"La máxima especialización equivale a la máxima incultura"
José Ortega y Gasset (1883-1955)
Filósofo y ensayista español
Se trata de resaltar algunas cosas ocurridas en la semana de manera cercana y que puedan ayudarnos en nuestra vida laboral o personal.
"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.
Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.
Será vuestro mundo, vuestro camino..."
"La máxima especialización equivale a la máxima incultura"
José Ortega y Gasset (1883-1955)
Filósofo y ensayista español
"Si tu llamas experiencias a tus dificultades
y recuerdas que cada experiencia te ayuda a madurar,
vas a crecer vigoroso y feliz,
no importa cuán adversas parezcan las circunstancias"
Henry Miller (1891-1980)
Escritor estadounidense
Allí estaba Paulo pensando en la importancia de su actividad profesional, la cual le había hecho coincidir con verdaderos compañeros de camino. Sabía que nada era casualidad. Todos estaban ahí por algo, pero tenía la intuición de que todos necesitaban una mirada de trabajo más profunda, más allá de lo superficial, para ser más constantes, no rendirse, sin quedar en el "ya lo conoces", y sobre todo pasar como si nada por encima de los prejuicios.
Estaba convencido de que era la única solución para que surgieran temas más creativos, más útiles, y todos pudieran abrirse a otros mediante una mirada inteligente, inocente, manteniéndose en modo explorador.
El maestro le lanzó la pregunta de por qué, aun cuando las condiciones fueron adversas, el piloto había decidido continuar y no volver al aeropuerto de salida. Siguió avanzando y subiendo a pesar de las circunstancias.
Tras un poco de diálogo entre ellos, Carlos sentenció que el piloto no vuelve al origen porque sabe a ciencia cierta que tras superar las turbulencias se encontrará un cielo más tranquilo, se encontrará el Sol, continuará hacia su objetivo.
"Y eso es precisamente lo que nos falla a nosotros como humanos", concluyó. Tenemos miedo de lo que hay detrás y no tenemos fe en que después de todo el esfuerzo nos encontraremos con el Sol. Porque la fe es un sentimiento de certeza, y normalmente vivimos más tranquilos viviendo de espaldas a la tormenta, al cielo posterior en paz y a eso Sol que nadie regala. Y por supuesto, las dudas y las inquietudes nos inmovilizan.
Paulo pensó: "Las turbulencias forman parte de la vida".
¿Y si además abandonamos las etiquetas, los juicios, las experiencias pasadas grabadas con fuego y congeladas como si fueran mantras enternos?
No hubo más consejo por parte de Carlos que abriera la mirada curiosa, interesada, humilde, de esa persona que todo lo quiere explorar. Y haz que tu equipo trabaje con esa misma inquietud, normalizando la turbulencia del camino.
Sabían que lo normal es estar identificado con nuestros juicios, automatismos, formas de pensar y con la manera de etiquetar. La famosa mochila. Pero esto nos ancla siempre viviendo y decidiendo en el pasado.
Y el conjunto de etiquetas que nos ponen, y ponemos, es la fama. Si es buena, y hacemos algo mal, nos perdonarán; si es mala, cuando hagamos algo bien, el resto pensará que es una casualidad, por lo que esperarán que enseguida vuelvas a la senda del mal.
Y es que amigo, le decía el maestro, la intuición nos dice lo que hay que hacer, pero no el por qué. Recuerda siempre que la lógica es mucho más amplia que la misma razón, la cual es una forma muy limitada de poner un nombre y nada más, no honrando la misma a la realidad de lo nombrado.
Paulo se quedó con el tema de la humildad. Se trataba de soltar. Pero ¿qué hago sin equipaje? ¿en qué me sustento?
Delante solo veo un precipicio y no llevo paracaídas.
¿Me tiro?
Se veía en un viaje sin sus juicios, sin su forma de pensar, sin sus creencias adquiridas durante tantos años y experiencias. Sin sus acusaciones, sin sus declaraciones de culpa, sin sus juicios tanto para otros como para él mismo. ¿Puedo ser yo sin mi equipaje?
Él pensaba que sin todo esto no sería nadie, pero cuando te desnudas y saltas a ese supuesto vacío, precisamente es cuando es el momento de serlo todo.
Y ambos sabían por qué. Sabían que partiendo del juicio la mirada es de corto alcance, pero sin prejuicios se tendrá una visión inalcanzable e insuperable en cuanto al alcance, anchura y profundidad.
Le hizo recordar a ese jefe que cambió la visión de todo. Le hizo minimizar sus defectos, sus limitaciones y olvidarse de todo. En definitiva, le había ayudado a crecer. Y es que en situaciones de cambio, el mundo, la empresa, e incluso la familia, se necesita un apoyo, una mirada que nos haga crecer.
La mirada fácil es la que juzga, la que acusa, la que enjuicia y condena. Pero la difícil y necesaria hace todo lo contrario; empuja, anima, levanta y empodera. Y es que esa mirada apreciativa desarrolla a la vez miradas apreciativas hacia uno mismo. Y de esta manera te das cuenta de que así es más fácil ser constante. Y ese es el momento en el que se cree de verdad, se cree en la esencia, en el propósito, traspasando juntos lo malo y avanzando hacia lo bueno. Porque está aunque cueste verlo.
Lo real está ahí detrás, se dijo, pero si damos más valor a las turbulencias que al Sol, entonces mandaremos a aterrizar y no avanzaremos hacia la verdadera meta.
Paulo fue al día siguiente a la oficina y se encontró una nota sobre su agenda. Era de Carlos.
"La vida es un viaje en el que hay turbulencias, pero siempre detrás, más arriba, está el Sol. Mantén tu foco, tu solidez en el trayecto, y ten presente el fin, el propósito, y olvídate de las turbulencias".
"Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado.
Un esfuerzo total es una victoria completa"
Mahatma Gandhi (1869-1948)
Político y pensador indio.
El viernes le dijo que todo el mundo podía fallar, y era cierto. Pero si juegas al empate, es más fácil que al final acabes perdiendo.
Se acordaron de todo el asunto cuando su equipo perdió también por jugar andando por la cuerda floja del 0-0, especulando muchos minutos. Se miraron, y los hermanos sabían que los dos asuntos tenían relación. Sobre todo, no formaba parte de la educación que habían recibido. Y poco a poco, tras una tarde de sobremesa de cumpleaños, fueron trasladando su conversación a lo que ocurría en la empresa que ambos habían heredado.
Habían detectado que de un tiempo a esta parte las personas que iban incorporándose a su organización también trabajaban pensando en el cinco, y no en el diez. Y claro, cuando necesitas darlo todo en un mundo cambiante, frenético y competitivo, si juegas con fuego, te quemas.
Comenzaron a repasar algunos puestos clave y también algunos departamentos que habían comenzado a trabajar más pensando en el aprobado, en solo cumplir, en lugar de buscar el sobresaliente.
Y claro, cuando se necesita estar a la altura, y aparecen los problemas y los errores que vienen solos, pues no es lo mismo estar apuntando arriba para que algunos ajustes nunca provoquen un problema mayor, que ir jugando en la línea del fuera de juego, arriesgando, para que cualquier mínimo desliz provoque el suspenso en forma de problema grave.
En modo laboral, ya en casa, se quedó pensando qué podrían hacer para motivar al personal para que no solo optaran por una presencia física en su puesto, sino que el propósito, la meta, el objetivo y sobre todo, el camino para trabajar fuera jugar a conseguir el sobresaliente.
Pensó en la época en la que estaban empezando, en cómo siempre habían ido a su puesto tantos y tantos profesionales luchando por alcanzar el diez, pero cómo ahora los que trabajaban para llegar a esos puntos eran los menos.
Sí, el tiempo libre era algo muy valorado para las nuevas generaciones, pero la cuestión no era la cantidad de horas que estaban en la oficina o en su puesto de trabajo, sino la energía, compromiso, conciencia de consecución del reto y concentración que se necesita para, una vez descontado el rendimiento por diferentes motivos, quedarse al menos en un nueve ó en un ocho, tan necesario para sostenerse en este difícil tablero de juego.
Se preguntó cuántas personas conocía de las que buscaban el diez, y cómo les iba en la vida, mientras pensaba en cuántos suspensos reconocía en diferentes conocidos, los cuales especulaban con una vida constante mientras andaban en el alambre.
Varios temas le rondaban la cabeza. Su objetivo era cambiar la manera de trabajar de su equipo, por lo que pensó en cambiar varios asuntos:
- Por un lado, pensó en reconocer y premiar la excelencia, y no solo la ausencia de errores.
- También se instó a revisar metas claras y exigentes para empujar las tareas más allá del mínimo.
- Y por último, era necesario fomentar una cultura donde equivocarse intentando el diez fuera mejor que conformarse con el cinco.
"Quien deja vivo al ofendido,
ha de temer siempre a la venganza"
Francisco de Quevedo (1580-1645)
Escritor español
Juan no dudó en ir a por él hasta el final. Lo viví en directo desde el comienzo, pero ni los consejos de mi primer jefe a Rubén lo disuadieron de ofender sin conocer al ofendido.
Hoy puedo decir que la enseñanza quedó en nosotros como máxima: "nunca engañar u ofender al que no se debe. Te buscará y te encontrará; sin descanso".
Y es que lo normal es que la mayoría acepte la humillación tras ser engañado con resignación, pero Juan no era ni es así.
La mayoría aprende la lección, incluso a veces reconoce que nada es gratis, que la ansiedad de ganar dinero fácil o llegar al poder por un atajo les ha hecho pasar una mala jugada.
Y esto ocurre por codicia o por ansias de triunfar a costa de otros al parecer ingenuos. Pero lo que parece una víctima inocente no reflexiona sobre su culpa de haber sido avaricioso e ingenuo, sino que inician una cruzada luchando contra gente como Rubén, los cuales no esperan esta persecución.
Pensé sobre Juan, y veía a una persona muy insegura, que además necesitaba resarcirse del engaño, a ser posible en público para limpiar su honra dañada por la ofensa mezquina del adversario.
Sí; estafa, engaño. Todo como motor de arranque de la maquinaria de su inseguridad. Y todo funciona y se sincroniza para, cueste lo que cueste, cazar al malhechor y reparar el daño que éste ha causado en su auto-estima. El precio a pagar en energía y recursos es infinito con tal de superar esa vergüenza que le hizo pasar. Y da por supuesto que no parará hasta que todo quede limpio; y la métrica de la venganza no es y será otra que la suya, porque ninguna otra vale.
Ahora tengo claro que cuanto más inseguro es la víctima más peligro tiene. Hay que dedicar mucho tiempo y recursos a conocer bien a la otra persona; a saber que el ego en la gente insegura o en las personas de frágil carácter no tolera ni la más mínima ofensa, o como se conoce en el argot "no tiene carrete".
Hay que reconocer el terreno y no se debe apostar todo a una y en directo sobre la marcha. Antes de nada, prueba con un chiste a su costa, y observa si se ríe porque será señal de que confía en sí mismo. En cambio, si la reacción es de sentirse atacado estará demostrando su inseguridad. Y por supuesto, en el caso segundo, cuida y no juegues a nada que pueda acabar con algún peligroso mal entendido.