"Por muy larga que sea la tormenta,
el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes"
Khalil Gibran (1883-1931)
Ensayista, novelista y poeta libanés.
El último huracán había pasado y Fernando, tras asomarse por la rendija que descubrió al quitar uno de los tablones, comprobó que incluso había salido el sol. Era el momento de ponerse manos a la obra. Había que reconstruir todo y dejarlo nuevamente listo para la nueva vida, porque nada ya sería lo mismo.
Con ayuda de su esposa y sus dos hijos (Carmen y Fer) comenzaron a quitar puntales, arrastar muebles y a desclavar todas las tablas de ventanas y puertas. Los pilares habian aguantado, pero mucho se temía que la reparación de los daños en la cubierta y en todo el cerramiento les costaría un ojo de la cara. Nada que decir de pintura, ventanas, puertas y la recostrucción de la valla y el jardín. Los vehículos habían desaparecido y el seguro ya les había confirmado que no cubría daños provenientes de catástrofes naturales.Al menos ellos estaban sanos y salvos. Tocaría negociar un préstamo, ya que durante la tormenta tropical habían ido tirando del pasivo, porque gracias a Dios Fernando no había sido un gestor que había exprimido el tema dividendos durante los últimos años; la verdad es que creía en la familia, con lo que las reservas ahí estaban, para cuando habían hecho falta.
Estuvieron trabajando todo el día, y cerca de la hora de la puesta de sol salieron todos juntos a dar un paseo para comprobar cómo habían quedado las viviendas de sus queridos vecinos. De todo había en la viña del señor, pero Fernando les hizo observar al resto de la familia cómo aunque el huracán había sido el mismo para todos, los daños no eran idénticos. Algunas viviendas estaban totalmente destruídas, la suya podríamos decir que había aguantado aunque no sabía si la próxima temporada de lluvias la podría superar y otras, muy preparadas, sólo tenían algunas incidencias en el garaje a nivel del sótano y algo de pintura.
Descansarían durante una semana, una vez todo estuviera reordenado y limpio, pero mucho tenían que pensar/trabajar para salvar la siguiente temporada.
Ana, su mujer, la financiera de la familia ya les venía avisando; la ubicación, la falta de mantenimiento, la orientación de la fachada más débil, la poca inversión en nuevos materiales, el cambio de cubierta; todo cuenta a la hora de aguantar maldades, les decía. Y no le faltaba razón. Pero cuando pasaban las crisis, todo parecía que se olvidaba y para nada, todo vuelve, y el débil vuelve a sufrir hasta que es uno de los que desaparece; tarde o temprano podrían ser ellos, les repetía.
Las chicas se metieron a sus dormitorios, tras cenar algo de lo que les quedaba en la poquita alacena, para recuperar fuerzas tras la agotadora jornada. Fer se quedó con su padre, y le preguntó el por qué unas viviendas estaban completamente en pie y otras habían materialmente desaparecido. Se supone que el mal tiempo era el mismo para todos. Pero Fernando sabía que no era así. Era un industrial recientemente jubilado y había sufrido mucho en su empresa en la última etapa debido a algo similar tras la crisis financiera de los años 2008 y 2009. Y con tristeza, recordaba cómo empresas competidoras habían no solo aguantado el envite sino habían salido reforzadas de la situación.
Le contó a su hijo cómo estas empresas habían cambiado el posicionamiento de su producto estrella, habían dicho no a contratos con una gama poco rentable, y también habían decidido rechazar clientes nocivos que no generaban margen de contribución alguno. También habían preparado un plan comercial de internacionalización años atrás y cuando todo pasó, ya estaban asentados en varios países, por lo que la exportación les permitió salvar una gran parte de la cuenta de resultados. No digamos nada de inversiones en formación para reforzar el talento interno y grandes incorporaciones con personas expertas (de lo mejor del sector). Una confianza plena en un proyecto silencioso y de larga duración de I+D+i había establecido una mejora constante y continua en productos y procesos, derivando en una diversificación que generaba confianza y buenos cimientos cuando un sector caía más que otro.
Fer lo entendió, no bastaba con revisar los daños, reparar, y seguir viviendo como si nada. Las tormentas, como las crisis, en el mejor de los casos avisan, desnudan y dejan al aire nuestras debilidades, pero si se es lo suficientemente espabilado, tras ese toque y la suerte de tener una segunda oportunidad, lo que tocaba era pensar dónde reconstruir, no en lo táctico, sino en lo estratégico.
Ya en la cama, boca arriba, meditaba si estaban en el lugar adecuado, con los mimbres idóneos y el diseño era el necesario para aguantar lo que vendría. Y recordó las palabras de su madre: "las crisis vendrán, no sabemos cuándo, ni cómo, pero en este mundo nuestro actual sí que sabemos que serán cada vez cada menos tiempo y más destructivas para el que no esté preparado".
Tormentas vs Crisis. Viviendas vs Empresas. Urbanizaciones vs Sectores. No basta con recolocar los cuadros caídos y un poco de pintura plástica en la paredes, sino diseñar y estructurar nuevos modelos de negocio que hagan de nuestra empresa un negocio consistente. Mucho que pensar/trabajar, a parte de achicar agua durante la tormenta, que también toca hacerlo...
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