"No se puede desatar un nudo sin saber cómo está hecho"
Aristóteles (384 AC-322 AC)
Filósofo griego
Tras una semana intensa y corta en la fábrica, el jueves, tras un par de reuniones en Ifema, tocaba la reunión de las diferentes promociones de PDG anual en IESE y la verdad, había muchas ganas de encontrarse con la parte del grupo que había decidido asistir, a pesar de coincidir con una ola de calor que saltaba los 40ºC en la capital.
Ya me habló Enrico de la nueva economía de la no tangibilidad, poco entendida por parte de nuestra generación, antes de comenzar la charla que habían preparado como anticipo al cóctel donde se podía conocer qué tal iba todo en general, cómo estaban las familias, los colegas y qué pensaban de cómo asomaría el otoño, tras el virtual y engañoso verano triunfal, con reservas récord en números pre-pandémicos y precios no menos astronómicos, pero con respuestas positivas por parte de familias ansiosas por el "que me quiten lo bailao".
No sabíamos si era por lo sufrido o por lo que viene por sufrir, el caso es que hay un tenso presente de fiesta y desenfreno que puede acabar con colocón y resaca (con necesidad de B12 incluida).
Ya veremos, dijo un ciego que pasaba por allí.
El caso es que tras abrazar a los compañeros de promoción que asistieron al evento y sentarnos, nos pusimos a atender a Luis, el cual iba a ilustrarnos con eso que por ahí llaman METAVERSO.
Nos inició en conocer lo que significaba DLT (distributed ledger technology) y cómo funciona.
Continuó con un poco de historia; eso sí, Blockchain 2.0 data del 2014, por lo que todo se queda en menos de 10 años.
Dio detalles de cómo lo que verdaderamente pone seriedad al asunto no son las burbujas que se ven venir, o han venido, o explotarán, o no; en todo caso, lo que realmente importa son los SmartContract.
Y es que esto va de nodos (muchos, muchos nodos), y de transacciones. Órdenes que se mandan a los nodos. Registros. Inmutabilidad de los registros. Imposibilidad de hackear. Bueno, no imposible, pero tan caro que el beneficio no iguala los costes.
Continuamos aprendiendo de cómo los nodos se validan con un algoritmo complejo y también de la necesidad cuantiosa de consumo de energía por medio de los ordenadores que se requieren para la validación. Ahora comprendemos lo de la "minería"...
Y como el que resuelve la ecuación se lleva un token, pues la charla llega a la etapa de explicar lo que esto es. Y seguimos atendiendo en cómo los DLT podían ser públicos y privados, y por qué el hecho de que haya empresas o consorcios a los que les interese tener esta tecnología dedicada solo para ellos.
Avanzamos: Trabajando sobre DLT, cada bloque que codificamos en un nodo, siendo este inmutable con lo que se genera realmente un gran valor debido a ello, recibe un token, y éste puede ser cambiado por dólares.
Ya estábamos así como algo abrumados, cuando nos indica Luis que los tokens pueden ser fungibles y no fungibles, y nos da las siglas de estos últimos: NFT.
NFT, que significa "non-fungible token", que como siglas sí que nos suenan pero no conocíamos de dónde venían, y mucho menos hacia donde irán.
Difícil de entender pero está ocurriendo. Existe un mercado de NFTs, siendo estos obras de arte únicas, pero ojo, no hay royalties por su cesión, uso, etc...
¿Alguien ve una burbuja?
El primer twitter de su fundador, comprado como NFT, por un valor de 2,9 millones de dólares hoy pagan por él 280 millones, no, perdón, 280 dolares.
¿Alguien entiende algo?
Nuestros hijos comprando "skin" únicas para ese videojuego, gente comprándose dibujitos de monos o punks, los cromos de Pannini...
¿Queda alguien en la sala? ¿Y leyéndome?
Sabemos que hoy la cadena de suministro es opaca. Vamos ciegos. Pues pensemos en blockchain; podemos trazar todo de manera confiable, ejecutar pagos, generar contratos inteligentes al nivel que nos parezca, y avanzar en cuestiones de trazabilidad, registros inmutables, aplicaciones en el mundo financiero, real state, publicidad, energía, turismo, e incluso en música, ocio y alimentación.
Y tras un viaje emocionante desde los DLT, blockchain, nodos, bloques, NFTs, criptomonedas, monos y skins, por fin llegamos al objetivo; paramos en la estación de destino. Nos quedamos en el METAVERSO.
Y tras asegurar que todos habíamos oír del metaverso pero nadie le podía explicar lo que era con palabras, Luis nos indica que se puede resumir en que es un mundo virtual que tiene que ver con blockchain.
Se indica en la sala, real, entre amigos, que se calcula que en 2024 habrá cantidades prohibitivas de dinero en ese mundo.
Esto va de la revolución web 3.0. Y precisamente basarse en blockchain u otro DLT hace que no necesite de intermediarios. Cualquier transacción con un smartcontract se realizará sin necesidad de terceros entre las partes que ejecuten la misma. Y esto es lo revolucionario.
¿Cuántos metaversos hay?
Pues bien, según parece, se está en búsqueda por parte de las grandes tecnológicas del metaverso bueno. Yo dudo si habrá solo uno, por cierto.
Al final, tras atravesar el mundo de los nodos, los mineros, los tokens, los NFTs, el metaverso, acabamos con la tecnología blockchain y lo que encierra: algo tan humano como la CONFIANZA.
La humanidad necesita un universo confiable, y en caso de que sea virtual, necesita un DLT
¿Quién dominará el mercado? ¿Qué tendrán que decir las barreras regulatorias? Cuestiones a resolver, que quedaron para otro día.
El cocktail comenzó y concluimos en no enfocar la transformación digital como amenaza, sino como oportunidad. Hay que ver la cara de la moneda desde el lado de la oportunidad, siempre.
Y nos tomamos unos refrescos, y preguntamos por cómo iban nuestros negocios, nuestros sectores. Y nos pusimos al día sobre como estaban nuestras parejas, nuestros hijos, el fin de curso.
Y hablamos de las vacaciones de verano, de vernos pronto, y brindamos, comimos, bebimos, nos abrazamos y nos hicimos fotos, sin el ánimo de convertir nada en NFTs, o seo creo...
En definitiva, aprendimos del mundo virtual, invertiremos en el mundo virtual, pero nos sentimos vivos cuando interaccionamos en el mundo real, en nuestro mundo, donde estamos como pez en el agua, y sin blockchain, solo con tiempo, interacciones y contratos reales vía experiencias reales, generamos contratos de vida que nos sirven precisamente para eso, para seguir sintiéndonos vivos y acabar concluyendo que la vida tiene mucho sentido.
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