"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.


Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.


Será vuestro mundo, vuestro camino..."

sábado, 14 de marzo de 2020

EN GUERRA, PERO SIN ESCUCHAR LOS DISPAROS


"Si cada uno barriera delante de su puerta, ¡qué limpia estaría la ciudad!"

Proverbio ruso


Sólo le quedaba apagar las luces de recepción y echar la llave de la puerta principal. Había preferido quedarse sólo,  por lo que había mandado a casa a los dos profesionales de su equipo de dirección que aún quedaban sin contagiarse; ya habían salido hace más de una hora.

No cabía en su cabeza cómo en sólo diez días su negocio había pasado de una total normalidad a estar totalmente parado; sin fecha de retorno cierta, para más inri.

Cuando Ana y Luis se marcharon, tras bajar la persiana de su despacho y bajar a su coche el maletín del portátil y una caja con los objetos más personales (qué no era personal, pensó mientras avanzaba escaleras abajo), dio un paseo por la zona de fabricación, como tantas veces le había tocado, para presentar su proceso flexible adaptado a cualquier petición a medida de sus variados clientes.

Inició su paseo en la planta de fabricación, pero esta vez nada ni nadie rompía el silencio en la misma. Nada de ruido de carretillas, ni prensas, ni centros de mecanizado. Silencio.

Recordó como mientras las noticias sonaban en los medios, ellos habían seguido trabajando como si el virus no pudiera pasar a su organización. ¿Dónde estaba el escudo que nos protegía?

Continuó en la parte de ensamblaje, pero las máquinas de montaje, las remachadoras y el resto de utillajes sólo estaban allí, solemnemente paradas, igual que sus parientes cercanos del proceso anterior, en un angustioso mudo silencio. 

Sus equipos comerciales e instaladores habían seguido viajando y visitando clientes, donde les tocaba, en la hora y el lugar que su puesto requería. Guerreros dejándose la piel por la empresa y por ellos, cumpliendo con su obligación. Pero a la vez siendo puentes de recogida del virus y haciendo que el mismo no muriera en origen, sino que pudiera viajar hasta casa, sobreviviendo en el planeta gracias a transmitirse en esta nueva especie que le había permitido alojarse desde el pasado diciembre.

La tercera parte del proceso, en la cual ya se podía visionar el producto terminado, le permitía reconocer clientes especiales en forma de detalles y le provocaba muy buenos recuerdos, al menos al principio del recorrido, porque cuando llevaba aproximadamente la mitad del mismo, el silencio le produjo una sensación de ansiedad y ahogo, por lo que salió muy rápido de esa zona para quedarse un rato sentado en la sala que hacía normalmente de comedor para tantos y tantos profesionales que habían dado todo por su empresa.

El desánimo se apoderó de él porque recordó cómo habían seguido atendiendo a proveedores, clientes, amigos... Nuevamente los guerreros fieles a la misión y al compromiso, como si no fuera con ellos. ¿Dónde estaba el escudo que nos protegía?

Y llegó el primer positivo de la mano de un cliente/amigo de toda la vida. Y el segundo, debido a un familiar que había estado en Milán, con el instituto de secundaria, en la excursión que todos soñamos a la edad en la que la vida es plena y el miedo no existe; sólo juventud, fuerza, pasión y diversión guían todas nuestras actuaciones.

Dos departamentos en cuarentena, y todo lo demás seguía igual ¿seguro?, no, nada de eso, en sólo un día las bajas con síntomas se elevaban de manera exponencial. Empezaban a no llegar materiales y las entregas se ralentizaban porque el ritmo de salida era cada vez menor. Pero los que quedaban tenían que seguir luchando, como si no fuera con ellos.

Y sucedió que el virus se implantó de manera definitiva en la localidad debido al camino que había construido a través de la plantilla (su plantilla), enlazando con familia y amigos, generando una matriz imparable, fuerte y que permitía a la enfermedad asentarse de una manera firme.

Sólo un pequeño equipo de personas quedaban de momento sin síntomas de contagio. Al menos, se podía preparar el próximo trimestre, el próximo año...

Pero esa misma mañana llegó la noticia que nadie quería... Primera muerte de un familiar contagiado por uno de nuestros guerreros, su propio hijo.

Mucho de lo ocurrido no estaba en sus manos, la mayoría, pero nunca se perdonaría haber estado en guerra, y no habiendo escuchado los disparos, seguir trabajando como si nada.

Se levantó llorando como no lo había hecho en años, o incluso décadas. Estaba destrozado, apagó las luces de recepción, puso la alarma como siempre, sin saber lo que realmente estaba protegiendo y dando las dos vueltas de rigor a la llave de la puerta principal, salió de lo que hasta hoy había sido su negocio, su vida...


Todos somos responsables de cortar la cadena, de romper puentes, de cortar fuegos, de marcar distancias; lo individual suma y todos debemos aportar lo que esté en nuestras manos...

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