


Se trata de resaltar algunas cosas ocurridas en la semana de manera cercana y que puedan ayudarnos en nuestra vida laboral o personal.
"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.
Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.
Será vuestro mundo, vuestro camino..."
"La patria es espíritu.
Ello dice que el ser de la patria se funda en un valor
o en una acumulación de valores,
con los que se enlaza a los hijos de un territorio en el suelo que habitan"
Ramiro de Maeztu (1875-1936) Escritor español.
Había visitado ya las doce empresas del grupo, las cuales querían solucionar uno de los principales problemas que tienen muchas organizaciones; el poco compromiso de las personas que componen la empresa. Buscaba "accionistas morales", pero simplemente encontraba gente que no compra las determinaciones de otras personas, llámense directivos o dueños.
Me gusta preguntar por las metas individuales de los trabajadores y contrastarlas con las metas de la empresa en la que trabajan. Normalmente, no coinciden. Y eso no puede ser bueno, ni para unos, ni para otros.
La misión, cuando está elaborada y puesta por escrito, describe valores que son incongruentes con los sistemas de recompensa, por ejemplo. Y así es difícil que salga bien.
También me gusta preguntar al personal si conoce la misión de su empresa; casi nunca la conocen. Imagínate cuantos contestan que han participado en su creación. Y lo que sería coherencia para poder alcanzar el éxito, que las personas que forman la organización compartieran los valores que están descritos en la misión de la compañía y los usaran como marco de referencia a la hora de tomar decisiones dentro de la misma, pura utopía.
Como dice Covey, marque esta frase o mejor como digo yo, tatúesela:
"SIN PARTICIPACIÓN NO HAY COMPROMISO"
Una cosa está clara, si profesionales senior no tienen participación, no comparten. Y llegados a este punto, si tu misión está obsoleta, no tienes, la ha creado un equipo de consultores o incluso se ha creado en un "petit comité" de socios o directivos, cárgatela.
Se necesita crear una misión organizacional que genere unidad y compromiso, debiendo reflejar unos valores compartidos y profundos de todos y cada uno de los miembros del equipo, y sí, es verdad, no existen de nuevo, como en otras tantas cosas, los atajos, sino que es un tema de tiempo, paciencia, habilidades de escucha, empatía y mucha, mucha participación. En definitiva, crear una empresa que tenga muchos "accionistas morales", que participen en el diseño de los valores, y se comprometan.
Esta misión, si se hace bien, será la que cree en su organización un marco de referencia marcado a fuego, no solo en el corazón de sus empleados, sino también en su mente. Normas de actuación, criterios y directrices tendrán como guía el enunciado de la misión que ellos mismos han formado parte a la hora de crearla. La gobernanza se vuelve sencilla, la brújula señala la ruta correcta mediante valores compartidos que no se rebaten o se ponen en duda de forma continua. Se trabaja sin pérdida de tiempo y de manera efectiva, sin dudas y sabiendo que los avances son certeros y como la empresa los ha diseñado, o mejor dicho, soñado.
Queda reflexionar sobre este tema y centrarse en contestar preguntas de nuestra propia organización. ¿Tenemos misión y la conocemos? ¿Son cantos al sol o realmente la hemos creado entre todos? ¿Los valores que describe están en vigor? ¿Existe la posibilidad de generar una nueva misión basada en los valores actuales y que generen la guía definitiva?
Tiempo de pensar, tiempo de generar. Lo que está claro es que no se puede pasar el día cuestionando órdenes, preguntándose si lo que hacemos es correcto o no, o lo que es lo mismo, avanzar y retroceder dando palos de ciego.
"Es un extraño propósito perseguir el poder y perder la libertad"
Sir Francis Bacon (1561-1626)
Filósofo y estadista británico.
No me digas lo que está en tu centro, cuál es tu objetivo en la vida, qué es para ti lo más importante del universo. Simplemente enséñame tu agenda donde anotaste tus planes, o cuéntame lo que has hecho hoy, lo que hiciste esta semana, lo realizado este mes, lo vivido este año...
Pero no solemos recapacitar de verdad en cómo conseguir avanzar en lo que verdaderamente nos importa. Que fácil es caer en la terrible trampa de la hiperactividad, en el famoso correteo sin pensar a través de la vorágine del día a día, trabajando a base de patadas a seguir, corriendo detrás del supuestamente éxito, por supuesto sin alcanzarlo, verificando al final cuando algún día caes exhausto y resumes lo vivido, que estabas en la pista equivocada.
La efectividad no es aquella actividad continua que te permite no parar, el continuo ajetreo, sino avanzar en el camino correcto. Que importancia tiene ser capaz de reconocer esta parte y vital para conseguir, tanto en el ámbito personal como el laboral (si existe una separación entre ambos ámbitos), el ansiado y buscado éxito.
Conseguir cosas materiales, implementar tareas que alguien entiende como vitales, ascender en el organigrama, cambiar a ese empleo que no es nuestro, pero que nos llama la atención debido a que lo ostenta otro, en definitiva, ambicionar cosas que no tienen valor en la consecución de lo que de verdad queremos con toda nuestra alma, pero que súbitamente y de manera externa, nos han hecho creer que son mucho más valiosas.
Victorias vacías, carreras hacia ninguna parte.
Recuerdo como un tipo, ya al final de la vida, se lamentaba porque había conseguido unos ingresos exuberantes, el mayor reconocimiento que nunca hubiera pensado en su área de actuación en la empresa donde dedicó el grueso de su carrera profesional, conociendo su sector como nadie, convirtiéndose en el mayor experto en su mercado, pero que al resumir lo que de verdad le importaba, e intentar definir a qué distancia se había quedado de su meta, reconocía que el precio de alcanzar esos logros le había privado realmente de lo que le importaba de verdad, y lo que era peor, estaba tan lejos de su fin verdadero, que ya había quedado fuera de sus posibilidades el remediar su grave error. Mucha distancia, y por desgracia poco tiempo.
Cuan diferente, otra persona que ordenó su vida desde bien joven, reconociendo y supeditando sus ambiciones a corto respecto a la siembra de pequeñas acciones, capacitaciones y sacrificios orientados a lo que realmente le importaba. Siempre mantenía el fin en su mente, y tras comparar la ruta planeada con donde la vida le iba llevando, recalculando el recorrido (como ahora hacen de continuo nuestros navegadores en nuestros vehículos), actuaba cada mes, cada semana, cada día para conseguir ser lo que quería ser y hacer lo que en realidad le interesaba.
Cuestión de definir lo que a la larga significará nuestro éxito, desde dentro hacia fuera, nosotros mismos, y no dejar que la meta nos la escriban desde fuera, generando rutas erróneas, y escribiendo en nuestras vidas, a la larga, frustración porque hemos recorrido el camino de otros, y lo que es peor, no hemos llegado ni por asomo a nuestro destino.
Desde un punto de vida de eficiencia, bastaría con trabajar sin parar ni un momento, atareados desde que nos levantamos hasta la hora de retirarse de nuevo a descansar. Puede resultar confortador una vida de estrés, sin pausa, incluso el no pensar donde vamos nos mantendría relativamente tranquilos con nosotros mismos, pero conviene no olvidar que solo seremos verdaderamente efectivos si nuestros pasos se encaminan hacia la dirección correcta, si hemos puesto bien el destino que queremos alcanzar.
Elige tu meta, coge el mapa correcto y avanza según el mismo en la dirección adecuada; solo así podrás concluir, al final de tus días, que fuiste una persona feliz y alcanzaste el éxito, tan buscado, y difícil de encontrar, en nuestros días.
Toca parar antes de colocar de nuevo esa rampa que nos lanzará a esa ruta, y comprender cual es el destino que de verdad queremos para nosotros, para nuestra familia, para nuestra empresa. Conocer donde se está yendo ayuda y mucho a comprender donde se está. Y lo más importante, genera la posibilidad de generar los próximos pasos en la dirección correcta y adecuada a tu propósito.
"Los matrimonios jóvenes no se imaginan lo que deben a la televisión.
Antiguamente había que conversar con el cónyuge"
Isidoro Loi
Escritor chileno
Tuve la suerte de disfrutar de un par de horas mientras cuatro amigos conversaban de algo que hoy, en nuestro tiempo, se está perdiendo; el arte de conversar.
Santi presentó a Teresa, Fernando y Antonio. No hizo falta mucho más, ya que cada uno cogió su rol en la charla y deleitó con su manera de transmitir con sus palabras sabiduría, pero sobre todo se leían en sus comentarios grandes puntadas de humildad, de humus, que significa tierra. Me sentí como si estuviera entre ellos, aprendiendo, bebiendo de sus frases con mucho sentido, pero sobre todo, renovando el sentido de la necesidad de una buena charla, dejando en el debe muchas conversaciones que el frenesí de esta vida me había tentado a eliminar.
Recordé tardes de brasero y boniato, tardes heladas de duros inviernos, de las que "pelaban".
Me transporté a esas salas de espera de ambulatorio, cuando te mandaban a por recetas, con ese jaleo que se creaba por las conversaciones dos a dos, cualesquiera que te tocara como pareja de baile.
Reconocí de nuevo al compañero de bus en ese viaje necesario para pasar aquella semana de agosto con la tía de Valladolid. Aquel compañero de pupitre, daba igual el curso, la asignatura, nunca la conversación perdía cadencia, interés, riqueza en el debate...
La previa requiere conversación, el éxito requiere foco, y éste es trabajo previo. La conversación la tenemos que tener antes, en la preparación. Porque en el momento de la verdad, lo que se debe hacer es actuar. Si dudas y te preguntas en el momento de la verdad, te alejas del triunfo, pierdes el foco. Tenemos que aprender a eliminar el ruido cuando te la juegas en segundos, en el momento de la verdad, repitió Teresa.
Nada que ver con la sociedad con falta de atención de la que hoy formamos parte, la que exige inmediatez en todo lo que se propone, decidiendo siempre empujado, viviendo deprisa sin más, sin pararse a conversar consigo mismo si donde le llevan es donde realmente quiere ir.
Y lo bello, siempre requiere lo contrario a lo inmediato, requiere tiempo. Fijémonos en un árbol, en un buen vino, en un bonito jardín... Tiempo. Esa es la cuestión, dijo Fernando.
A veces, cuando nos falta lo esencial, la imaginación puede ayudarnos a sustituir esa falta. La visión de lo que crearemos e iremos construyendo puede formar parte de lo bonito de esperar, sin necesidad de que nadie nos regale el puzle ya terminado.
También el arte de conversar es la única herramienta que puede generar redes, alianzas. Restamos mucho valor compitiendo, y lo verdaderamente interesante es la sinergia. Se trata de conversar atreviéndose a pedir, a dar, a generar ayuda para a la vez crecer. Antonio no hablaba mucho, pero el silencio era parte de la conversación, y cuando hablaba, calaba en el grupo.
A reseñar que si tenemos algún valor como especie es porque somos un colectivo. Solos somos vulnerables y esto nos lleva de cabeza al tema tecnológico. La tecnología nace para conectarnos y está derivando hacia el aislamiento. Esto debe preocuparnos. Lo digital es adictivo, y si el individuo no madura, el aparato lo puede utilizar. Se cambian los papeles.
Es tiempo de valorar la compañía, el dialogo enriquece la espera, el paseo, la jornada, el evento...
En tiempos de tweets facilones, faltones, populistas, los cuales suelen acabar malamente, necesitamos más que nunca buscar referencias sólidas. Temas que nos motiven, nos enseñen, cimenten nuestros conocimientos y habilidades generando un futuro incierto, pero más estable.
Toca renovar la capacidad para tener conversaciones en los viajes con nuestra familia, con la pareja, con los amigos. Conversaciones de sobremesa. Y no obviar el necesario diálogo interior.
Valorar el tiempo, la formación, el aprendizaje y dejar claro con uno mismo que perder solo es rendirse, tener miedo de intentarlo. Fracasar es no intentarlo. Intentarlo no es perder.
El dialogo interior es importante con tanta interferencia que no nos permite escucharnos ni a nosotros mismos. Es un tema de fortaleza mental y en menor medida, físico. Visualizar el futuro es una herramienta que allana el camino abrupto, cargado de obstáculos. Hay que echar fuera todo lo que desgasta. El peso debe ser mínimo para afrontar el viaje.
Y así pasamos la tarde, hablando de braseros, ambulatorios y viajes en bus. Valorando el tiempo que es lo único que madura las buenas cosas, enderezando el uso de la tecnología, intentando aprender a conversar con los nuestros, y lo que es más raro, aprendiendo a conversar con nosotros mismos.
Al final, caímos en la cuenta que se posterga lo importante, y cuando no tiene remedio, llega el arrepentimiento de la No Conversación. Esa no conversación con mi esposa, esa no conversación con mi padre, esa no conversación con mi hermana. Está claro que esto pasa porque nos creemos inmortales, pero no es así, somos caducos y fugaces.
Santi culminó la charla animándonos a conversar con los relojes parados. Sabio consejo que no conviene desdeñar.
"Pero tengo promesas que cumplir,
y andar mucho camino sin dormir,
y andar mucho camino sin dormir"
Robert Frost (1874-1963)
Poeta estadounidense.
Era una ganadora nata, pero me encantaba su capacidad de crecer en todo lo que se proponía, impregnando a todo su equipo en esa mentalidad de compromiso que les hace conseguir lo que se les mete en la cabeza.
Mara siempre me dice que la esencia de la proactividad es la capacidad de comprometerse con uno mismo y con los demás, cumpliendo con la promesa por encima de todo.
Primero, me comenta que dedica un rato al día y algo más al terminar la semana laboral, los viernes, para conversar consigo misma. El humano necesita pararse, generar autoconciencia y tomar nota de sus debilidades, sus puntos débiles a mejorar y también, por qué no, diagnosticar para lo que muestra un determinado talento, lo cual permite analizar lo que necesitamos cambiar, eliminar o añadir en nuestras vidas.
Toca una vez realizado ese acto de autoconocimiento, utilizar nuestra imaginación y nuestra voluntad para actuar. Hacer promesas, establecer objetivos y ser fiel al camino que nos marquemos. Esta parte es lo que veo sin fallas en Mara, ya que nunca desfallece ante los compromisos y su visión la lleva a la meta, no solo generando tareas adecuadas sino arrastrando otras cosas positivas que le ocurren en la vida. O eso es lo que se aprecia en lo que vemos los que tenemos la suerte de conocerla.
Lo que sí está claro es que lleva el timón de su vida, y por supuesto, también el de su empresa. No duda en hacer una promesa y mantenerla. No le tiembla el pulso a la hora de establecer metas y ponerse a trabajar duro en alcanzarlas. Tiene claro que el sostenimiento de los compromisos y el trabajo le genera una integridad que hace de ella una persona con mucho autocontrol, y que además le da fuerzas para aceptar nuevos retos, nuevas responsabilidades.
Me decía que su estado de ánimo (tiene días mejores y días peores, como todos los humanos, por cierto) está un escalón por debajo de su honor. "Si me comprometo, me comprometo".- acaba diciendo.
Tengo claro que esa manera de compromiso y el mantenimiento de los mismos es la base del gran desarrollo de los hábitos que llevan a Mara a ser una persona muy efectiva.
Me habló sobre lo que diríamos que es, entre comillas, su método. Y por supuesto me dio permiso para inmortalizarlo en el blog. Os dejo los apuntes.
Autoexamen
Se pregunta, en esas periódicas charlas consigo misma sobre los temas que le conciernen,
si conoce,
si es capaz
y si lo desea.
Hacer que los conjuntos confluyan
Solo en caso de que haya una intersección entre estos tres elementos puede decirse que el objetivo está dentro de su control. En caso de que solo haya dos, se pone las pilas para mejorar el equilibrio ampliando el conocimiento, mejorando la capacidad o intentando motivarse para que el tema le apasione.
Crecimiento
Siempre intenta ampliar la superficie de intersección, sabe que es la manera de crecer y poder ampliar su círculo de influencia, generar más en su entorno y conseguir una vida más efectiva, alcanzar mayores metas y conseguir ampliar su felicidad y la de los suyos, tema que no es baladí en estos momentos tan complejos, a veces tan anodinos y tristes, cargados de la imperiosa necesidad de construir caminos de esperanza y que nos generen un futuro mejor.
Gracias Mara por aparecer en mi vida, y gracias por ser maestra con tu forma de trabajar, y de vivir. Hasta siempre, hasta la próxima.