"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.


Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.


Será vuestro mundo, vuestro camino..."

domingo, 9 de julio de 2023

¿CUECES O ENRIQUECES?

"Cada nuevo amigo que ganamos en la carrera de la vida 

nos perfecciona y enriquece 

más aún por lo que de nosotros mismos nos descubre, 

que por lo que de él mismo nos da"


Miguel de Unamuno (1864-1936) 

Filósofo y escritor español 



Jandro estaba muy contento con su nuevo puesto en la organización, aunque lo que  me dijo de su jefe no me sorprendió nada de nada. Todos los que habíamos trabajado a sus órdenes sabíamos que siempre, tras un tiempo trabajando para él, habíamos crecido profesionalmente. 


Estaba claro, los jefes/directivos siempre se pueden clasificar entre desarrolladores y empequeñecedores, como indica el profesor Ariño.

La capacidad de un directivo y su forma de dirigir puede hacer que estando a sus órdenes te desarrolles y crezcas o al contrario, te hagas pequeño y tiendas a infravalorarte, a veces sin posibilidad de cambiar el sentido descendente en esa espiral negativa que te lleva al ostracismo o peor aún, al fracaso sin retorno.

Siempre, y ahora en esta etapa de mi vida más, entendí la figura del líder como aquel que se preocupa de que la gente a su cargo crezca en el ámbito laboral. Para mi, tiene mis bendiciones ese jefe que te pone retos, te da autonomía y te deja organizarte para sacar lo mejor de ti y por supuesto, eso sí, nunca falta a tu lado cuando lo necesitas. Se trata de dejar que te lances, pero siempre tienes claro que hay una pequeña red por si te caes, tendida para que el golpe sea tal que te permita aprender, pero que no te deje fuera de combate a la primera de cambio.

Recuerdo a un jefe que tuve, tipo al que también refería con Jandro. Le obsesionaba, en positivo, pensar en las capacidades que teníamos y sobre todo, las que podíamos alcanzar. Era un artista y nos hablaba de lo que éramos en acto, pero sobre todo de lo que podíamos llegar a ser en potencia y siempre que podía, nos asignaba tareas para ir desarrollando el talento que visionaba en el plan de carrera que construía mientras nos acompañaba en cada paso del camino.

En definitiva, un buen líder es un facilitador de talento, accesible en toda su dimensión y hace que las personas a su cargo disfruten a la vez que perciben que cada mes, cada año, son mejores profesionales, directores o simplemente trabajadores en crecimiento en el área que les ha tocado servir.

Pero por desgracia, y creo que Jandro tenía alguna que otra experiencia en el lado opuesto, ambos coincidimos que todavía hoy existen directivos que en lugar de hacerte crecer tienden a de una cierta manera desgastar por desgastar, y no poco, empequeñeciendo al personal como si esto les hiciera más grandes a ellos, y al final, generando un ambiente que no propone al empleado más que ir al puesto laboral, cumplir un horario y dejar que la vida pase sin más esperando que otro empleador llame a la puerta o simplemente que los días laborales sean una cuenta atrás que termine con una ansiada jubilación (anticipada, si puede ser).

Salió el tema y no pudo remediarse el recordar un jefe que tuvo en su anterior empresa, por suerte ya hace más de 10 años. Era controlador, además de muy desconfiado en cuanto a las capacidades de su equipo. En lugar de ponerse al servicio de las personas que tenía a su cargo, los usaba, siempre los quería disponibles para lo que él necesitaba, pero no en el sentido  de utilizarlos para el propósito común y lícito de la empresa; en definitiva, era egoísta y solo pensaba en él. Lo evitaban y el índice de rotación era máximo en el departamento que dirigía. Pero siempre se las ingeniaba para mantenerse en el puesto, con el poder que el mismo le concedía.

Normalmente, este tipo de directivo usa su inteligencia para que nadie brille a su alrededor, sino todo lo contrario, apagando cualquier atisbo de desarrollo.

Manda sin dar ninguna razón ni sentido a sus órdenes, importándole además muy poco si la tarea que necesita de cualquiera de su organización es asequible o por el contrario imposible de abordar por el profesional o el equipo a su cargo. 

También es posible, dicho sea de paso, que el jefe en cuestión no esté preparado para conocer si el equipo está preparado (valga la redundancia), de tal manera que el efecto desmotivador que provoca no es generado de una manera totalmente consciente sino que se realiza por desconocimiento en el arte de dirigir.

Recordé un anuncio, que nada tiene que ver con el liderazgo, pero que entiendo que como símil, viene al caso:

¿Cueces o enriqueces?





Al final, tras despedir a Jandro y llegar a casa tras una semana dura, quedé pensando un buen rato de la importancia y responsabilidad de liderar y como a veces, sin querer, podemos en lugar de enriquecer y hacer crecer a personas a nuestro cargo, hacerlos más pequeños como profesionales,  y por supuesto también empequeñecerlos en el ámbito personal, no solo creando ambientes nocivos sino imposibilitando su desarrollo profesional, solo por el hecho de haber caído en un tiempo y en lugar equivocados, con un jefe equivocado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario