"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.


Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.


Será vuestro mundo, vuestro camino..."

domingo, 16 de agosto de 2020

RESETEANDO MIENTRAS HACÍA NADA

 "El arte del descanso es una parte del arte de trabajar"


John Steinbeck (1902-1968) 

Escritor estadounidense.


No hace más de un par de meses Eduardo pensaba que, tras un año tan duro y con un guión tan cambiado debido al dichoso COVID-19 pero con tanto parón forzado por la situación de la pandemia, este año ni él ni nadie de los suyos necesitarían un descanso para recargar.

Pero nada más lejano a la realidad. Cambió de pensamiento conforme se autodiagnosticaba  herido a medida que avanzaba el verano. Se encontraba realmente cansado, menos creativo y gestionaba cada vez peor el conflicto, cuestión inherente al trabajo. Además si se paraba a verse en su forma de actuar, últimamente exageraba incluso la respuesta ante los fallos y cuando las cosas iban mal.

También notaba como su malestar se trasladaba al equipo de trabajo e incluso las relaciones familiares empezaban a deteriorarse.

Pero todo cambió cuando se dio cuenta que necesitaba un descanso, porque precisamente entendió que cuanto más responsabilidad se tiene, más importante es recuperarse pronto y bien, lo que se conoce como "resetear". 

Y mientras veraneaba comenzó a reconocerse en modo "reseteando", alejado del mundanal ruido del día a día, pendiente sin estar pendiente del equipo que se había quedado al frente de todo lo que pasaba, desconectado del estrés y por supuesto, haciendo "nada".

Decidió formarse, sí, pero de una manera mucho más práctica y divertida. Leía de temas diferentes a su sector y a la vez aumentaba el nivel de concentración, se zambullía en la historia que le engullía en mundos que por supuesto no superaban a la realidad, pero le ayudaban a distanciarse de los problemas (algunos de dudosa solución) que su empresa y el mundo tenían hoy. 

Y decidió inventar historias frente al mar, sólo intentando escuchar el mensaje que éste le mandaba cuando las olas chocaban con esas rocas de la parte inferior del mirador, apoyado en la baranda, con los ojos cerrados sin presión, intentando vivir lo que su mente dictaba, ocupando la mente sin forzar, limpiando segmentos y agrupando materia gris de cara a lo que le vendría tras el merecido y necesario descanso.

Y decidió firmemente "resetear haciendo nada". Viajar le permitió abrir la mente, leer, participar en un bonito proyecto de cooperación que nunca antes imaginó que podía llenarle tanto como persona y como ser vivo, sin tener nada que ver con su misión en la empresa. Conversar, meditar, ir al cine a ver esa película que nada tiene que ver con él, dejando fluir el mundo sin programar, decidiendo no decidir, amando al prójimo sin motivo, sin más, simplemente por amar...

Y decidió aprender del ocio, de los paseos, de sus amigos que en diferentes días y en diferentes lugares le acompañaron en el periodo vacacional. Y comenzó a  aprender de sus hijos, de su esposa y de todas las personas que interactuaban en el camino del necesario descanso.

Y decidió disfrutar de una buena conversación sobre cualquier cosa, un buen paisaje, un sonido cualquiera que le transportaba hacia eso precisamente, a hacer nada de nuevo, mientras purificaba su todo y preparaba la mochila  para el camino.

Y decidió disfrutar mientras brindaban por ser unos privilegiados, de estar sanos, en definitiva de estar en este mundo tan hostil, parafraseando a una amiga de 3 años, que con sus palabras de niña (pero como una verdadera Maestra) había abierto la mente de unos adultos, insconcientes de su fortuna, durante sus últimas vacaciones de amigos mientras se bañaban  hace unos días en el mismo mar, en distinto lugar.

Y se dio cuenta que el reseteo era muy importante tanto para él como para su entorno, por lo que se tomó muy en serio eso del descanso; por su equipo, por su familia, por su proyecto y por todos los retos que la vida le regalaría. Estaba claro, le necesitaban bien despejado y lo cumpliría por todos, por él mismo.




Y esa tarde de domingo, preparando el maletín y el portátil con cargadores, auriculares, libretas y bolígrafos, con todo a punto para reiniciar la aventura que el año todavía le tenía preparada por vivir desde la mañana siguiente detectó que valoraba más que ayer todo lo que había conseguido hasta la fecha, pero colmado de energía sabía que ahora más que nunca no dejaría de aprender, soñar y luchar por y con todos los seres queridos que tenía a su lado y por todos y cada uno de sus sueños.

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