"Los hombres no viven juntos porque sí,
sino para acometer juntos grandes empresas"
José Ortega y Gasset (1883-1955)
Filósofo y ensayista español
Matías era un experto en negociación y resoluciones de conflicto, por lo que aprovechando que pasaba por Alcázar en el puente de la Constitución, tomamos con él un café tras comer cada uno en casa con su familia, dada las circunstancias.
Ya habíamos hablado de lo importante que era para afrontar un conflicto el conocer la posición de la otra parte, pero esta vez me indicó que le gustaría centrarse en conocernos a nosotros mismos a la hora de afrontar una negociación, o sea, conocer exactamente cual es nuestra posición sobre el asunto.
Se trata de pararnos y autodiagnosticar nuestra actitud hacia el posible conflicto a la hora de afrontar un tema peliagudo y conocer cual es nuestra capacidad de asertividad y de cooperatividad.
Sabiendo que la asertividad es el grado en el que como personas intentamos satisfacer nuestras propias necesidades, y la cooperatividad el grado en el que intentamos satisfacer la de los demás, es muy importante conocer dónde posicionamos en el punto de equilibrio entre estas dos dimensiones; esta posición nos indicará qué método usaremos para la solución (o no solución) de nuestro conflicto, así como la efectividad de la misma.
Ni que decir tiene que las personas, tanto en nuestra vida social como en la vida laboral, según nuestros valores, cultura, pasado y "forma de ser" estamos orientados más hacia la asertividad o hacia la cooperatividad, pero no siempre actuamos con un mismo patrón, esto depende de las personas que están enfrente, la situación, nuestro estado de ánimo, el tiempo que nos resta para tomar una decisión, etc...
Pero veamos cómo quedan los métodos dependiendo del posicionamiento.
Si tomamos la opción de ser 100% asertivos y por lo tanto, nada cooperativos, estaremos optando por COMPETIR. Al elegir este método, está claro que lucharemos de manera interesada en conseguir hasta las últimas consecuencias nuestros propios objetivos, a costa de los demás, y sin tener en cuenta los intereses de la otra parte. Ganar, ganar, independientemente de a quién haya que hundir en el camino.
En el otro extremo nos encontramos el 100% cooperativo, o sea, nada asertivo. Queda claro que este método implica el autosacrificio, eligiendo ACOMODARSE. La persona que se acomoda ante un conflicto sacrifica todos sus intereses donando cualquier beneficio a los demás. Todos a su alrededor consiguen lo que quieren y son felices, eso sí, a cuenta del mártir que ha venido a este mundo a generar felicidad en los demás, so pena de su propia flagelación. Diríamos que no desgasta, pero acaba matando.
Avanzando en las posiciones, está el método de ni ser asertivo ni ser cooperativo, o sea elegir EVITAR. Meter la cabeza en un hoyo y dejar que todo se arregle solo; ni estoy a favor de nadie, ni estoy a favor de mí. Ni pincho ni corto. No afrontando el conflicto esta persona cree que no hay conflicto. Normalmente el asunto se agrava, ya que no hablar de un tema, posponerlo o huir de una situación que necesita afrontarla entre varias personas, departamentos o empresas hace más insalvable y peligroso cualquier escollo, aunque inicialmente sea pequeño.
Ni para ti ni para mí, elijo BUSCAR COMPROMISO. Este método elige colocarse en un punto medio entre el asertivo y el cooperador. En alguna circunstancia puede ser oportuno, ya que ambas partes buscarán un terreno común y repartirán como pueden las diferencias. Esta claro, el resultado es aceptable para ambas partes pero a la vez solo es satisfactorio de manera parcial. Cuando trabajamos con alguien que siempre acaba buscando un compromiso en el medio de la posición de arranque de ambas partes todo se vuelve muy predecible, y nadie gana, pero el resultado nunca es el óptimo.
Y como último método está el que elije COLABORAR, que significa afrontar el conflicto siendo asertivo y cooperativo. Es el más costoso de preparar, exige que en ambos lados de la negociación se esté dispuesto a afrontar la misma juntos, unidos para encontrar una solución que genere sinergias y que acabe satisfaciendo a los intereses de ambas partes. Implica algo muy caro en estos tiempos, la capacidad de pensar, y un análisis mucho más profundo del problema, de las diferencias entre las partes y de las posibles soluciones. Al elegir esta opción, podría decirse que la sociedad sale ganando, a la vez que el camino recorrido con este método provoca un autentico aprendizaje. Pero hay que derrochar energía, creatividad y tiempo, por lo que por desgracia no es el más elegido, ni el primero de los favoritos de las personas que convivimos en esta etapa tan convulsa e incierta. Colaborar es una habilidad en peligro de extinción, y lo triste es que podría denominarse como la óptima; personas excelentes y directivos excelentes deberían usarla a diario, pero no suele ser el caso. Ni que decir tiene que la práctica y el entrenamiento harían mejores personas, directivos y un mundo, por ende mejorado.
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