"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.


Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.


Será vuestro mundo, vuestro camino..."

domingo, 24 de diciembre de 2023

CUENTO DE NAVIDAD 2023

"Siendo niños éramos agradecidos 

con los que nos llenaban los calcetines por Navidad. 

¿Por qué no agradecíamos a Dios 

que llenara nuestros calcetines con nuestros pies?"


Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) 

Escritor británico


El vagón iba repleto menos dos sitios (1A y 1B) en la parte trasera que nadie había utilizado desde la estación inicial, ya hacía más de tres horas. El viaje estaba llegando a la mitad del camino y durante esta parte del recorrido las conversaciones habían ido corriendo entre parejas, familias e incluso algunos acompañantes, que hasta hoy no se conocían, habían cruzado diferentes preguntas entre ellos sabiendo ahora de dónde venían, hacia dónde iban y algunas cosas más relativas a vidas que el tren daba la oportunidad de conocer, en la confianza de compartir zona de asientos en esta fórmula de locomoción tan entrañable.

Era tiempo de Navidad, pero si se pudiera resaltar una característica media de cada una de las conversaciones que iban apareciendo podríamos decir que el vagón estaba instalado en la queja.

Un matrimonio hablaba de mala suerte por no haber tenido plaza en el tren anterior. Otro estaba muy enfadado porque no había salido su favorito en una votación del menú de Navidad del grupo de amigos su elección. 

También había quién no le había gustado el regalo recibido durante la gala del "amigo invisible" con su familia. 

No faltaba la familia que, en este caso el hijo adolescente, estaba enfadado por la elección de la ciudad donde pasarían las vacaciones de invierno.

Las notas de una de las hijas (había tenido algún que otro "8"), la mala suerte por una avería doméstica que les había dejado unas horas sin luz, una gastroenteritis por un lado, una pequeña intervención quirúrgica por otro, etc...

Las conversaciones, y los quejíos, seguían llenando el viaje.

Un cambio de turno en el trabajo era lo que no le gustaba a un chaval joven, el cual se lo decía a su novia. A su vez, la pareja no estaba muy conforme con una de las características del coche nuevo y no haberse podido esperar al que quería debido a que el suyo, por edad, ya había pasado a mejor vida.

Una baja de dos semanas por un pequeño accidente laboral tenía preocupado a un señor con bigote, el cual aunque escuchaba de su mujer que tras Reyes podría volver, se había instalado en un semblante serio y no salía del típico "que mala suerte"...

Quejas, y quejas, Así pasaba el tiempo ese vagón en ese viaje.


De repente, pasando a la altura de un túnel, todas las luces del vagón se apagaron, durante dos segundo apenas, como una desconexión eléctrica, pero igual que se fue, vino y todo volvió a ser como antes. Menos una cosa. De repente, sonó un móvil y un señor comenzó a hablar justo en el asiento que había venido vacío desde el inicio del trayecto. Algunos miraron extrañados, otros se giraron a ver quién era, y aunque no hablaba muy fuerte, todos de manera misteriosa quedaron escuchando la conversación de este nuevo compañero de viaje.

Era un señor muy especial, no pudiendo definirle ni como joven, ni como mayor. Su cara no era ni de hombre, ni de mujer, y la voz, aun siendo firme, no denotaba ni alegría ni tristeza. Diríamos que todo era especialmente "neutro".

Estaba dando las gracias a la persona con quién hablaba. Parece ser que iba a pasar este entrañable periodo con ella, pero poco más se pudo resolver de qué parentesco tenía, por qué la conocía, etc...

Lo que si se iba conociendo del extraño personaje, mientras relataba al teléfono, es que había perdido a su familia más cercana (pareja e hijos) en un accidente en el que solo resultó ileso él mismo. De ahí le vino una gran depresión, el despido en el trabajo, la pérdida de la vivienda familiar y para colmo, una vez que solo le quedaba la calle como compañera de viaje, esa maldita enfermedad que aunque no era el mal para llevárselo pronto (lo mismo lo hubiera preferido) le iba a ir haciendo que se apagara poco a poco, lleno de dolores, no siendo ese sentimiento peor que lo que estaba sufriendo desde el fatídico acontecimiento del accidente.

Aun así, las sinceras palabras de agradecimiento a la persona del otro lado de la línea eran constantes. Contaba sus penas con una capacidad de aceptación que retorcían las tripas debido a su templanza, y removía conciencias a la vez de todo aquel que escuchaba el relato.

De repente, y antes de que se pudiera despedir de la persona que estaba al otro lado, el vagón volvió a sufrir un apagón momentáneo, y al volver la luz al mismo nada ni nadie quedaba en el asiento 1A. 

El vagón quedó en silencio. Nadie se atrevía a hablar, al contrario, era como si necesitaran pensar lo que había pasado y ponerse en modo "reiniciando"...

El señor misterioso, con todo lo pasado, no se quejaba, sino al contrario, daba gracias a todo lo que le quedaba a su alcance, y valoraba que al otro lado de la línea le hubieran ofrecido para esta época techo, comida y alguien con quien compartir este regalo que es la vida.




No estaba claro si era un hombre real, o era un Ángel, el cual había llegado desde el cielo para recordarles no sólo lo que pasaba en el día a día de nuestra vida, que nunca era perfecta e incluso a veces injusta y dura, sino todo lo que nos ocurría de bueno que debería adentrarnos en una completa posición de agradecimiento por todo lo que tenemos: familia, amigos, trabajo, salud, y en resumen el regalo de vivir con y para los nuestros, aceptando los resbalones, los obstáculos, y levantándonos después de cada caída, aceptando el reto y valorando el regalo que cual milagro nos ha dado Dios al nacer, la Vida.

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