"Siempre tuve miedo al futuro, porque en el futuro,
entre otras cosas, está la muerte"
Ernesto Sábato (1911-2011)
Escritor argentino
Esta semana, antesala de un Carnaval que nos permitirá alejarnos del mundanal ruido, ha dejado un inicio de una guerra sinsentido de nuevo en el viejo continente. Durante el tiempo que me deja en el sillón, tras recoger la cocina, la tristeza me regaló el no tener ganas siquiera de encender la televisión. No logro entender como en el 2022 se estén matando entre iguales, hermanos, sin nada o poco por hacer para que no ocurra esta pesadilla en nuestro mundo.
Por contra, me ha permitido alguna que otra conversación con una persona que no conocía, pero que ha pasado varias horas conmigo; se llama Ramón Andrés.
Entre otras muchas cosas, me ha permitido descubrir que el mundo necesita, y también nosotros como individuos, incluir en nuestros ritmos la lentitud, la pausa, y el silencio. Se trata de pausarnos, hacer un gran esfuerzo para pensar y volver a generar el proyecto para cambiar el camino sin necesidad de cambiar la misión.
Ya en mi salón, con la familia descansando al final del día, cerrando los ojos me imaginaba a mí mismo yendo más despacio, pausando nuestro vertiginoso maratón de vida diaria y haciendo que resurja mediante el silencio un nuevo estado mental de armonía y paz. El mundo y las personas necesitamos vaciarnos de ruido para hacer renacer nuestra historia, nuestro país, nuestra empresa e incluso nuestra misma actividad individual.
Me enseñó a utilizar el silencio como algo previo a cualquier reacción, decisión, a cualquier elección para crear y avanzar en todo. No podemos generar valor entre tanto ruido. Esto me ha quedado muy claro esta triste semana.
No se trata de aprender o conocer, sino de entender. La sociedad debe dejarse de leer y creerse simplemente titulares y tweets, para iniciarse en el arte de leer para entender. Preguntarse por qué me indican hacer esto o lo otro. Por qué estoy haciendo esto, por qué me voy por aquí o por allí. Por qué me presionan para pensar esto o aquello...
Pararse y pensar, siendo crítico para dejar de ser lo que no quiero.
Lograr entender con la exigencia de estar quieto, tranquilo, sin ruido el por qué me están haciendo elegir un camino que no quiero recorrer. Obligarme desde la concentración, a disponerme a ser humilde y estar abierto al aprendizaje. Necesitamos tener menos prisa, no vivir con todo dibujado por un trazo grueso, cual bocetos sin concluir, necesitando siempre de alguien que nos indique lo que representan.
¿Dónde están los ciudadanos? Nos los hemos cargado, cambiándolos por clientes, IPs, números. ¿Las personas? Poco importan si tenemos muchos "likes", "followers", o similares.
El poder del especial, el individual diferenciado, no nos permite ejercer proyectos de equipo, de seres humanos muy parecidos en lugar de diferentes. Creer que estamos muy comunicados y estar cada vez más solos y aislados no proviene de otra causa que no es el individualismo. Creernos especiales en el universo es un error. Somos muy parecidos, lo siento. Sentimos cosas muy parecidas. El sentimiento de que el ego está depredando al yo no está muy lejos de lo que como resumen siento y pienso tras esta semana aciaga para el mundo.
Necesitamos una mayor lentitud, eliminar el ruido y repensar el mundo, nuestro mundo.
Para terminar, Ramón Andrés me soltó de golpe algunas joyas sobre la tecnología y el futuro. Me dijo que dar un paso atrás para modernizarnos no es una cuestión reaccionaria, sino reparar en la necesidad que necesitamos tiempo para pensar. Si la tecnología cada vez nos permite ir más rápido, ¿por qué cada vez tenemos menos tiempo?
Me pregunto para qué queremos ir cada vez más deprisa, si no es para vivir más tranquilos...
Termino por esta cuestión examinando la maldición del futuro. Todo lo proponemos por lo que vendrá. Nunca estamos donde estamos. Vivimos desplazados. Somos una proyección hacia delante.
Por eso, a Ramón le gustaría que nos detuviéramos para pensar bien. Nuestra mente nos advierte de un dios maligno que no es otro que el futuro. Siempre estamos angustiados por alcanzar esa zanahoria que, fijada a la vara que a la vez está unida al cuerpo del burrito, nunca permitirá ser capturada. Cuando llegamos, ya está por delante, como nuestra sombra que nunca pisamos de niños.
"Estudiar para cuando seas mayor. Ahorrar para cuando haga falta. Planear las visitas en el futuro. Previsionar las ventas. Planificar los sistemas de producción. Siempre luego, siempre mañana."
Y el futuro nunca llega, ya que cuando se llega existe un futuro el cual seguir.
Se trata de parar y comunicarse hoy, primero con nosotros mismos y tras pensar, con nuestro entorno más cercano. Vivir el presente es frenar para no seguir tras lo que no existe, viviendo deprisa tras una meta móvil inalcanzable.
Mi consejo tras las conversaciones para mí y para ti:
Vive más despacio; pausa hasta conseguir el silencio como estado mental y piensa para entender.