"Los cazadores atrapan las liebres con los perros;
muchos hombres atrapan a los ignorantes con la adulación"
Plutarco (50-125)
Escritor griego
Arrogante y con un sentimiento de superioridad extremo; ese era Diego. Pero por distintos motivos tardé tiempo en detectar su complejo.
Trabajé con él hace años, pero las señales que mandaba con su comportamiento no permitían entender lo que de verdad ocurría. Tal vez, cuando trabajas o convives con personas así, al principio, la edad, la experiencia o la relación que se tiene no hace que de forma nítida entiendas lo que pasa.
Ahora lo tengo más claro. Y se lo dije. Y creo que ya no estaré más en su círculo. Pero lo prefiero. Soy libre. O al menos, más libre.
Recuerdo que la señal más fuerte que desprendía con sus actuaciones era un ego diríamos que "inflado". No cooperaba nunca, y siempre esperaba que todo el mundo sin excepción siguieran sus ideas sin importarle la situación o los especialistas que estaban en el proyecto. Ni que decir tiene que la confianza es un signo positivo pero sentirte superior al resto no lo es tanto.
Además, siempre exageraba sus historias que le habían ocurrido en el pasado, y en algunas que habías vivido con él normalmente detectabas que las había envuelto en pura fantasía.
Sus enfados eran brutales, incluso atacaba verbalmente al resto de compañeros, cuando le contradecían sobre lo que él entendía la verdad del asunto. Creo que era una manera de defenderse, porque aunque parecía fuerte, en realidad era frágil emocionalmente.
Su empatía era y es nula. Nunca lo vi ponerse en el lugar del otro. Él era el centro, por lo que considerar sentimientos ajenos o mostrar compasión nunca estuvo en su agenda.
Su pasión, intimidar, menospreciar y amenazar al que entendía que le desafiaba mientras lo que ocurría era que intentaban enriquecer el trabajo o hacer crecer la reunión con otras ideas y otras maneras de resolver los temas que llegaban en el día a día.
Y ¡ay de aquél que no lo elogiara! Sentenciado. Siempre necesita de palmeros, que incluso a lo bestia, piropeen su trabajo, sus ideas, su aspecto o cualquier cuestión banal o de vida o muerte, da igual. Vuelve a mostrarse de esta manera insegura, y necesita validación externa constante. Necesita alta valoración, y no detecta la falta de naturalidad de esos aduladores que acaban rodeándole y aprovechándose de su complejo. Y si no te sale lo del piropo, ojo, porque te etiqueta de traidor...
Cuando logré entender que su evolución iba a peor, detecté que el trato con otras personas del equipo rozaba la explotación. Las relaciones son para Diego un medio de lograr su único fin. Las necesidades son las suyas, y el resto tienen que someterse a las mismas. Por ello, siempre negaba la versión real de los hechos, sin respetar lo ocurrido porque en su mente lo único real es su vivencia, o su pensamiento sobre lo vivido.
Hoy estoy apartado de Diego, por suerte. Lo veo como algo muy pasado, distante. Me cuentan que poco a poco se fue sintiendo un incomprendido. Nadie piensa como él; juegan en otra liga; son inferiores. Y se fue aislando. Los que se arriman siempre sacan algo. Y aunque ambas partes se necesitan, todo es poco natural. Se le ve con gente, pero en realidad está solo. Lo decían los que intentaban que recapacitara y volviera a la tierra, pero sus acciones lo han abocado a aislarse y en realidad, por desgracia, no tiene ya amigos. Solo le quedan palmeros. Su supuesta superioridad lo llevó a no respetar los límites y sentir que nunca cometía errores. Ahora recuerdo que nunca lo vi asumir la responsabilidad de cualquier problema originado por sus decisiones o algún que otro fracaso.
Hoy creo que es lo más cercano que he vivido de alguien con el complejo de dios. Ojalá buscara apoyo profesional, se centrara en mejorar su capacidad de empatía y no pensar que está en el centro del universo, y sobre todo, asumiera con humildad su responsabilidad personal. No es sencillo, tras tantos años, pero las personas sin familia, sin amigos de verdad, y solo con hienas merodeando para poder destruirle en cuanto flaquee tienen un futuro muy poco halagüeño. Ese futuro que no es otro que no tener futuro.