"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.


Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.


Será vuestro mundo, vuestro camino..."

domingo, 22 de junio de 2025

LA LUZ QUE TENEMOS DENTRO

"Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. 

No hay dos fuegos iguales"


Eduardo Galeano (1940-2015) 

Escritor y periodista uruguayo



Hacia tiempo que no veía a Anne, pero cuando me llamó para tomar un café yo sabía que algo no iba bien. "Estoy en una situación especial y me gustaría contártelo".-  esas fueron sus palabras antes de colgar.

Me había enseñado mucho en los dos proyectos profesionales que habíamos compartido. Para mí una profesional exitosa que debido a una restructuración en su última multinacional donde trabajaba la había puesto en el final, o en el inicio de una nueva etapa. Y como me contó, ni se lo esperaba, ni contaba con ello, y le había pillado desprevenida porque se consideraba parte del proyecto en una posición estable.

Me indicó que le gustaría obtener pistas para encontrar de nuevo la luz. Porque todo lo veía negro, y quería saber hacia dónde ir para salir de ese túnel en el que las circunstancias la habían posicionado.

Creo que preguntarse qué tiene que hacer no es acertado para nada. Más se trataba de dejarse hacer... porque como Mario siempre me recuerda, parafraseando a Ortega y Gasset, no somos un participio, sino un gerundio. O sea, no estamos hechos, sino haciéndonos, en movimiento, construyendo nuestro yo y sumidos en un mundo cambiante del que somos parte activa con nuestro propio cambio.

Y sí que importa estar al día, leer, estudiar, trabajar, generar, seguir siempre formándose... Y mantener la llama viva, actualizándonos. Me gustó lo de hacer vibrar cual diapasón, a una frecuencia nueva nuestro yo interior y generar sensaciones que inviten a descubrirnos tanto a recursos como a personas externos a nosotros mismos en nuestro entorno. Y yo sentía la frecuencia de Anne que tantas veces había brillado en todos los proyectos compartidos y en tantos otros por su propia cuenta. Ahora le tocaba esperar y tenía que confiar, porque seguro que llegará la magia, y lo mejor es que aunque piense que es algo exógeno ocurrirá dentro de ella. 

¿Y si en lugar de buscar la luz se tratara de descubrir que cada uno de nosotros somos verdaderamente la luz? 

Pensé en el síndrome del impostor. La luz que damos y donamos para nuestros padres, nuestros hijos, nuestros hermanos, nuestras parejas... Y la luz que generamos, y damos, y donamos para compañeros, amigos, vecinos...

¿Entonces?.- me decía. Entonces debes, Anne, ser consciente en primer lugar que tener un trabajo, o no tenerlo, no afecta para nada a tu calidad como ser humano. Ni por supuesto a tu valor como persona.

Después de un rato de charla me reconoció que tras un trabajo impecable, y tras haberlo perdido por la famosa reorganización de la empresa, se sentía de esa manera, como si valiera menos ahora.

Por mi parte creo que lo más importante no es lo que se tiene, sino lo que se es. Y esa creencia es la que nos permite conocernos no como exploradores de luz sino como luz en sí. Y si la luz nos define, eso es lo que nos confiere la posibilidad de vivir con alegría, con esperanza, con confianza y siendo focos que nunca dudan que los apagones que la vida nos regala, antes o después, desaparecerán dando paso a un estado de transformación. Transformación que siempre comienza cuando cambiamos la frecuencia y emitimos algo diferente en el presente de lo que emitíamos en el pasado.

Yo quería recordar y sacar lo mejor de Anne, lo que había vivido en el pasado. Recordamos entonces que para emitir algo diferente se debe ser muy consciente de la verdadera naturaliza de cada uno. Por supuesto el trabajo, el esfuerzo, la formación, todo importa. Pero también confiar que habrá mareas o brisas mágicas que moverán los hilos de la manera más inimaginable.

Juntos habíamos vivido como un compañero había estado en problemas. Parecía que hiciera lo que hiciera su bucle negativo nunca iba a cambiar de sentido. Pero sin desfallecer, tal vez un día, un mes, un año, todo cambió y empezó a conectar con su luz. Empezó de nuevo a confiar, a creer en él. Entendió que valía más que de sobra para que el mundo lo hubiera vuelto a encontrar algo que fuera digno de él. Y su estrella cambió para bien, no desde la prepotencia, sino desde el reconocimiento. ¡Cuánto daño traía ese síndrome del impostor!

Aún recuerdo sus palabras al salir del túnel y cómo no se lo podía creer. De la nada, le habían ofrecido el trabajo de sus sueños. O eso pensaba él.



Ya de vuelta a casa, cuando todos descansaban, me quedé en el salón un rato con mi silencio y con mi yo. Qué importante conocer lo que somos, por encima de lo que tenemos. Con nuestra razón tan diminuta y nuestros sentidos tan limitados no nos damos cuenta de lo que movemos cuando decidimos ser luz, ser faro, y guiar. Cuánto brillamos cuando decidimos sonreír, ser simpáticos, mirar con esa mirada profunda, sincera, inteligente, y siempre seguir buscando en los otros la manera de aprender; pensé que de esta manera solo pasarían cosas extraordinarias, sin darnos apenas cuenta.

Y de repente, cuando despierte de su oscuridad, la misma Anne revisará y comprobará como las cosas por dentro empiezan a engranar, a moverse, a vibrar como cuerdas diferentes, por dentro... y por fuera, porque el universo comenzará a moverse con ella. 

Nuevamente me tocó llorar, como tantas noches. Y pensé en los míos. Sí, en ellos. Y sentí, sentí mucho. Sorpresa, asombro, sobrecogimiento, pero sobre todo, gratitud.

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