"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.


Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.


Será vuestro mundo, vuestro camino..."

domingo, 14 de julio de 2024

DE MOTIVADOR A FACILITADOR

"Los dioses facilitan el primer verso; 

los demás, los hace el poeta"


Paul Valéry (1871-1945) 

Escritor francés




Me encantó verme con Juan después de tanto tiempo, y además por casualidad; o tal vez no. Siempre aparecía cuando menos se esperaba. Pero ni que decir tiene que nos teníamos un gran cariño mutuo, a pesar de cómo habían sido nuestros inicios en aquella primera empresa en la que colaboramos.


Juan sabía que no había sido fácil conseguir que la gente viniera motivada de casa. Y es que no hay líder que aguante la presión ni tenga el tiempo suficiente para conseguir, a parte de realizar todas sus funciones, que su equipo se motive debido solo a su empuje, acercamiento y continua entrega.

Como decía Juan, los jefes no tienen que estar siempre motivando, pero sí que están obligados al menos a no desmotivar. Eso es descargar la parte emocional de una empresa en todos y cada una de las personas que la forman; y no sobre una sola, como pretenden algunos.

Le pregunté cómo lo hacía entonces, teniendo tanto que viajar y estar fuera de la empresa debido a su función en asuntos internacionales. Lo tenía claro. Había generado un proyecto que no necesitaba su control y seguimiento continuo. Basado en respeto, proyecto claro, transparente, justo en todas sus decisiones y acciones, y en el ámbito más allá de lo mero empresarial, había conseguido generar un ecosistema que hacía la vida personal muy conciliable con el ámbito empresarial.

La diferencia; en lugar que tener que motivar a la gente, se trataba de montar un sistema motivante en sí mismo. Creer en la meta, saber que se tienen los medios, generar avances que motivan por sí mismos, y proyectar ilusión porque la libertad que se tiene para crear conlleva una responsabilidad que a la vez construye un vínculo tanto con el proyecto como con la empresa. En estos valores centraba su trabajo y el de su equipo de dirección.


Y es que Juan era todo menos esos jefes que acaban siendo cuello de botella. No entendía a aquellos jefes que caían en una microgestión, careciendo de las habilidades necesarias para gestionar personas. Y al final, con esas ansias de control ellos mismos enferman, entre comillas, debido a la necesidad de trabajar muchas horas, altas dosis de estrés, cayendo en extrema soledad e incluso no en pocos casos con problemas en su ámbito personal (algún divorcio ha caído cuando la tercera persona en discordia no ha sido un o una amante, sino que la o el enemigo estaba en casa, y era la propia empresa). 

No era su caso, como siempre me decía. Había conseguido pasar de jefe a facilitador. Y aunque esto era más fácil de decir que de hacer, me estuvo hablando y explicando cómo había pasado de estar todo el día pensando, ordenando y controlando a generar un ecosistema basado en equipos de alto rendimiento, que no poco le había costado, para activar la inteligencia de las personas a su cargo, siendo este punto algo imposible de batir. Tampoco le había sido fácil hacer de la toma de decisiones un acto de responsabilidad sin miedo al error, al contrario, uno de sus fuertes había sido reconocer el empuje por innovar, y sobre todo, incrementar el liderazgo colectivo, arma mediante la cual no se distinguía o se resaltaba ese líder sabelotodo sino que el equipo se veía empoderado como conjunto.

Dio tiempo para todo. Hablamos de tenis, de Carlitos y la final de Wimbledon. De la final de la Euro24, con Inglaterra. Y me quedé con la acertada comparación con la que se definió Juan haciendo la misma en relación al fútbol, en este caso. Parece ser que se la había comentado un antiguo mentor, hoy amigo.

Esto la había dicho: "Has pasado de ser el goleador del equipo, el que todo lo decide, lo remata, y mete los goles a un gran conductor, el buen entrenador, que conoce que cada jugador del equipo sabe cómo y dónde jugar, ha construido en ellos la habilidad y el conocimiento para autogestionarse ante los imprevistos que este mundo crea hoy; y cada vez mayores, los imprevistos, y cada vez cada menos tiempo.



Por último, Juan me dejó una nueva reflexión. Me recordó que hace años me dijo que solo el que se adapte más y mejor sobrevivirá. Ahora pensaba que este pensamiento estaba obsoleto. La solución no es adaptarse, sino anticiparse. Se trata de ir por delante no porque los de atrás vengan empujando, bien y rápido, sino que seguro que ya tenemos gente por delante que no dejan de pedalear, e incluso lo están haciendo cada vez mejor. Como veis, tras el tenis y el futbol, no le faltó a Juan un hueco para charlar sobre Pogačar y el tour (por cierto, vaya etapa la de hoy).

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