"¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción;
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son"
Pedro Calderón de la Barca (1600-1681)
Dramaturgo y poeta español
Estaba claro que por motivos de su enfermedad no podría terminar el cambio que su visión como directivo había planeado en la empresa de su vida. No sabía lo que ocurriría a partir de ahora. Sabía que quedaban tiempos difíciles en el futuro inmediato, pero realmente poco podía hacer él; ya había ascendido y mirado hacia atrás a lo que llegarían los suyos, tras haberle comprado el proyecto.
Dudaba de poder acompañarles más tiempo, pero no le preocupaba que se le acabaran las etapas juntos porque estaba seguro que no había retorno para los suyos y la empresa estaba posicionándose como líder en su sector a marchas dobles.
Y tras muchos años, se sentía feliz. En estos momentos no estaba preocupado por nada ni nadie. Avanzaba sin miedo hacia su final, pero con la seguridad de que culminarían su obra sin duda alguna, ese Gran Equipo de Personas que habían creído en él y por supuesto, en su proyecto.
Muchos en la empresa, en la familia o en el grupo de amigos creemos que hemos venido a este mundo para quedarnos. Este directivo enfermo lo había entendido; no había venido para quedarse, sino para cambiar e impactar allí dónde le había tocado dirigir.
Se trata de no estar siempre intentando no romper lo que nos toca vivir, sino de hacer y defender con todas nuestras fuerzas nuestras ideas, nuestras creencias y nuestras visiones dejando un legado que alguien (si lo decide así) pueda estar orgulloso de lo que hemos moldeado mientras existimos y no de lo que dejamos sin tocar para que perdure, sin vida, por los siglos de los siglos...
Hoy creo con fuerza que las empresas, los departamentos, los dirigentes, las asociaciones no deberían crearse para perpetuarse toda la eternidad. El cambio, el vertiginoso cambio nos indica que nada es fijo e inmutable, por lo que todo debe ser efímero, creativo y explosivo. Eso es avanzar y eso es el progreso en sí. La otra manera es vivir sin saltar, vivir sin arriesgar; es vivir guardándose de no morir (cosa inevitable, por cierto).
Y si difícil es seguir el ritmo de este mundo frenético y voraz, para intentar ser el que lo frene. La estampida nos engulliría tan pronto que seríamos carne de la obsolescencia, sin posibilidad alguna de volver a subirnos a esa locomotora en aceleración constante.
Por este motivo, te invito a no mirar como la vela de tu vida, de tu empresa, de tu equipo, de tu familia se consume, poco a poco, y te preguntes si tu misión en este tiempo, en este lugar que te han regalado no es otro que actuar cambiando ese proyecto actual que te pertenece y que podría acabar, con tu ímpetu y tu pasión, ajustándose a una bengala explosiva de creación de valor.
Si deseas ser motor de cambio, intenta algo así hoy mismo. Los avances y consecución de metas y objetivos te harán ver más cerca la gloria o en caso contrario, observarás como la vida se te escapa, perdiéndote el sonido de ese tren que cada vez se aleja más y acaba minimizándose en el horizonte, sin retorno.
Busca que tu vida sea un proceso de descubrimiento espontáneo, como decía Hayek; intenta que la dimensión más significativa de tu grupo, tu equipo o tu departamento sea una exuberante variedad como resumía Jacobs o citando a Schumpeter, haz que tu entorno progrese a través de la ebullición continua de un instaurado proceso de desorden en tu organización.
Peters me enseñó, y termino, que la cultura corporativa debe disponer para el éxito de esa exuberante variedad, siendo clave para el crecimiento orgánico y el éxito de la organización, y esa característica será la causa para atraer y conservar el ansiado y valioso talento que busca en los proyectos esas bengalas explosivas de creación de valor.