"El arte de la estrategia es de importancia vital para el país. Es el terreno de la vida y la muerte, el camino a la seguridad o la ruina"
Sun Tzu
A veces, llamadas sorpresa de determinados clientes, golpes que no se esperaban, reuniones aleatorias en el pasillo que trastocan nuestros planes, en definitiva, lo inesperado y sorprendente que es en realidad nuestra vida, nos fuerza recapacitar y volver a repasar nuestros ejes estratégicos y decidid apostar por ellos, o sin embargo, estamos llamados a lo que los técnicos en la materia llaman "pivotar".
Y eso es lo que en cierto modo, me comentaba un antiguo compañero había vivido esta semana tras algún cambio de planes de los que no estaban en el guión. Y es que a este amigo, siempre le toca alinear la estrategia con la eficiencia operativa y en muchas ocasiones, según me comentaba algo quejicoso, le deja tan destrozado mentalmente que siente la tentación de dejarse llevar por la marea, que dicho sea de paso, es dónde ve flotar a la mayoría y desde fuera, no parece que les vaya muy mal.
Desde mi punto de vista, él no podría, seguro. No todos valemos para remar, y cambiar el ritmo, la dirección y el destino sin que medien explicaciones.
Por ello, conociendo que al contarme esta vivencia me estaba pidiendo un par de horas para confesarse, le cité en el sitio de siempre para tomarnos un refresco y compartir nuestras inquietudes ante la situación que se estaba viviendo en su entorno laboral.
Ambos estamos de acuerdo con que el modelo de competencia (en este entorno globalizado) no está centrado en el posicionamiento, que antaño fue el rey. El modelo está basándose, cada día más, en aumentar la productividad, la calidad y el servicio, pero cuando los pasos se dan, nos miramos en la hipercompetencia de nuestro sector y, ¡ZAS!, nos es imposible que todas las mejoras se conviertan un una rentabilidad sostenible. Miramos a nuestros competidores y están igualados, e incluso, en algunas ocasiones nos han superado.
Por mi parte, y así se lo comentaba, creo que la mayoría de las empresas están confundiendo eficacia operativa con estrategia. Y es más, ambas son esenciales para la supervivencia de la empresa, pero eso sí, funcionan de manera diferente. Por un lado, con la eficacia operativa las empresas consiguen realizar actividades similares mejor que sus rivales. En contraste, el posicionamiento estratégico se basa en realizar actividades diferentes a nuestro competidores o si son las mismas actividades, no buscando mejorarlas sino realizarlas de una manera tan distinta que provoque una ventaja sostenible. Sólo la mejora constante, sin posicionamiento, no es suficiente y mi amigo me daba la razón, repitendo: "y cansa, desgasta, agota...".
Estaba claro que las mejoras constantes son necesarias pero no suficientes, y más hoy que las prácticas idóneas tienen una gran y rápida difusión, resultando cada vez más difícil diferenciarte por éste método. La información no tiene retardo; ni la buena, ni la mala. Se reducen los tiempos de producción, se adquieren activos, se aumentan las gamas de producto, se cambian procesos internos por subcontrataciones, pero al final, encontramos ganadores a clientes y proveedores mientras nosotros y los competidores lo que hemos conseguido es un aumento brutal de la competencia y un estrechamiento mayor de los márgenes, si de por sí ya no estaban maltrechos.
Su cara delataba que le había noqueado. Me di cuenta que durante unos años, cuando compartíamos más ratos, yo siempre había defendido el aumento de productividad, por encima de todas las cosas y tuve que indicarle que todo seguía igual, que la mejora continua era vital y necesaria, pero no debía de ser una actividad que consumiera a todo el equipo de dirección de una empresa suplantando a la estrategia. Cuando esto pasa, las empresas obtienen una competencia de suma cero, con precios inmóviles o tirando de forma continua a la baja, provocando terribles presiones sobre los costes que comprometen el futuro de las empresas debido a comprometer la capacidad de inversión en el negocio a largo plazo.
Para terminar, subrayé que nuestra guía, en cada una de nuestras empresas, debe de ser "la estrategia", pero la de verdad, aquella que se basa en unas actividades singulares. La verdadera estrategia competitiva es la que consiste en ser diferentes, eligiendo deliveradamente un conjunto de actividades distintas para ofrecer al mercado una combinación única de valor.
Para muestra, un botón y me permito sugeriros que dediquéis 4 minutos a ver el siguiente vídeo que evidencia todo lo escrito y si no cae en saco roto podréis usarlo como ejemplo varias veces al día desde el momento que lo veáis.
Nota: cuando lo piensas, tiene su lógica. Las mejoras consolidadas y sostenibles en el tiempo vienen provocadas por ese nicho específico encontrado, esa receta sin posibilidad de copiar o ese proceso que permite un producto tan lleno de experiencia que lo hace inigualable. Eso sí, en paralelo, mejora y eficiencia, sin dormirse.
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