"Yo juro que vale más ser de baja condición
y codearse alegremente con gentes humildes,
que no encontrarse muy encumbrado,
con una resplandeciente pesadumbre
y llevar una dorada tristeza"
William Shakespeare (1564-1616)
Escritor británico
No puedo empezar a contar algo sobre lo acaecido esta semana sin dedicar una palabras a una persona que siendo joven, y todavía con muchas cosas que hacer en este mundo en el que vivimos, que visto lo visto, no es o no debe ser el definitivo, nos ha dejado para vigilarnos desde El Cielo.
Quien lo conoce sabe que era un gran amigo, gran hijo, gran hermano, gran marido y gran padre. En definitiva, buena gente...
Si tuviera que resumir tres características de Rafa, sin ordenarlas, sería "inteligencia, trabajo y humildad".
Hoy, al cerrar los ojos, lo recuerdo respondiendo a todas las preguntas desde su habitación, medio dormido, aquella nochebuena en el salón de la antigua casa de su abuela, mientras su hermano y varios amigos jugabamos al "trivial" y nos tomabamos un refresco deseando que las tres de la mañana no llegaran pronto y tuvieramos que retirarnos a casa según lo negociado con nuestros padres. Era nuestra primera Nochebuena que nos habían permitido nuestros padres celebrar, eso si, tras cenar en familia, con nuestros amigos en casa de uno de ellos. Nunca la olvidaremos.
No se conformó con ser uno más en su gremio, y a base de trabajo, duro trabajo, se convirtió en un especialista de la construcción, consiguiendo distinguirse como un gran "yesaire" donde los haya. La constancia y la propuesta de nuevos objetivos le dirigieron a conseguir el carnet de vehículo pesado a la primera, como siempre, cumpliendo sueños a base de coraje y sacrificio. Después, siempre que existía una posiblidad de ascender y conseguir llevar una máquina mejor, un vehículo más tecnológico, allí que estaba la mano alzada del amigo, indicándose como voluntario a mejorar dentro de la organización donde se hallara.
Y qué decir de cómo impulsaba hacia el sacrificio a sus hijos. Por ellos, por su futuro, siempre todo le parecía poco. El "6" de su hijo, como su hermano Miguel me refería esta misma mañana, para él era un suspenso. No pudo su primogénito decirle a su padre la noche del miércoles que le traía un "10"; pero que esté tranquilo, que allí donde esté, seguro que lo sabe y orgulloso está contando todas las no pocas satisfaciones que él y su hermana pequeña le han dado durante su vida y le darán en el futuro.
"Sabéis como es vuestro padre, pero no dejéis la oportunidad de que os lo cuenten,
en cada momento, vuestros abuelos, vuestros tíos y vuestra madre
usándolo de referencia para forjar vuestro camino; no os equivocaréis y conseguiréis muchas cosas en vuestra vida, seguro".
Pero si hay algo que le hacía especial era esa forma de conseguir los retos, sin despunte alguno, sino siempre con una marcada impronta de franca humildad.
Y la humildad es lo que une como característica a nuestro primer y homenajeado protagonista de esta semana con los dueños de una empresa que han cumplido 50 años desde su nacimiento y que han celebrado el hito también durante esta semana. Muchas características positivas pueden dislumbrarse en esta empresa, pero la humildad de los socios es vital para haber conseguido más que una empresa, una gran familia. Esto es lo que se denota después de haber convivido antes, durante y después de la preparación del evento y analizar tanto los comportamientos de los dueños y de los empleados, que aunque intentes diferenciarlos en el día a día, se hace harto complicado, entre otras cosas por la comunión conseguida en los procesos cotidianos.
Y es que humildad es el primer principio fundamental de cualquier organización por su capacidad única de abrir mentes. La humildad nos permite aprender a escuchar y en definitiva, a aprender. No sólo nos garantiza una mente abierta, sino que nos ayuda a progresar día a día en nuestro trabajo. Los avances se producen con verdaderas discusiones y debates, por lo que se requiere que suspendamos temporalmente lo que consideramos mejor para nosotros (exceso de individualismo) y atendamos a lo que más beneficia a nuestro entorno, a nuestro equipo.
No debemos perder la confianza en nosotros mismos y no debemos restar importancia a todo aquello que conseguimos, pero sólo con humildad crearemos el deseo de mejorar nuestro rendimiento, en definitiva nuestro futuro. Al contrario, los excesos de ego nos apartarán de caminar hacia el éxito de un "nosotros" dirigiéndonos hacia el egoísta y cortoplacista "yo".
Dicen que la humildad es un respeto inteligente hacia uno mismo, que a la vez nos protege de pensar demasiado o demasiado poco en nosotros mismos. Es un acto de equilibrio que no defiende de los extremos. Primero nos recuerda cómo hemos llegado a donde estamos, nuestros origenes y el camino recorrido. Después, nos permite visionar nuestras metas y lo lejos que quedan, pero nos motiva a dirigirnos hacia ellas marcándonos cortas tareas hacia el objetivo de la mejora.
Como características de las personas y las empresas humildes podríamos resumirlas en tres propiedades únicas:
1) Dedicación al progreso (primero "nosotros", después "yo").
2) Dualidad (soy bueno y a la vez no lo soy).
3) Descontento destructivo (siempre quiero más).
En el contexto de la empresa, la humildad entendida como dedicación al progreso significa anteponer intereses de la propia empresa o de los clientes a los nuestros propios. La importancia que esto reporta ante los clientes es grande, ya que si denotan que sus intereses están por delante de los nuestros no dudan en ser fieles a nuestros productos; en definitiva a nuestra marca.
La humildad nos proporciona auténtica confianza en nosotros mismo y gracias a ello podemos ser atrevidos y dóciles a al vez. Esto significa que estamos con el mismo grado de comodidad defendiendo nuestra idea y escuchando la de los otros. Es más, nos permite ser en algunos momentos seguidores y en otros, líderes. No os podéis imaginar la grandeza de esta dualidad, y la cantidad de crecimiento y mejora que puede potencialmente crear en nuestro entorno y nuestras empresas.
Pasión intensa y enorme determinación conviven con docilidad y flexibilidad gracias a la dualidad que caracteriza a la humildad, aunque en un primer instante nos puedan parecer características antagónicas y poco miscibles. Por ello, la humildad no cambia ni borra nuestra identidad, nuestro pasado glorioso, sino que equilibra la ventaja de distintos rasgos positivos que poseemos elevándonos como personas. Una vez escuché una frase, creo que en un video de los de WOBI, que decía lo siguiente:
"La humildad no es arquitecta de personalidades planas, sino ingeniera de los caracteres fuertes".
Por último, para terminar definir la última y no por ello la menos importante de las tres propiedades que caracterizan a la humildad: el descontento constructivo (desear siempre algo más allá). Sólo con una actitud humilde de creernos que nos queda mucho que aprender y mucho que mejorar nos garantiza un futuro de crecimiento y mejora. Sólo de esta forma no seremos conformistas con nuestro estado actual y trabajaremos duro para avanzar y ser más y mejores. Nada más fatal en nuestras vidas y en nuestras organizaciones cuando no existe una cultura de autocrítica unida con unas ganas de avanzar mejorando nuestro presente.
Para muestra, un botón y me permito sugeriros que dediquéis 5 minutos a ver el siguiente vídeo que evidencia todo lo escrito y si no cae en saco roto podréis usarlo como ejemplo varias veces al día desde el momento que lo veáis.
El vídeo de la semana: LA HUMILDAD ES UN GRAN VALOR
Historias pasadas de "lasemanadeedusanchez": Os dejo lo que pasaba por este blog hace 3 años para los que se han incorporado tarde y también para los amigos nostálgicos que les gusta recordar.
Soberbio... bonito...real....Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti BEPS. La vida es cruel y nos lo recuerda a menudo. Intentaremos parecernos a los buenos que nos inspiran, aunque nos dejen.
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