"Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia"
Santiago Ramón y Cajal
(1852-1934) Médico español.
Esta semana había empezado muy bien, pero que muy bien, sí.
Nos habíamos propuesto tras las jornadas laborales, entre mi hija y yo conseguir que ella (mi hija), aprendiera a montar en bicicleta por sí sóla y "sin ruedecillas, eh, papá".
Claro, Carmen, "tú sola lo harás antes de que acabe la semana" le dije yo el domingo antes de leerle el cuento de la noche y que se quedara dormida con la sonrisa de tener muy cerca el cumplimiento de un sueño ansiado desde la última charla de los locales en el cole.
Pues bien, nada más lejos del mejor de mis presagios, el mismo martes al empezar la clase de bici "sin ruedecillas", se me ocurre soltarle totalmente al empezar la primera carrera y ella comienza a pedalear y a gritar una y otra vez: "papá, papá, voy sola, voy sola".
Vaya momento, chicos, espectacular. Son de esos días que se te olvida todo lo que se está penando en nuestro entorno, y que gracias a el mismo puedes resumirlo todo con un "merece y mucho la pena vivir", seguro..
Pero, una semana da para mucho y no hay blanco sin negro, ni sol sin luna...
El Jueves tras otra larga jornada laboral y después de un repaso de clase de bicicleta nos volvimos a casita para encontrarnos con Ana y el nene sobre las 10 de la noche, cuando debido a un concierto de "los escenarios de verano" cerca de casa no pudimos aparcar en nuestra calle. "Bueno, no pasa nada, aparcamos en la siguiente, girando a la derecha y cuando toque tirar la basura tras recoger la cena y estar un rato en el patio con la familia, lo cambio y punto": pensé mientras lo hacía.
¡¡¡Aquí vino el monumental, monstruoso e imperdonable error!!!
Sin darme cuenta, dejé el coche en un vado sin ser consciente de ello, bien señalizado, eso sí, y con todos los derechos habidos y por haber, para evitar que la salida de los vehículos quede obstaculizada. Además, coincide que estaba tan cerca del barrio que era muy difícil que no se supiera de quien era el coche, además de ser las 22:00 horas y todo el vecindario estar en la zona de bancos tomando el fresco (cualquiera hubiera podido llamar a casa para que retirara el vehículo, si le hubieran dado la opción), además de el propietario del vado ser familia de mi padre, además de no usar el coche nada más que en contadas ocasiones y no necesitarlo esa noche...
En resumen, el error monumental, monstruoso e imperdonable tenía muchas posibilidades de ser corregido con un timbrazo en casa y tras recibir una pequeña alternancia de movimientos de cabeza en forma de reproche por parte del
vecino-conocido-pseudofamilia-no-necesito-esta-noche-sacar-el-coche
y por mi parte cambiar el vehículo a cualquiera de todas las plazas liberadas frente a casa tras el concierto y un millón de disculpas abochornadas por mi gran error/despiste se convirtió en un gran castigo.
Este ciudadano ejemplar decidió enseñar al que se equivoca, y ya ves si me a enseñado. Os cuento:
Llamó a la policia local,
puso una denuncia,
les hizo llamar a la grúa,
esperó a que mi coche fuera al depósito de vehículos municipal
y se metió a casa con la conciencia tranquila de haber corregido a un joven delincuente que debía aprender la lección para la siguiente vez tras haber cometido una falta grave, muy grave diría yo.
puso una denuncia,
les hizo llamar a la grúa,
esperó a que mi coche fuera al depósito de vehículos municipal
y se metió a casa con la conciencia tranquila de haber corregido a un joven delincuente que debía aprender la lección para la siguiente vez tras haber cometido una falta grave, muy grave diría yo.
Bueno, asumo mi culpa, no lo haré más (espero que debido a que no he sido consciente al menos mi atención mejore), pero estoy seguro que si alguien hubiera parado en mi vado no hubiera corrido mi suerte y muy probablemente el tema hubiera evolucionado de manera bien distinta. Si que tengo seguro que la sensación de haber tirado mucho dinero por el capricho de un señor algo amargado no la tendría, además de lo que nunca olvidaré: "la sofocación de mi hija y sus lagrimas cuando pensaba que no me devolverían el coche". Esto no te lo perdono, señor.
Para muestra, un botón y me permito sugeriros que dediquéis 4 minutos a ver el siguiente vídeo que evidencia todo lo escrito y si no cae en saco roto podréis usarlo como ejemplo varias veces al día desde el momento que lo veáis.
El vídeo de la semana: SENTIMIENTO DE CULPA
Nota: Al final, como humanos nos equivocamos y siempre tenemos a jefes, vecinos, familia que nos puede ajusticiar o incluso a veces, como en el vídeo promocionar. De la inteligencia y bondad del juez puede resultar una u otra opción de hacer justicia. Yo no se vosotros, pero yo tengo claro cual elijo para los míos...
Que mala suerte con lo del coche, es que la gente no tiene paciencia y lo que tiene es un poco de mala leche. Como dices, seguro que no te pasa más.
ResponderEliminarY lo de Carmen y la bici, genial, se nota que el que quiere, puede.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl cerebro humano tiende a reforzar lo bueno y a olvidar lo malo, por lo que esta será una gran semana por el avance de Carmen.
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