"Conócete, acéptate, supérate"
San Agustín (354-430)
Obispo y filósofo
Había sido una semana muy dura. No por los resultados de la misma, que se habían cumplido con creces, sino por el desgaste que la gestión de las nuevas condiciones para afrontar un año en la que la gestión del cambio debía ser, si no definitiva, de vital importancia para la empresa.
Decidió dar un paseo por las afueras de su localidad alejado de tráfico y ruido, y pensó que aunque la fortuna debería de estar de su lado, como viento a favor en forma de suerte sin necesidad de mucho esfuerzo, lo verdaderamente importante era conseguir que la plantilla aportara su talento y su entrega para conseguir escribir un gran futuro.
Recordó las palabras de Xavier: "Entrenamos la virtud. El azar existe, pero pocas veces es el hilo conductor de nuestras vidas".
Se recordó que liderar una empresa es liderar el cambio. Y todo va de conocerse a sí mismo, y conocer que en la época que vivimos, ya no hay que gestionar "mano de obra" sino "cerebro de obra". Ser el CEO de sí mismo como base principal del éxito de los profesionales de esta revolución que es la Industria 5.0.
Lo único seguro es que la capacidad de adaptación es sinónimo de estar vivo. Y cambiar, o reinventarse, es poco probable si no nos reconocemos en lo que somos buenos, dónde sabemos que podemos generar valor y también, en lo que tenemos que mejorar.
Esconder debilidades y presentarnos como fuertes no sirve para nada. Unirnos a ecosistemas que nos permitan aprender en el camino de la mejora es símbolo de humildad y por ende, liderazgo de nuestro destino. No procrastinar, sino observar, escuchar mucho y decidir. Decidió acercarse a todo lo que le enseñara, y sobre todo, escuchar lo que más siempre cuesta escuchar, nuestros puntos débiles, para orientar nuestro camino y esfuerzo en aras de limar nuestros defectos.
Primero hay que conocerse para aprender, y después sin dilación, actuar. Porque saber lo que hay que hacer está muy bien, pero lo que realmente es importante es HACERLO.
Llegó a casa, se dio una ducha y mientras llegaban sus chicos tuvo un tiempo para sentarse sin tele, a oscuras. Se puso su playlist de música clásica y continuó durante media hora pensando en lo que le había ocupado durante el paseo.
"El éxito de que el equipo funcione es que yo funcione primero".- pensó. Cómo gestiono mi tiempo, cómo aprovecho las oportunidades, cómo elijo en lo que tengo que priorizar, cómo construyo misión y confianza en dedicar los esfuerzos que se supone hay que brindar para un camino que se supone complejo e incierto.
Y llegarán los fracasos, los golpes y las caídas. Y de la manera que el líder encaje el golpe y se levante, será la manera en la que su equipo se levantará y seguirá creyendo. Es un tema de cómo se crece y se hace crecer.
En resumen, no se sobrevivirá en la tormenta sin conocer a tu equipo, pero sobre todo sin conocerte a ti mismo. Ojo a intentar que tu equipo y tu empresa cambie, y tú decidas no cambiar. Imposible liderar un cambio desde la famosa zona de confort.