"De las cosas que tienes,
escoge las mejores y después medita
cuán afanosamente las hubieras buscado si no las tuvieras"
Marco Aurelio (121-180)
Emperador romano
Tiempo de vacaciones. Este año habíamos decidido saltar a una isla. Nuevamente habíamos coincidido en una frase, un año más: "este año sí que necesitaba estas vacaciones".
Recordé que llevaba varios años escuchando esta sentencia un día después de iniciar el periodo vacacional. Pero también me di cuenta que era cierto. Y tal vez cada vez la veía peor...
Pensé entonces en la importancia de la salud mental. Alrededor, más y más cerca, cada vez tenía más a tiro la ansiedad, la depresión, el estrés. Pensé en amigos, familiares, compañeros.
Como amigo, familiar, compañero y responsable de personas en el trabajo entendí que sería importante trabajarse a sí mismo para dirigir mejor, y estar mejor con uno mismo debería ser un buen espejo para el resto, y sobre todo para su salud.
¿Entonces?.- nos dijimos en voz alta.
Pues nada, lo primero, parar.
¿Por? porque el entorno de hoy nos arrastra, y nunca para. Nos contestamos que era tiempo de pausa y reflexión. ¿Por qué? Porque nunca hay tiempo. Nunca.
¿Causa? La tecnología, el ritmo, el negocio, los deberes, los hitos, los resultados...
Lo primero es parar. En un entorno que nunca para. Pausa y reflexión. Esa será nuestra batalla. Buscar espacio donde nunca hay tiempo. Tecnología, ritmo, negocio.
Me miró, Nos miramos. Seguimos sentados en la poca toalla, juntos, mirando al mar, mientras el Sol caía precioso y se escondía dejando colores difíciles de imitar. Pues nada, parar. Parar para ver a trasluz lo que hay. Y volver sabiendo cómo y dónde ir.
Le pregunté qué es lo que nos evita parar, y me dijo que necesitamos siempre llegar a todo, cumplir. Pero al final, al llegar a casa, le quedaba la sensación de que no cumple con todo lo que debe hacer. Siempre deja tareas en el corte.
Y nos salió de dentro la cuestión del por qué hacer lo mismo siempre si no funciona. Y varias cuestiones que en la vorágine del seguir no había hueco para contestar como: ¿estamos conectados con lo que queremos hacer? ¿con lo que queremos tener? y sobre todo, ¿con lo que queremos ser?
Ya lo sé.- le dije. No paramos porque no tenemos tiempo suficiente para parar.
Y me respondió con el Cronos y el Kairós. Cronos es el tiempo que se mide mientras que Kairós es el cómo se vive ese tiempo. Compartimos el primero y vivimos individualmente el segundo, siendo el buen tratamiento del Kairós el que define la calidad de vida de cada uno, qué nos sucede a nivel biológico, mental y espiritual. Y esto es vital para lo que nos cunde y lo que no. Gestionar Kairós depende de nuestro estado mental, y si vivimos agitados por dentro alteraremos el Kairós y no tendremos suficiente Cronos.
Ella me pidió callar poniéndome un dedo en mi boca para que cerrara los ojos y simplemente escuchara. Quedamos solos, simplemente unidos por la mano entrelazada, escuchando el mar, sin más. Y escuché a Kairós. Y me pidió respetar la importancia de PARAR PARA REPARAR.
El mensaje no venía de fuera. Era de dentro. Y aprendí que el organismo se deteriora al usarse. Y que nuestro cerebro necesita parar. Y me vino otra pregunta desde el fondo: ¿por qué no paras? Y lo tuve claro. Porque dejar de hacer es salir de nuestra zona de confort. Y preferimos no salir de esta zona por nada del mundo. Y la voz me dijo que parar la mente, unos minutos al día, aumenta la eficiencia, la salud, el sistema inmunológico... pero ¿cuándo?
Lo fácil; seguir yendo a la velocidad que vamos.
Lo más inteligente; parar. Parar para reparar. Y parar no es que sea no hacer nada, no, sino hacer lo que se tiene que hacer. Tras pensar...
No hablaron mucho más. Se dieron cuenta que lo que habían tratado era muy importante. Y decidieron tomárselo en serio. Moverse mucho no aseguraba mejores resultados. Ni hacer más era seguro para obtener más. En el medio plazo el estrés quebranta la salud, y la eficiencia también. Y mucha más gente de la que pensamos la está padeciendo ya. Con la presión y la forma de vida actual, se necesita aumentar el nivel de conciencia de los peligros que acechan, siendo la cuestión no trabajar menos, sino más saludablemente y de manera más inteligente.
Ella decidió levantarse y realizar sola su paseo de fin de jornada por la orilla. Terminó pensando en dejar espacio para la creatividad, y recordó cómo el hemisferio izquierdo de su cerebro quería reglas fijas y todo bien organizado. Control y certidumbre. Y esto la llevaba hoy a la ansiedad.
El hemisferio derecho, en cambio, está preparado para navegar en la incertidumbre, pero necesita el silencio. Y necesita quietud para alcanzar momentos de alta profundidad donde aparecerán intuiciones que reorientarán nuestra vida, su departamento, sus procesos.
Si estamos atrapados en el ruido mental que llega a nuestro hemisferio izquierdo es muy raro tener saltos creativos e intuición. Y esta época nos llena de ruido y empuja a la acción constante.
Pensó en cómo mimar su parte derecha. La necesitaba. No es más importante que la izquierda, pero sí hay que darle el valor que le corresponde.
Y me mandó un mensaje, un texto que simplemente rezaba: "PARAR PARA REPARAR".
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