"Sólo un buen amigo es capaz de comprender
que su presencia puede llegar a molestarnos"
Noel Clarasó (1899-1985)
Escritor español
Roberto solo aparecía en contadas ocasiones. Eso sí, cuando no veíamos salida, o necesitábamos algo, allí estaba para empujar, orientar y darnos luz.
El otro día lo comentábamos por aquí, y particularmente yo aún recuerdo cuando empezó en el departamento con nosotros. Después de mucho esfuerzo y nunca faltar a cada batalla, en el frente, con todo, vino su ascenso, y tras esos años que nos llegaron tras la crisis del 08 y 09, culminó su carrera dirigiendo la empresa al jubilarse su tío.
Sí; se había ganado un nombre, estando en todas, y nunca nos había faltado su trabajo, su propuesta, su decisión, mientras asumía la responsabilidad siempre que le tocaba. Más cuando había que dar la cara. Discreto cuando algo salía bien. Aún recuerdo cómo se retiraba fuera del foco y dejaba que otros cogiéramos los trofeos.
Pero si era algo, puedo decir que era un gran maestro de los tiempos.
Ahora en su posición, había desaparecido del día a día. ¿Descanso? ¿Temporal? ¿Para siempre? No creo. Si tocaba, aparecía y daba su toque a quién, cómo o cuándo se le necesitaba. La verdad es que no faltaba si alguien del equipo le llamaba, y él entendía relevante su intervención.
Estábamos de acuerdo que supo marcharse de la primera plana cuando tocó. Y si profundizamos en lo que nos pasaba en aquel momento, cuánto menos estaba más se hablaba de él, más admiración despertaba. Ahora lo tengo claro, es y fue un maestro de generar valor a través de la escasez.
Roberto sabía jugar con la ausencia, y con la presencia. Era un rito que movía bien según circunstancias, y necesidad.
Y está claro que la alta presencia crea en una etapa de generación de marca poder y atención para que algo o alguien pueda brillar cual estrella. Pero cuidado, si te pasas, porque puede que ocurra el efecto contrario.
En estas me quedé pensando, en cómo marcas premium o de lujo, al pasarse de frenada, o en la abundancia pueden convertirse en vulgares. La diferencia, lo sutil, lo único, si se tiene al alcance de todos y en cualquier momento a golpe de "click" se vuelve mundano, habitual, cercano y con un valor in decrescendo que no se separa de la media tras deteriorarse como la espuma. Y el respeto a la marca, al producto, a la empresa o a la persona se desvanece.
"Aprender a retirarse, antes de que lo echen a uno".- recuerdo que me dijo Roberto cuando me invitó a comer el día que me contó su decisión de quedarse en la retaguardia, en el consejo, pero sin salir al cuerpo a cuerpo, el campo de batalla queda para vosotros.
"Y extender la ley de la escasez en cuanto a las capacidades propias"..- pensé yo luego, ya navegando en la nueva estructura que habíamos creado, meses después. Bien sabía Roberto lo que él tenía y no había en la organización. Y lo diferente lo usaba con cuentagotas. Cuando se necesitaba. Pero sin mostrarlo a diario. Y así fue como aumentó su valor. No estando, y no usando sus habilidades hasta que no era irremediable su uso. Y alguien con peso lo llamaba; eso sí. Si no le invitábamos, no aparecía.
Pasa en los deportes, en la política, y en las empresas. Hay quien sabe retirarse, y quien se queda eternamente, aunque el resto esté muy cansado de ellos. El que sabe cuando toca irse, acaba recuperando el respeto que el tiempo le ha quitado, y mantiene un poder para cuando en alguna aparición se necesite; normalmente se le vuelve a llamar en otra posición, como asesor, jurado, ayudante, consejero... Pero siempre tiene su sitio, porque sus competencias y experiencias son únicas y complementadas con los tiempos actuales generan un valor que proporciona sostenibilidad y crecimiento. Pero nunca empujando desde la cúspide del aparato ejecutor, sino ampliando visión desde el gobierno, en paralelo.
El poder crea un aura alrededor, pero la accesibilidad lo desgasta. Y se trata de lo contrario: hacerse menos accesible para aumentar el valor de nuestra presencia, cuando toque.
Al principio es lo contrario. Omnipresencia. No ausencia. Solo lo que se valora, se aprecia, y se vuelve único e irremplazable pasa luego a valorarse y echarse de menos cuando se ausenta.
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