"Es un extraño propósito perseguir el poder y perder la libertad"
Sir Francis Bacon (1561-1626)
Filósofo y estadista británico.
No me digas lo que está en tu centro, cuál es tu objetivo en la vida, qué es para ti lo más importante del universo. Simplemente enséñame tu agenda donde anotaste tus planes, o cuéntame lo que has hecho hoy, lo que hiciste esta semana, lo realizado este mes, lo vivido este año...
Tu agenda marca tus prioridades, no tus palabras "bienquedistas" respondiendo al formador en la charla trimestral de refresco del equipo donde trabajas.Pero no solemos recapacitar de verdad en cómo conseguir avanzar en lo que verdaderamente nos importa. Que fácil es caer en la terrible trampa de la hiperactividad, en el famoso correteo sin pensar a través de la vorágine del día a día, trabajando a base de patadas a seguir, corriendo detrás del supuestamente éxito, por supuesto sin alcanzarlo, verificando al final cuando algún día caes exhausto y resumes lo vivido, que estabas en la pista equivocada.
La efectividad no es aquella actividad continua que te permite no parar, el continuo ajetreo, sino avanzar en el camino correcto. Que importancia tiene ser capaz de reconocer esta parte y vital para conseguir, tanto en el ámbito personal como el laboral (si existe una separación entre ambos ámbitos), el ansiado y buscado éxito.
Conseguir cosas materiales, implementar tareas que alguien entiende como vitales, ascender en el organigrama, cambiar a ese empleo que no es nuestro, pero que nos llama la atención debido a que lo ostenta otro, en definitiva, ambicionar cosas que no tienen valor en la consecución de lo que de verdad queremos con toda nuestra alma, pero que súbitamente y de manera externa, nos han hecho creer que son mucho más valiosas.
Victorias vacías, carreras hacia ninguna parte.
Recuerdo como un tipo, ya al final de la vida, se lamentaba porque había conseguido unos ingresos exuberantes, el mayor reconocimiento que nunca hubiera pensado en su área de actuación en la empresa donde dedicó el grueso de su carrera profesional, conociendo su sector como nadie, convirtiéndose en el mayor experto en su mercado, pero que al resumir lo que de verdad le importaba, e intentar definir a qué distancia se había quedado de su meta, reconocía que el precio de alcanzar esos logros le había privado realmente de lo que le importaba de verdad, y lo que era peor, estaba tan lejos de su fin verdadero, que ya había quedado fuera de sus posibilidades el remediar su grave error. Mucha distancia, y por desgracia poco tiempo.
Cuan diferente, otra persona que ordenó su vida desde bien joven, reconociendo y supeditando sus ambiciones a corto respecto a la siembra de pequeñas acciones, capacitaciones y sacrificios orientados a lo que realmente le importaba. Siempre mantenía el fin en su mente, y tras comparar la ruta planeada con donde la vida le iba llevando, recalculando el recorrido (como ahora hacen de continuo nuestros navegadores en nuestros vehículos), actuaba cada mes, cada semana, cada día para conseguir ser lo que quería ser y hacer lo que en realidad le interesaba.
Cuestión de definir lo que a la larga significará nuestro éxito, desde dentro hacia fuera, nosotros mismos, y no dejar que la meta nos la escriban desde fuera, generando rutas erróneas, y escribiendo en nuestras vidas, a la larga, frustración porque hemos recorrido el camino de otros, y lo que es peor, no hemos llegado ni por asomo a nuestro destino.
Desde un punto de vida de eficiencia, bastaría con trabajar sin parar ni un momento, atareados desde que nos levantamos hasta la hora de retirarse de nuevo a descansar. Puede resultar confortador una vida de estrés, sin pausa, incluso el no pensar donde vamos nos mantendría relativamente tranquilos con nosotros mismos, pero conviene no olvidar que solo seremos verdaderamente efectivos si nuestros pasos se encaminan hacia la dirección correcta, si hemos puesto bien el destino que queremos alcanzar.
Elige tu meta, coge el mapa correcto y avanza según el mismo en la dirección adecuada; solo así podrás concluir, al final de tus días, que fuiste una persona feliz y alcanzaste el éxito, tan buscado, y difícil de encontrar, en nuestros días.
Toca parar antes de colocar de nuevo esa rampa que nos lanzará a esa ruta, y comprender cual es el destino que de verdad queremos para nosotros, para nuestra familia, para nuestra empresa. Conocer donde se está yendo ayuda y mucho a comprender donde se está. Y lo más importante, genera la posibilidad de generar los próximos pasos en la dirección correcta y adecuada a tu propósito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario