"Dime con quien andas, y te diré quien eres"
Refrán
¿Quién?
¿Dime quién?
El pupilo no entendía al maestro y no sabía qué contestar, por lo que tras repetir varias veces esta pregunta, "el presi", sin encontrar respuesta le instó a salir del despacho hasta que tuviera clara la respuesta.
Jiménez le había intentado explicar la nueva dirección, la visión general y en qué estaba basada su nueva estrategia de negocio. Quería también buscar al personal que haría realidad el cambio y siguiera su nuevo camino, pero sin embargo, el presidente no le dejó terminar la presentación de su propuesta interfiriendo una y otra vez con ese, al principio, molesto ¿quién?
Ahora lo entendía todo. Lo vio claro durante el fin de semana, ya en casa, en aquella tarde fría, lluviosa mientras tomaba ese té negro que tanto le reconfortaba tras la siesta de los sábados, tan conocida entre los suyos como necesaria para volver a cargar la energía disipada durante las duras semanas laborales.
¿Cómo vamos a adaptarnos al mundo cambiante que vislumbro si no empiezo por elegir a los recursos que mejor se adapten a este proyecto tan diferente de lo que hoy estamos haciendo? Estamos en un barco que lleva una direcciòn, las personas compraron el billete para llegar hacia dónde iba, y ahora, de repente, ¿le cambiamos el destino? Realmente tenemos un problema de personas y metas...
Definitivamente, necesitamos que las personas con las que compartamos el camino sean las adecuadas. De esta manera no tendremos de forma contínua el problema de motivarlos y dirigirlos hacia el objetivo cada uno de los días, que digo, cada uno de los momentos de cada día. Eligiendo quién son las personas adecuadas no necesitaremos malgastar recursos en el maldito "control"; las personas estarán motivadas por el mismo proyecto, tomarán impulso por ellos mismos y sobre todo, producirán resultados óptimos solo por formar parte de crear algo grande, algo en lo que se subieron porque creían en ello.
Y por supuesto, si en el barco cargamos con personas inadecuadas para ejercer la misión, aunque tengamos en nuestra mente la dirección correcta a seguir no nos ayudarán en acercarnos al nuevo destino; no basta con tener las coordenadas correctas. Visión sin gente no es útil para nada.
La potencia de lo que ahora estaba descubriendo era "atómica", ya que Jiménez detectó que para responder a la pregunta de su presidente tenía que definir cual era la gente adecuada que tenía que pilotar su nuevo proyecto, quién sobraba de los que tenía, y además hacerlo incluso antes de definir la nueva dirección de la compañía. Por otro lado, necesitaría agallas en la toma de decisiones, pero era inevitable para que su empresa diera el salto.
Y eso es lo que le preocupaba en segundo lugar, una vez comprendido a lo que se refería con tanto ahínco, con la cuestión del quién. Otro punto, no menos importante, era el rigor de la creación del equipo que necesitaba montar, tanto en lo potente como en lo sólido.
Y es que no se puede construir un proyecto alrededor de un genio, el cual siendo un activo espectacular para la compañía, sólo necesita un ejército de profesionales moderadamente buenos en lo suyo. Pero estos soldados suelen encontrarse perdidos, o lo que es peor, intentando imitar a su jefe, una vez éste marcha de la empresa.
Para hacerlo perdurable, el proyecto necesita de un equipo de alto rendimiento, y no de un genio, por lo que el trabajo de búsqueda del quién se complicaba, a la vez que si se contestaba a tiempo, dejaba a la compañía mucho más estable sin depender de una única figura que brillara más que el resto, pero que dañaba y de qué manera a la misma si dejaba de pertenecer al universo que creaba a su alrededor.
Lo dicho, primero quién y luego adónde. Una lección magistral que cada uno debemos responder, profundizar y llevar a la práctica en nuestras organizaciones, si queremos flanquear el incierto camino, con obstáculos y algún que otro iceberg, consiguiendo dirigir nuestra nave dónde el futuro nos deje soñar.
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