"El hombre actual ha nacido
o bien para vivir entre las convulsiones de la inquietud,
o bien en el letargo del aburrimiento"
Voltaire (1694-1778) Filósofo y escritor francés
Jaime era un buen directivo, pero últimamente le notaba cansado, fallón y altamente estresado, por lo que decidí aprovechar la evaluación semestral de competencias para intentar entender todo lo que le pasaba por la cabeza y sobre todo, la causa que estaba llevándole a esta situación.
No estaba pasando su mejor momento en la compañía, y además, en casa no podía permitirse el lujo de relajarse, ya que estaba en la parte final de un proceso de separación, lo cual tampoco ayudaba.
Era un profesional que se había protegido de momentos de ansiedad, incluso recuerdo cómo afrontó la anterior crisis, siendo un apoyo para otros directivos más noveles y por supuesto, como fue de gran ayuda para su equipo por aquellos años. Un ejemplo a seguir, repetía nuestro CEO, cuando recordábamos esos trances en aquellos años que pasamos juntos, no hace tanto.
Pero ahora todo era bien distinto. Necesitaba nuestro apoyo y no podía dejar la oportunidad de repasar todo lo que personalmente se puede hacer para protegernos de los peligros que se presentan cuando se está al frente de un departamento como directivo.
Por un lado, indicar que es importante repasar nuestra dieta, tanto en cantidad como en calidad. Necesario, si los hay, repasar posibles hábitos nocivos, y eliminarlos en caso de por ejemplo fumar o beber en exceso o de una manera habitual. El ejercicio físico, adaptado a la edad, es fundamental a la hora de cuidarnos. Atención a los horarios extensos, tantas veces servidores de la necesidad de huir de otras tareas (no volver a casa, no ver a esa persona, en definitiva no afrontar problemas de la vida personal), o al work-alcoholismo; aunque creamos que es lo mejor para nosotros o la empresa, este vicio está reduciendo nuestro rendimiento. Y por último, revisar el tiempo que dormimos; necesario y sufiente para rendir al día siguiente.
Hablamos de todo un poco, de lo divino y de lo humano, y poco a poco fuimos aterrizando en temas que ocurrían en la oficina. Mi consejo fue que en la medida de lo posible, intentara eliminar las notificaciones de correo y las llamadas entrantes en cualquier instante, siendo un problema general el tema de las multitareas en el trabajo, cuando hablamos de estrés. El éxito de cada tarea es estar centrados en cuerpo y alma en las mismas, enfocados, y no pagando el alto coste de pasar de una cosa a otra, sin rendir en ninguna de ellas.
Llegados a este punto, y en un ámbito más transcendental, creo que autoconocerse es fundamental para ser un profesional resiliente, confiar en uno mismo y reconocer los problemas como oportunidades de crecimiento. También es necesario medir nuestras propias fuerzas y ser capaz de pedir ayuda cuando la necesitemos. La sobrecarga no consciente puede llevarnos directamente al fracaso, y lo que es peor, sin darnos cuenta.
La formación, cuando tratamos problemas específicos de conocimiento de nuestra área, es un buen analgésico que reduce el nivel de estrés que genera el no llegar...
Una tarea muy importante, en estos casos, es no caer en pensamientos y comportamientos a través de una espiral descendente de negatividad. Tomar conciencia que es muy sencillo caer en la distorsión de la realidad, viendo todo negro, o autoimponiéndose la etiquetas de víctima o culpable de una manera continua. Reconocer que en nuestros puestos directivos, existen muchas obligaciones que nos hemos creado nosotros mismos; darnos cuenta que son elecciones y no imposiciones. Eliminar o delegar tareas pendientes; las que pueden realizar colaboradores o no son necesarias en el corto plazo y centrarse en el aquí y ahora, focalizando la tarea en lo importante (y no en lo urgente), resumiendo proyectos, tareas y reportes día/semana con listas de ejecuciones que han sumado valor a tu departamento y a tu empresa. Listas de temas concluidos en positivo o llevar un diario de gratitud ayuda, y no poco.
Antes de despedirnos, recordé unos consejos de los profesores Alberto y Nia, de IESE, que merecía la pena que Jaime se llevara en la mochila para mejorar su resiliencia:
- Ante la adversidad, debemos transmitir calma y seguridad.
- Cultiva, ante todo, una cultura de confianza.
- Cuida de que todo tu equipo conozca los recursos con los que cuentan a la hora de afrontar los retos y las dificultades.
- Recuerda a tu gente el propósito de su trabajo.
- Fomenta el optimismo realista.
- Promueve el apoyo y la interacción social.
- Refuerza la comunicación.
- Facilita una mentalidad de crecimiento. Recompensar el esfuerzo en lugar de los resultados, fomentar la flexibilidad y las nuevas ideas ayudan en este punto.
- Celebra los éxitos. Se necesita crear una espiral, en este caso positiva, que genere sensación de control y confianza.
Nos despedimos, y creo que solo por el hecho de haber hablado un rato, en confianza, le había descargado de una buena parte de la pesada mochila que aguantaba desde hace un tiempo. Eso sí, se llevaba tarea que solo él podía ejecutar, así como un reto no chico a afrontar que debería empezar por volver a conocerse a sí mismo, reconocer lo que hoy era y lo más importante, lo que su empresa y su vida actual necesitaban de él.