Ramón y Javier siempre me hacían pasar una buena tarde, sobre todo, una vez que el negocio que nos unía pasaba a un segundo plano, aderezado con una buena comida. Nos poníamos en modo aprendizaje y siempre acabábamos adquiriendo conocimientos a seguir aplicando cada uno en nuestras empresas.
Esa tarde nos quedamos conversando de digitalización, y fui más un juez de silla, como si de un partido de tenis entre mis colegas se tratara.
Ramón había conseguido elevar el uso de la tecnología y tenía una oferta que había cambiado total (como si le hubiera dado la vuelta completa al calcetín) su modelo de negocio. En cambio Javier, no era capaz de salir de la visión de la digitalización en cuanto a hablarnos de sus robots de la planta de ensamblaje, su nuevo CRM y un sistema de almacenaje automático desarrollado sobre todo para su almacén de recambios en la fábrica principal que tenía en Móstoles, Madrid.
Por mi parte, cuando hablamos de digitalización, creo que para cubrir todo el concepto, se debería hablar de infraestructura tecnológica, en cuanto a la gestión eficiente de los datos; el modelo de negocio, en cuanto a la creación y captura de valor; y el modelo organizativo, relativo a los métodos, capacidades y formas de gobernanza dentro de la organización que dice estar digitalizada o tiene un plan para digitalizarse.
Esa era la cuestión que le trasladé una vez iniciada la interesante conversación. ¿Tenéis nuevos sistemas informáticos, IoTs, ERPs nuevos solamente o habéis diseñado un nuevo modelo de negocio basado en lo anterior y creado valor en una nueva oferta diferenciadora y realmente competitiva?
La respuesta de Ramón, como podéis imaginar, era mucho más potente que la de Javier, el cual había realizado la parte fácil, conseguir financiación, invertir en tecnología y aprovechar para aumentar la productividad de los procesos; o al menos eso creía él, ya que entre tanto dato, no le llegaban métricas que apostillaran esta diríamos intuición.
Salió también el fenómeno que hoy vivimos en cuanto al asunto digital, que no es otro que la "Consumerización". Se trata de que además de que las empresas deben competir en un ambiente digital, con competidores digitales intentando aprovechar este cambio para avanzar por encima del resto de empresas de su sector, los clientes disponen y conocen la tecnología igual o mejor incluso que nuestros empleados y nuestras empresas.
Además, el listón de las barreras de entrada están bajando a casi ras del suelo. De esta parte se quejaba Javier.
Resultado: clientes hiper-informados, totalmente formados y nuevos competidores, que digo competidores, competidores "diferentes".
Hay que dejarse de decir en las entrevistas, en las comidas y en la empresa si estamos digitalizados o no, sin medir la densidad digital de nuestros procesos, tanto internos como externos. ¿Sabemos la cantidad de procesos que se basan en nuestras organizaciones en datos conectados? ¿Tenemos a través de los móviles, APPs o nuestras redes sociales sistemas de engagement? ¿Podemos citar y resumir nuestro nuevo modelo de negocio basado en la nueva materia prima por excelencia: los datos?
Eso es digitalización, y eso es lo que Ramón nos estaba intentando decir cuando explicaba cómo había cambiado su estrategia y su modelo de negocio. Poco a poco, sus dos amigos lo íbamos entendiendo.
Ahora aterrizábamos en eso que habíamos oído tantas veces: "el principal activo de una organización, son sus datos". ¿O las personas que saben traducir estos datos en nuevos modelos, difíciles de replicar y que generan un valor añadido sostenible?
No lo dudéis, nos volvía a decir Ramón, los datos son el nuevo petróleo de la nueva economía.
No es fácil dejar de lado los procesos que han generado valor en los tiempos pasados, y el mundo físico debe de seguir teniendo un lugar en la economía, por supuesto. Pero debemos de llegar a conseguir adentrarnos en el mundo digital, que será lo que nos salve de quedarnos en una empresa residual (o incluso morir).
Un proyecto serio y ambicioso de digitalización debería conseguir replicar el mundo físico, digitalizándolo con ERP, CRM, IoT, etc..., consiguiendo un mundo digital gemelo (datos), culminando en esas ansiadas nuevas lógicas de negocio. Diferenciales y sostenibles.
"El objetivo sería disponer de datos que generen valor y que sean el verdadero motor de transformación de nuestras empresas."
No sé por qué, pero esta frase se quedó anotada en mi block de notas. Hoy repasando todo lo que escribí, le estoy encontrando mucho sentido...
Tanto Javier y yo le hicimos la pregunta del millón; ¿Cómo generas valor?
Ramón se creció y nos dio una charla de las suyas, pero creo que merecía la pena:
Hemos adoptado, y hemos sido pioneros, la Inteligencia Artificial (IA). Hemos sabido sacar partido de la misma, obteniendo una ventaja competitiva que hoy, incluso, estamos vendiéndola mediante transferencia de tecnología. Además, usamos esta tecnología tanto a nivel experiencia cliente (visión externa) como a nivel de eficiencia de procesos (visión interna).
Hemos pasado de usar los datos solo para saber lo que estaba pasando en nuestra organización a usarlos para crecer en ventas, tanto generando nuevos clientes como haciendo crecer el ticket medio de los clientes tradicionales.
Hoy tenemos datos para el análisis descriptivo, pero lo que más nos importa es la analítica avanzada, la cual nos ayuda a predecir patrones de comportamiento, gustos actuales, tendencias, y muchos más...
No creáis que podemos desarrollar todo este modelo solos. Necesitamos arquitecturas modulares, son muy necesarias y motivadoras, para que la empresa tenga éxito, sin duda alguna. Y esto conlleva generar una empresa ampliada, formar alianzas y definir la propiedad y/o la copropiedad del dato a la hora de generar los nuevos modelos de negocio.
Pero merece la pena, ya que nos ha permitido que terceros usen los datos de clientes y de nuestra organización (cumpliendo la LOPDGDD), creando una propuesta de valor única.
¿Digitalizarse o morir? ¿Opcional u obligatorio? ¿Cómo empezamos? Muchas dudas nos dejó la tarde, pero fue un baño de buena conversación y de abrirnos la mente, tras una mañana dura de negociación y algún que otro problema.
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