hasta parecerle irresolubles.




Por último, echó en la maleta unos prismáticos y un audífono. Esta parte del equipaje tenía que servirle para agudizar por un lado la capacidad de escucha, y por otro aumentar su visión de largo. Quería ser capaz de ver más allá de un pequeño radio, visionar el horizonte, distinguir más allá del cielo más cercano. Y además, se había propuesto escuchar a la naturaleza, a su familia, a sus amigos, a otras formas de pensar, y también, por qué no, escuchar cada noche el ritmo del mar, ese mar que sin más remedio le llevó a recordar la canción de Celtas Cortos, uno de sus grupos favoritos desde su etapa de adolescencia, que decía algo así: "Es el agua del ritmo del mar, que a todos los enanos da la sal, cabalga en tu pelo al sembrar, las corrientes submarinas de la mar." y continuaba de esta manera: "Si te dejas muchacha llevar, verás cosas que nunca soñarás, con la música en vena tendrás, la magia que te falta y a volar".