"En esta vida hay que morir varias veces para después renacer.
Y las crisis, aunque atemorizan,
nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra"
Eugenio Trias (1942-?)
Filósofo español.
Marta y los chicos habían ido a realizar la visita del abuelo, como todos los domingos, mientras Javi se quedó sentado en el sofá, su sofá, pero esta vez en el nuevo salón-comedor del piso que, de momento en regimen de alquiler hasta que vendieran su casa, sería su nuevo hogar.
Sus hijos no se lo creían cuando recibieron la noticia, pero tenían que dejar su super-casa donde habían nacido; ya no podían aguantar más esa forma de vida debido a esa larga etapa con tantos problemas de ingresos. Era esto, como les dijeron en la cafetería del club antes de firmar la venta de las acciones, o perderlo todo.
Los negocios familiares, tras el Covid-19, habían ido de mal en peor, y la consultora donde trabajaba Marta la había despedido y, si el juicio no lo solucionaba, la indemnización sería un mero parche a lo que necesitaban para mantener el tren de vida que todos llevaban.
Pero no afrontar la realidad suponía ir dejando las cuentas sin reserva alguna. Todo eran apariencias, que los chicos no sufrieran, y por más que miraban la cuenta de gastos, por muy de lujo que pareciera, nada era identificado como evitable y todo era vital para el día a día. El club, las clases de esto y lo otro, los psico-analistas, el coach, las personas que ayudaban en casa, en el chalet y los fines de semana en la costa, a bordo del yate que requería también de una cuantiosa cantidad para uso, disfrute y mantenimiento. Todo necesario, por supuesto.
Una vida de lujo que les arrastraba a la ruina.
Los ingresos netos no llegaban ni a un cuarto de los gastos mensuales y en dos años más agotarían las reservas, sin contar que no podrían pagar el préstamo personal, y los activos tales como el yate estaban perdiendo valor, según comprobaron cuando le ofrecieron un veinte por ciento menos, un año después, desde la compañía de su propio amigo Emiliano Morales, vecino en la urbanización desde que se mudaron a la misma.
Pensaban que algún día la suerte les cambiaría, pero sabían que nada volvería a ser lo mismo, al menos en el corto plazo. Su sector no volvería a números de crecimiento hasta mínimo el 2023, y además la competencia se le había adelantado con una serie de innovaciones que les habían dejado en una cuota de mercado muy inferior a su etapa de liderazgo. Para colmo, Marta no recibía ninguna oferta laboral que no significara un sueldo de mileurista, lejos de casa y sin una seguridad más allá de tres meses, seis en algún caso.
Si seguían igual, la quiebra de la familia, y posiblemente la losa financiera que dejarían en sus hijos sería irreparable, por lo que tocaba ser realistas y afrontar esa realidad, independientemente de que el cambio de vida les empujara a explicar lo que pasaba, tanto a hijos como a familiares y amigos. No era tiempo de vergüenza, la situación era más grave que pasar un mal rato ante los amigos de las dos generaciones de la casa.
En estos casos, lo mejor es ir de frente, anteponerse a la situación, y conseguir adecuar los gastos a los ingresos lo antes posible para equilibrar los resultados y no caer en la tentación de cerrar los ojos; ya sabéis, ojos que no ven...
Pero reaccionar, a veces por ego, otras por prepotencia y alguna vez por ignorancia nos es sencillo. Y puede ser demasiado tarde, queridos amigos.
Esto es solo una historia inventada, de una familia inventada. Pero podría ser una de tantas empresas que el Covid-19 ha desnudado, dejando al descubierto una serie de desequilibrios y anomalías que estaban pudriendo el balance, pero que en la cubierta no aparecían. La crisis transparenta debilidades y saca a flote vergüenzas que estaban macerando en silencio, en una segunda capa, limando nuestras arcas. Pero la crisis también puede descubrir que es tiempo de cambio, de minimizar, de convertir una inercia de continuismo en una vorágine de nuevos negocios, productos, y en definitiva de reinvertar la manera de hacer, la manera de vivir.
¿Conoces empresas que necesiten cambiarse a ese piso de alquiler para empezar de nuevo? ¿Estas de acuerdo que en las amenazas pueden nacer grandes oportunidades?
Nada será igual después de este año, pero seguirá habiendo empresas, negocios y familias que saldrán renovados, no sin esfuerzo, no igual que en su etapa anterior, pero seguro que sí con un futuro que les proporcionará muchos éxitos si son capaces de afrontar rápido y bien sus propios pecados.