"El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños"
Eleanor Roosevelt (1884-1962)
Aproveché que Jaime me llamó a su despacho para aclarar algunos temas en el informe del mes de abril, recientemente pasado.
Le pregunté cómo veía él la visión estratégica a 3 ó 5 años en estos momentos tan convulsos y cargados de una incertidumbre que no alcanza a planear a tres meses vista. En una época que las empresas se han cerrado por ley, condenadas al menos un año y con noticias que nos dejan sin el timón de mando y nos golpean por semanas.
Tenía claro que había que achicar agua y darlo todo en nuestro día a día para capear el temporal. Pero el propósito seguía intacto. Teníamos que descubrir el nuevo mundo y no podíamos cerrarnos a lo que la tempestad nos tuviera preparados si fuéramos de los que nos dejáramos llevar, como si nada fuera ya posible por nuestros medios.
Seguía pensando que en nuestro ámbito directivo teníamos que continuar anticipando las necesidades de nuestros clientes y adelantarnos, con olfato, a las tendencias de nuestro sector. Es la clave de la competitividad y de la supervivencia de las empresas, y por supuesto, de nuestra organización. Hay que tener en cuenta que las compañías que no logran adaptarse a los cambios en el entorno, o lo hacen tarde, están condenadas a desaparecer.
"Estamos obligados, aunque pensemos que es casi imposible, porque siempre lo he hecho donde he dirigido, a prever el futuro, tomar decisiones al respecto y por su puesto, acertarlas".- comentó sobre mi cuestión, lo que a mí me pareció simplemente genial.
Por otro lado, me dejó claro que en las empresas hay cierta tendencia a enamorarse de productos/servicios, modelos de negocio y personas, lo que hace que nos anclemos en el presente.
Recordó la frase de un amigo presidente de una empresa multinacional española del sector de automoción que decía:
"Hoy hacemos retrovisores, a nivel mundial, pero o pensamos en cámaras digitales o desapareceremos. Tenemos que suicidarnos, saltando al vacío, porque si lo hace otro y acierta, nosotros estaremos muertos por inmovilismo".
En cuanto al tema de la innovación me comentó que le encantaba encontrar nuevos nichos en los que destacar para competir. La autonomía financiera, el aderezo de entregar no tanto un producto sino una experiencia a nuestros clientes y saber que la innovación no lleva un coste de entrada marcado en la etiqueta hacía de la senda a seguir un camino distinto. Se trataba de diferenciarse, sí o sí.
Y para eso, el mensaje debe ser trabajar siempre muy cerca del cliente. Recordaba a otra amiga suya que le enseñó que es verdad que a veces el cliente no tiene la respuesta, pero sí la pregunta y por tanto, estando cerca de nuestros "jefes" y atentos, cuando lanzan esos interrogantes tenemos que estar rápidos y ávidos para responder.
Por otro lado me dijo que no había que dejar de trabajar con la universidad. Tenemos eminencias en investigación que aunque no trabajen en la empresa, en proyectos acotados están dispuestos a colaborar en atrayentes procesos de innovación. También me indicó que no desdeñáramos el universo star-up, y que siguiéramos incorporando estas empresas semilla como estábamos haciendo hasta ahora.
Es una lucha de adaptación constante al cambio, siendo cierto que a veces, en la estrategia no tienes opción, el mercado o la estrategia corporativa te lleva encorsetado. Pero me recordó que hay que pasarse de flexibilidad, ya que vivimos en continua ebullición y evolución.
Recuerda estos tres mantras: "Evolución, priorización y comunicación".
La priorización trata de decidir dónde nos quedamos, dónde toca desinvertir y dónde comenzamos. Son los tableros de juegos en los que queremos estar.
Estaba totalmente ensimismado en sus explicaciones, pero tocaba otra reunión en la planta de isotermos, por lo que mirando el reloj se dio cuenta que era hora de rematar. Terminó indicándome que no era tan importante tener la mejor visión, sino la correcta estrategia para que sea aceptada y comprada por tu plantilla. Y esto sólo se consigue con una excesiva y excelente comunicación.
Es un resultado no de suma, sino de multiplicación de los factores estrategia, aceptación e implementación, por lo que muchos fracasos son debidos a un no exceso de comunicación.