"Ningún grupo puede actuar con eficacia si falta el concierto;
ningún grupo puede actuar en concierto si falta la confianza;
ningún grupo puede actuar con confianza
si no se halla ligado por opiniones comunes,
afectos comunes, intereses comunes"
Edmund Burke (1729-1797)
Político y escritor irlandés.
"No se puede tener éxito con otras personas si no se ha pagado el precio del éxito con uno mismo".- Cuando leí la frase en el famoso libro de Stephen R. Covey me dije a mí mismo que esta parte tenía mucha fuerza y era obligado ponerse el mono de trabajo; había que entenderlo muy bien.
Y es que la mayoría de las veces trabajamos en salir de jardines en los que solo hay una persona responsable de llegar hasta ellos: y ese no es otro que nosotros mismos.Intentamos huir de los problemas que creamos nosotros. Una y otra vez. Intentamos cosechar donde no hemos sembrado nada. Queremos caer bien, ejercer un dominio y disciplina en terceras personas sin conocernos primero a nosotros, sin controlar nuestra manera de ser y sin tener un autodominio de nuestra manera de actuar, tanto en el plano personal como en el laboral.
Establecemos relaciones y pensamos que lo más importante es lo que decimos o lo que hacemos. Hoy me doy cuenta que no es así; lo que importa es lo que eres. Y cuando las cosas funcionan en el largo plazo con alguien con el que trabajas o vives cómodo, no es por lo que dice o hace, sino por lo que verdaderamente es. Y eso es precisamente por lo que las personas deben querer estar y trabajar contigo; por lo que realmente eres.
Todo comienza en nosotros, se genera de dentro hacia fuera, para culminar en un proceso relacional que acaba abriendo geométricas posibilidades de mejora. Esta manera de ser, no suma resultados sino que multiplica la productividad debido a interconexiones entre recursos que se respetan, y sobre todo, se vuelcan en objetivos que creen generando junto a gente en la que creen.
Con el dolor crónico que produce, a nivel interno, la falta de visión, liderazgo o incluso una falta de capacidad de administrar nuestra vida, se aprende a convivir. En cambio, cuando aparecen problemas de relaciones con personas de nuestro entorno, el dolor es puntual y agudo. Excesivo añadiría yo, y entonces queremos eliminar el mismo a base de parches y atajos.
No entender que el dolor agudo tiene una causa raíz en nosotros nos lleva a que los esfuerzos en remediar el mismo con pócimas mágicas son métodos baldíos. A veces, alejarnos del problema, intentar dejarlo a un lado, o darle un barniz para que estéticamente mejore, solo logra hacer que empeore. Ocultamos el dolor crónico de nuestra lucha interior, pero no curamos el mal que lo provoca.
Y así andaba yo, pensando en el éxito del equipo, que pasaba primero por pagar el éxito conmigo mismo. Y que el equipo confiara en el proyecto y en las personas que lo lideraban.
Y en estas que aterricé en el concepto de confianza entre personas que mantienen una relación, ya sea personal o laboral. Se necesita un buen stock de interacciones correctas y confiables para disponer de licencia para fallar, y que la otra parte no pierda la confianza necesaria para que los proyectos comunes salgan adelante.
La pregunta fue: ¿Por qué no confían en nosotros? En este punto es necesario y toca mirarnos hacia atrás, pensar en cómo nos comportamos con nuestro prójimo. Si nos mostramos irrespetuosos, con reacciones desmesuradas, malhumorados, ignorando a quién nos necesita, sin un rumbo fijo, amenazando al personal e incluso traicionando a diestro y siniestro, el nivel de confianza depositado en nuestro equipo queda en un saldo diríamos que deudor. Dicho de otra forma, el nivel de confianza será muy bajo y no se podrá esperar nada de flexibilidad por parte de la otra parte.
Vivir o trabajar de esta manera desgasta, machaca y si no llegas a tiempo a entender que todo parte de dentro, acaba matando el proyecto. En ese caso toca vivir con un esmerado cuidado con lo que se dice, con lo que se hace, protegiendo en cada momento nuestra retaguardia, sin margen alguno, al haber perdido esa renta de confianza necesaria para fallar, en caso de que en algún momento la hubieras tenido. Imposible que nada funcione.
Muchas familias funcionan de esta manera, muchos matrimonios y muchas empresas. Sin rentas acumuladas de confianza todo acaba deteriorándose y "muriendo". Y eso es lo que no queremos, ¿verdad?
Darnos cuenta de este reto nos empuja a cambiar. Si para cumplir nuestras metas, completar nuestros caminos, necesitamos aumentar el stock de la confianza, comencemos por nuestros comportamientos: seremos corteses, bondadosos, honestos, comprometidos con el resto del equipo y con el resto de departamentos. No lo dudéis, la confianza crecerá, y esto será un nivel que le mantendrá a salvo de pequeños o grandes fracasos; no se os permitirá que toquéis fondo, ya que habréis ido tejiendo una red, un colchón, para cuando lo necesitéis.
Dicen que la comunicación externa, pero sobre todo la interna, es fundamental, y cuando la confianza es alta, la comunicación se vuelve más fácil, creíble, instantánea y efectiva.
Otro camino más para tener los ingredientes perfectos para el proyecto de vida de éxito que nos merecemos. Mira dentro, en la raíz y sobre todo, genera confianza con tus palabras y actos, por lo que verdaderamente eres. Tu ser es lo que importa.