"En algún lugar del alma se extienden los desiertos de la pérdida,
del dolor fermentado;
oscuros páramos agazapados tras los parajes de los días"
Sealtiel Alatriste (1949-?)
Editor y escritor mexicano
Me levanté y bajé a la cocina, tras la ducha, como todas las mañanas. Allí estaba ella, terminando el desayuno, mirando las noticias sin poder articular palabra. Se había llevado vidas, familias, todo el pasado de pueblos completos había sido arrastrado por un barro agresivo, voraz que tragaba como demonio sin diferenciar a su paso nada ni nadie.
No pude comentar mucho. Subí a prepararme para comenzar el día y solo me salió rezar.
Ya en el trabajo repasé personas cercanas al epicentro de la catástrofe y les escribí para saber cómo estaban y aunque tal vez se podía hacer poco en el momento, ponernos a su disposición, y hacerles saber que estaban en nuestras oraciones.
Nuestros colaboradores del resto de Europa preguntaron por lo ocurrido desde primera hora. Se sabía que era de lo más grave vivido en años. No hacía falta mucho estudio en el momento que la cifra de muertos iba subiendo, y los desaparecidos no dejaban mucho espacio a la esperanza una vez el tiempo y posteriormente los días iban pasado.
Vidas, personas. Niños, mayores. Esto no va de un lado o de otro. Recuerdo los peores momentos de la empresa. La nuestra, como otras, la componen diferentes personalidades, estilos, formas de pensar y de hacer. Innovadores, clásicos, conservadores, atrevidos... Pero durante la crisis del 2008-09 y el maldito COVID-19, no hubo bandos, ni posiciones contrapuestas, solo trabajo, esfuerzo y UNIÓN. Porque los líderes no polarizan, sino que guían unidos, con un único propósito común.
Y esto es lo que deberíamos ver, y deberían impulsar desde un liderazgo de altura. Liderazgo de gobierno y oposición; como dice un vecino, sin señalar a nadie ni entrar en detalles.
Esperamos un mando único, que una, que organice, que gestione.
El pueblo salva al pueblo, pero necesita que lo dirijan y los recursos se optimicen con gestión orientada a un propósito que trascienda los motivos partidistas y personales. El todo debe estar por encima de lo parcial. Y el que no esté a la altura que se vaya, sea del norte o del sur, del este o del oeste, de la izquierda o de la derecha.
Lo que hemos vivido con el pueblo volcado en ayudar sin pedir nada a cambio, humano y solidario, debe hacer reflexionar al que no de la talla.
Un colaborador y amigo decía en voz alta que saldrán de esta, como siempre, porque su carácter es así, fuerte, resiliente, capaz de enfrentar la adversidad cuando toca.
Y el dolor debe ser compartido, así como todo lo que necesiten para que encuentren primero a todo el que falta, pasen un duelo a la altura del país que somos, queremos y necesitamos, y reconstruyan en la medida de lo posible tantas vidas que el barro agresivo, voraz ha dejado tocadas, pero no hundidas.
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