"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.


Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.


Será vuestro mundo, vuestro camino..."

domingo, 14 de noviembre de 2021

FUTURO, INCERTIDUMBRE Y EL EFECTO CONCORDE

"El futuro está abierto […] 

todos somos responsables de lo que el futuro nos depare. 

Por tanto, nuestro deber no es profetizar el mal, 

sino más bien luchar por un mundo mejor"


Karl Popper (1902-1994) 

Filósofo inglés


Es cierto que suena bien eso del "carpe diem", pero lo que Carla me criticaba siempre era todo lo contrario, mi obsesión por el futuro, el largo plazo.

Sé que a todas luces el pasado nos trajo en brazos, o a golpes hasta aquí, según los casos, pero hoy, ahora, vivimos el presente y con nuestras decisiones, modelamos el futuro.


¿Qué somos hoy? y, ¿qué decisiones nos han traído hasta aquí? 

Decía Woody Allen que le interesaba mucho el futuro porque era donde iba a vivir el resto de su vida. ¡Cuánta razón y sabiduría! Y ahora, dejad el teléfono, portátil o tablet y decidle a vuestros hijos que no se preocupen por nada, que vivan el momento, que son jóvenes y se pasa volando (la vida, me refiero).

Pues lo mismo, si no piensan en el futuro, su futuro, la vida se les puede hacer larga, muy larga...

Arthur C. Clark, el de "2001, Odisea en el espacio" sentenciaba que todos viajamos hacia el futuro a la velocidad de 60 segundos por minuto. Cierto; nos pasamos la vida haciendo este viaje, constante, a ese ritmo. Por ello, la incertidumbre y el cambio vertiginoso que nos ha tocado vivir nos presiona y nos estresa a la hora de abordar lo que nos deparará el futuro. Lo que no acabamos de comprender es que somos los dueños de la mayoría de lo que nos ocurre en el mismo.

Queremos certeza, pero eso significaría que no deberíamos preocuparnos por decidir, todo estaría escrito. Lo bueno de la incertidumbre, injustamente denostada, es que nada es fijo y depende de cómo lo modelemos.

Ahora me dio la razón, un poco, la amiga Carla. Recordaba como una amiga y su socio, separaron en su día los caminos que les habían unido durante 10 años en la misma empresa. Desde ese momento, las crisis, el mercado, el sector, el capital inicial que repartieron, todo era igual para ellos. Las cartas no eran diferentes a la hora de empezar la partida. Hoy, tras decidir diferente, jugar distinto la partida, su amiga tenía un verdadero imperio y el socio, ni estaba ni se le esperaba. 

Parece ser que lo que decidimos también nos lleva hacia la meta, o hacia el precipicio...- me decía entornando los ojos.

Otro compañero entendiendo más a fondo eso del cambio, del futuro comentó que si no sabemos lo que va a pasar, eso significa que lo podemos cambiar. La incertidumbre nos permite elegir. Lo externo es incierto, pero lo que somos solo depende de nosotros.

A veces nos dicen que somos inmovilistas, que no hacemos cosas nuevas, pero tan importante es decidir qué hacer nuevo como qué dejar de hacer, y no es sencillo dejar de hacer algo que decidiste en el pasado y que te ha robado mucho tiempo, y recursos. En el caso de la empresa, mucho dinero.

En esto estábamos cuando Carla nos dijo que eso le sonaba, y se conocía como el efecto Concorde. Todos recordamos este famoso avión. El ultrasónico. Negocio ruinoso donde los hubiere, pero que debido al montante de inversión necesario para su arranque, aun sabiendo que el futuro no sería nunca bueno, los socios seguían y seguían invirtiendo. Cualquier equivocación debería ser todo un aprendizaje, más que una pérdida. Pero nos cuesta mucho bajarnos de ese viaje que nos está arruinando, pero que precisamente las pérdidas que provoca es lo que nos retiene, continuando derrochando esos recursos económicos que por escasos, se agotan.

Se trata de que en nuestra vida personal, y en la cuestión laboral, siempre debemos de tomar decisiones respecto al potencial de futuro del asunto, y nunca en función del pasado. 

¡Ya que llevo tantas hojas de este pestiño de libro!

¡Ahora que sólo te queda un par de años de carrera!

¡Después de tantos años invertidos en el producto "x", la línea "y", la delegación "z"!

Cierra el libro y comienza otro que te guste más, cambia tus estudios por otros que te motiven, te apasionen, sean verdaderamente tu vocación, y en tu empresa, deja de lado la melancolía y el sentimiento retro de culpa que te generan las decisiones de los tiempos pasados y mide/decide con el potencial que el proyecto genera.

Acordándonos de Pinker, acordamos que trabajaríamos por escribir nuestro futuro, sin dejarnos llevar por lo que atrás estábamos dejando (a sesenta segundos por minuto, eso sí) y menos por sensaciones. Lo nuestro serían decisiones vía datos comprobables y sabiendo que no todo iba o iría mejor, salvo problemas puntuales, haciendo una valoración global y midiendo los avances, debíamos estar contentos con lo que somos, pero sobre todo, con lo que potencialmente podríamos ser.

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