Unos zapatos en la orilla del Danubio.
"Se les ordenó que se quitaran los zapatos
(los zapatos eran valiosos y podían ser robados y revendidos por los milicianos tras la masacre),
y fueron fusilados al borde del agua para que sus cuerpos cayeran al río
y fueran arrastrados."
Este año cambié el último paseo en los alrededores de los molinos por un río, por unos puentes, por unos zapatos...
Seguí mi paseo matutino, por debajo de 0º C, todavía sin entender qué odio puede haber en la humanidad para precisamente eso, dejar de ser humanos.
Y mientras me preguntaba: ¿Nos falta el amor en esta nuestra sociedad? ¿Hemos aprendido algo?
Puede que pensemos que la gente es más importante que incluso nosotros mismos, o que el amor universal es lo que debería solucionar nuestra falta de humanidad, ese que no espera nada a cambio, pero lo mismo es que el momento requiere quererse un poco más a uno mismo y esperar reciprocidad. Soy fiel y quiero fidelidad, soy honesto y quiero honestidad.
¿Cómo puedo entrar en la ecuación del amor si no pido nada para mí? Y entendí que era el momento de "cuidarme para cuidarte" en todos los ámbitos de la vida (pareja, amigos, familiares, compañeros...). Porque no puede existir amor hacia los otros si no existe la dignidad, y para cuidarse no se requiere negociar con los principios que rigen nuestro destino.
Y pensé en cómo distinguir la autoestima, exógena, la cual depende siempre de los resultados de lo que había entendido como amor propio, el cual va mucho más allá, valorándonos de manera personal en cuanto a la dignidad, el autorespeto y todo ello de manera independiente de los resultados.
En esta parte se unió al paseo Dani, con su paraguas blanco, el guía que nos había enseñado Buda la tarde anterior.
Y me propuso que debería tratarme a mí mismo como trataría a esas personas que más quiero en este mundo. Ni más ni menos. Se trata de cambiar el tablero de juego del amor por otro donde no solo se da, sino que también se recibe.
Y hablamos sobre valores y principios. Y de cómo no se negocia cuando se habla de vivir en una verdadera relación emocional o, lo que es lo mismo, cuando se está inmerso en unas relaciones afectivas de igual a igual.
Charlamos de los conflictos cuando todo está vivo, y me aclaró que son mejores los desacuerdos amistosos que los acuerdos perezosos, los cuales huyen de la discusión y no arreglan nada.
Y repetía un mantra que entendía que debía estar presente en toda relación: "Quererme para quererte".
"Amor propio".- volvió a resonar en mi cabeza.
Y avanzamos estando de acuerdo en que una manera de recibir amor es sentirse humano, escuchado. La otra parte nos reconoce cuando nos escucha, porque con esa postura nos indica que tenemos temas importantes que decir y que vale la pena atendernos. Y remató que no es el odio lo que se opone al amor, sino la indiferencia.
"Que tu dolor me duela. Si no te duele, no me mereces", rezaba en la pizarra de una cafetería local donde paramos a tomarnos un café. Y separarse de quienes no les duele tu dolor es urgente e incluso celebrable.
Me dejó solo pensando, al otro lado del Puente de las Cadenas. Pensando en las personas que en diciembre del 45 todavía tenían esos zapatos en sus pies, sin pensar dónde acabarían unos días después.
Y pensé en que no puede haber amor sin amistad, y recordé que la amistad es no tener que explicar el chiste a la otra parte, y que el poder de toda relación lo obstenta el que menos necesita al otro.
Me levanté acercándome a una piedra que tenía una frase escrita: "No te necesito, te prefiero".
Y volví a darle vueltas al amor propio, el cual dura toda la vida. Y me invité a iniciar un proceso de desaprender y a desobedecerme a mí mismo. Y recordé a tantos y tantos amigos que habían pasado por mi vida. "Me alegro de que existas."- pensé.
Pero también recordé a los que necesitan controlar. Y me reté a alejarme del control, de la policía del pensamiento, de los que intentan decirnos en qué pensar y qué decir. Estaba claro; si te he visto, no me acuerdo. Fuera.
Y repasé a esa gente que había conocido siendo valiente para amar, sin miedo a la pérdida, pero salvando del precipicio a su salud mental ante tanta barbarie. El ser no se ataca, se respeta; y el comportamiento se corrige, eso sí. Porque si algo es humano es la imperfección. Y por ello, cuando se habla de amar, se trata de amar el dolor, la alegría, los errores, la existencia, la vida, las luchas, los fracasos...
Y tenía claro que buscar la perfección es peligroso porque nos aleja de la esencia del ser humano; y eso es lo mismo que alejarse de nosotros mismos como especie. Porque la distorsión del amor propio es una suma de egoísmo y narcisismo.
Nos sentamos de nuevo mirando el caudaloso Danubio. Ella había vuelto de un paseo por la Avenida Andrassy. Y hablamos de cómo la autonomía es importante porque es libertad. ¿Cómo decido sobre mí mismo? Elegir sin pedir permiso y decir lo que uno piensa, siendo asertivo, sin faltar el respeto a nadie. Y convenimos en que no puede haber una buena relación sin autonomía, sabiendo que la libertad importante es la interior. La que piensa como quiere, la que siente como quiere.
Nos dimos la mano, lloramos mientras el Danubio guiaba sus aguas hacia una muerte digna en el mar. Y ahora, en silencio, sabíamos que si alguien duda que te ama, es que no te ama. Porque a los enamorados hay que frenarlos y no empujarlos.Y tras tres días olvidados del ruidoso mundo decidimos celebrar que existimos, y tratarnos mejor que a nuestro mejor invitado.
Porque el amor empieza por casa y nadie puede amar si no se ama primero a sí mismo.


Gracias por estos relatos..!!! Efectivamente todo empieza por l amor propio y a partir de ahí la energía fluye..!!!
ResponderEliminarFeliz Año Nuevo 2026…, que la Luz te siga acompañando y guiando en tu camino..!!! 😘