"Solo en contadísimas ocasiones encontramos a alguien
a quien podamos transmitir nuestro estado de ánimo con exactitud,
alguien con quien podamos comunicarnos a la perfección.
Es casi todo un milagro, o una suerte inesperada, hallar a esa persona"
Haruki Murakami (1949-?)
Escritor y traductor japonés
Comentaba con Antonio las características de un directivo que navega en aguas cargadas de oleaje, diríamos de falta de confianza por parte de su equipo, aunque la misma siga intacta por el lado de la propiedad.
Es importante el equilibrio de un triángulo cuyos lados están formados por conocimiento, actitudes y cualidades innatas. Caímos en el debate de "se nace o se hace". Lo tenía claro: sin las cualidades innatas mínimas, necesarias pero no suficientes, la actitud sumada al conocimiento no harían al navío llegar a buen puerto.
Me indicó lo que a su parecer eran los principales consejos para dirigir y ganarse la confianza perdida, los cuales me parecieron dignos de anotación y por tangibles, mejorables y practicables disponer en forma de lista no sería ni para mí ni para mi equipo nada desdeñable.
En primer lugar, es fundamental prometer siempre y solo lo que se pueda cumplir. En momentos de encerrona, o de euforia, no se pueden alcanzar compromisos de lo que no esté en nuestras manos solo por salir del paso e irnos a otra cosa. Claro queda que se ganará la confianza de nuestros colaboradores siendo ciertos en nuestras promesas.
También el trabajo impecable por parte del director remarcará que somos jefes de confianza. Acciones, ejecución de los compromisos en tiempo y forma, etc... hacen y harán que ese liderazgo con el ejemplo, tan famoso en la teoría, sea una muestra de confiablidad en la práctica.
Por otro lado, la justicia en las decisiones. Solemos pensar en que se debe ser justo con los premios ante el acierto de nuestros colaboradores. Y es así. Pero la justicia es observada en igual medida en cuanto a cargas o sanciones, debido a que hechos acaecidos en el entorno laboral que siendo perjudiciales para la empresa quedan impunes serán catalogados como injustos para el personal que lo da todo, en positivo, y observarán desmotivándose que su esfuerzo y dedicación se queda en nada cuando lo negativo es inocuo respecto a la actuación del líder, quedando éste incluso puesto en cuestión.
Antonio me habló de que un buen líder siempre debe ser específico. Hablar de ambigüedades y dirigir marcando líneas generales hace que no se sepa dónde, cuándo ni cómo se debe disparar para conseguir el objetivo. Se necesita metas, hitos definidos y trazar caminos claros que no nos lleven donde no se quiera terminar. Y menos pensar que se está yendo donde el líder quiere y al final, no ser eso tan correcto o exacto, debido a falta de concreción.
Y por último, en cuanto a lo que se puede aprender o mejorar, aterrizó en la importancia de formalizar los despachos con las personas a su cargo y las reuniones periódicas que siguen, y persiguen el reto que hoy en día es dirigir un negocio; dirigirlo bien, me indicó, y no a tontas y a locas.
Me dejó tareas para enfocar la optimización del arte del liderazgo, pero no lo dejé escapar sin hablarme sobre las cualidades innatas de las que destacó las siguientes seis, sin orden de preferencia, ni unas más importantes que otras.
Para Antonio un líder tiene de nacimiento:
- Impulso interno para actuar ante la incertidumbre.
- Una imaginación realista.
- Una gran confianza en sí mismo.
- Iniciativa para abordar asuntos clave y complejos.
- Alta capacidad de respuesta ante lo inesperado.
-Capacidad para despertar confianza en los demás.
Pensé en un cuestionario con seis preguntas. Serviría para analizar a jefes, colegas y mandos conocidos, pero sobre todo debería servir para conocerse mejor a uno mismo. Seguro que de las respuestas al check-list saldría el recorrido que nos queda para reconocer el autentico liderazgo que empresas, organizaciones y sociedades necesitan en un mundo tan VUCA como el que hoy transitamos. O al menos saber donde estamos nosotros mismos en esta importante cuestión.