"No se deje engañar por lo que aparezca en la superficie.
En las profundidades es donde todo se vuelve ley"
Rainer María Rilke (1875-1926)
Escritor austríaco
Me hablaron mucho de él. Y coincidir fue interesante, aunque no gustó a alguno de los contertulios.
Nos contó cómo trabajaba, cómo guiaba al equipo, y cómo enfrentaba al competidor. "Elijo el camino equivocado, y los llevo bastante lejos. Envueltos en humo. Y cuando lo ven, y lo entienden, ya suele ser demasiado tarde".- decía.
Anotó en la libreta, arrancando la hoja.
"El engaño, sin sospechas; en caso contrario todo está perdido".
Trabajaba con una brillante honestidad falsa. Sus señales siempre estaban cargadas de ambigüedad, como señuelos desconcertantes. Y con ello conseguía que nadie conociera su verdadero objetivo, porque su actuación no permitía distinguir lo genuino de lo falso.
Miguel, así se hace llamar (a estas alturas no sé si es siquiera su verdadero nombre), sabe que ser un libro abierto le ha traído problemas en el pasado. Al inicio, honestidad y sinceridad era la impronta de su forma de ser. Pero acababa ofendiendo a la gente, y descubrió que medir las palabras, aunque más costoso es a la larga más rentable. Porque la gente al final prefiere que le regalen los oídos en lugar de escuchar la verdad, por ser a veces dolorosa, a veces fea.
"Siendo totalmente transparente, es difícil que nos respeten o nos teman", pensó. Y decidió ser un experto en el arte de ocultar las intenciones. Y tuvo éxito, alcanzando poder, porque la gente se deja guiar por las apariencias, que son hechos, y es para ellos muy costoso y complicado vivir buscando qué hay detrás de lo que se puede ver, tocar, oír.
Dejaba señuelos potentes, y su entorno lo seguía sin esfuerzo. No necesitaban retorcer la realidad; simplemente necesitaban un mapa que seguir, y ya veríamos después... la gente se conforma con comer, respirar, dormir, fichar...
Actuaba constantemente y hablaba de sus objetivos, de lo que quería conseguir, de su meta; lo único que no era lo que realmente ansiaba. Pero era creíble, porque no podía ser que actuara en público con pasión, aunque medida, en la búsqueda de su objetivo.
Porque pasarse de la raya en la emoción y no ser comedido le trajo problemas en alguna ocasión. Creíble sí, pero en su justa medida, por lo que no se puede llegar nunca a la caricatura o la exageración. De esta forma se iniciaría por la otra parte un proceso de recelo e investigación.
Miguel aderezó la receta del engaño con cortinas, y nos indicó que sin humo que nuble la vista es más complejo mantenerse lo necesario en un camino que no lleva a dónde el contrario cree que va.
Y siempre viste la ruta con elementos confiables, porque debe ser conocido para el enemigo, generando confianza, para que la marcha, el avance sea suficiente y no permita volver atrás; y caer en la trampa sea la única opción.
Y si Miguel aprendió del engaño y lo elevó a arte en su forma de vida, no hizo menos con el uso de las cortinas de humo, herramienta que conducía a sus víctimas a su tela de araña, sin presión ni agresividad, sino de manera fluida, como si la dirección fuera elegida por ellos mismos.
Y nos habló de varias armas para poder generar ese humo que confunde. Una era la expresión de su cara. De no romper un plato, como un niño, anodino. Nunca se entreveía tensión, ni posibilidades de algo torcido en sus intenciones. Todo lo contrario; su rostro se podía definir como suelto, distendido, relajado.
Tampoco se le daba mal dar golpes de efecto que él denominaba como gestos nobles. La gente los recibía con cariño, porque al final, creer que estos gestos son genuinos es agradable. Y hace la vida más fácil. Si nos ha dado esto y a aquello, será por algo.
Y nos contó la efectividad de una cortina de humo que llamó "seguir la pauta". Actuar siempre con un patrón, un algoritmo, mientras que la gente del entorno lo hace suyo. Y pensar que sabe todos los siguientes pasos, hasta que la relajación sea su mayor problema; porque esperando que viremos a la izquierda, de repente vamos a la derecha, y el golpe no esperado puede que sea incluso mortal.
Para terminar con el humo, nos habló de mezclarse con los valores del grupo. Mezclarse sin fisuras, haciendo que la fachada sea una. Cuanto mejor es la mimetización, menor es la sospecha. Recordó historias de espías y topos, de los que hubo, hay y habrá.
En definitiva, no se puede atacar como lobo, siendo lobo. Más bien, envuelto en piel de cordero se puede entrar mejor en la granja, y mediante una estrategia sin prisa, pero sin pausa, ir ganando confianza en los diferentes rebaños de interés, que hoy son parte del ejército y mañana los ingredientes principales de tu banquete triunfal.
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