"La acción es lo único que tiene valor.
Soñar que se juega al tenis no es nada.
Leer libros de tenis no es nada.
Jugar al tenis es un gran placer"
André Maurois (1885-1967)
Novelista y ensayista francés
Luisma lo tenía claro; a la hora de definir la política de la empresa, cualquier equipo directivo debía basarse en lo que ocurre normalmente, y no en lo excepcional.
Mereció la pena invitarle a merendar de nuevo, aprovechando que nos había quedado un hueco entre las jornadas técnicas que la organización había preparado en la capital. Luisma siempre se quedaba toda la jornada cuando le invitábamos a dar alguna de las charlas, y a mí siempre me gustaba que fuera el primero de la tarde, ya que nos despertaba con su saber y su energía.
Indicar, dicho sea de paso, que toda la jornada trató en torno a qué características definían una buena política de empresa y cuales no. Remarcó que la experiencia de los directivos es solo una parte, pero no el todo de lo que se cuece a nivel de lo que se considera una sana política de empresa.
Nos gustó mucho el resumen de cómo y en qué tenía que basarse un equipo directivo para elegir las características ideales en la política ideal de su organización.
En primer lugar, tras un buen análisis de cuales son los objetivos idóneos para la empresa, se trata de idealizar los diferentes caminos para llegar a los mismos, eligiendo entre ellos el o los preferidos para realizar las diferentes acciones, evaluando los resultados a priori en cuestiones tan sensibles como la eficiencia y los costes. O sea, que primero se definen los objetivos, luego se dibujan los diferentes caminos que nos llevan hacia la meta y a continuación se remarcan los que mejor se adaptan a un recorrido hacia la meta menos abrupto, costoso y con mayor garantía de éxito teniendo en cuenta las condiciones de nuestra gente y los recursos que se tienen en cada momento.
Nos corrigió tratando de que entendiéramos que no se trataba tanto de la solución óptima sino la que mejor se adaptara y entendiera en la organización y sus mandos. Concebir es importante, pero ejecutar bien es lo que verdaderamente importa. Y como siempre, lo mejor es enemigo de lo bueno. La orden no tiene por qué ser la mejor, pero sí debe ser completamente entendida, tanto a nivel proceso como a nivel propósito.
"Este tema siempre acaba resonando en mi cabeza".- pensé. La estrategia no es el papel, el documento, sino la parte de "hacer". Y esto es para todo. Ejecución es la meta, y no análisis, decisión o el plan en sí.
Hacer, ejecutar, rematar, marcar.
También, las políticas, deben ser el resultado de lo que generen muchos participantes y no un gran gurú solo o un pequeño grupo, tanto en la aplicación como en la concreción. Y es que esto de la participación no solo vale para la parte del análisis, sino para la parte de decisión y sobre todo, la de ejecución. Todos suman, en todas las etapas, pero si el movimiento se demuestra andando, y la ejecución es lo verdaderamente importante, los procesos no son cuestión de uno o dos, o un pequeño grupo, sino que el avance es cuestión de todos los componentes de la empresa.
Teníamos la meta, los objetivos, los caminos posibles y los favoritos que se adaptaban como un guante a los recursos de la empresa. Sabíamos que hacer estaba por encima de analizar o decidir, aunque estas fases previas podían avisar sobre posibles errores en los objetivos o en el trazado del itinerario hacia el éxito. Pero, ¿Cómo sabe la gente qué camino debe escoger?
No dejo Luisma esta parte fuera de la charla y puso el acento en que la política debe siempre ser fácil de comunicar. Esta característica contribuye a una formalización y elaboración de manera participada, pero no quita a que aun así, el mensaje haya que subrayarlo en cada acción, cada reunión, cada evento y de una manera continua, repetitiva y diríamos cansina; una y otra vez, por activa y por pasiva.
Todo esto no es sencillo, aunque las políticas lo sean, y menos si cabe cuando dentro de las mismas hay algún intento de viraje o cambio en la mentalidad de la plantilla.
No se trata de tener un objetivo o varios subordinados a la política, sino que la política debe perseguir de la manera más productiva a los objetivos que se hayan definido y a la verdadera meta.
Y por supuesto, y más en una época como la que hoy nos ha tocado vivir, nos hizo entender que nada es estático y menos la política de una organización que debe desarrollarse, crecer y evolucionar según vaya cambiando el marco general y las circunstancias particulares. Pero eso sí, siempre dentro de ese maco particular que favorezca encontrar soluciones eficientes y coherentes a lo largo del tiempo, independientemente de que condiciones, personas o departamentos vayan variando a lo largo de una época.
Nos dejó pensativos en una época que pide valentía y flexibilidad. ¿No estaba reñida esta parte con la constante necesidad de cambio? Mientras no esté suficientemente clara esa necesidad, nos indicó que siempre es bueno mantenerse fiel a los principios que definan la personalidad de la empresa.
Y esta es la parte que firmemente abrazaríamos, defendiendo lo que creíamos y avanzando hacia una meta que habíamos visionado todos juntos, caminando por un territorio que aunque desconocido y cargado de incertidumbre, nos atraía a todo el equipo. Habíamos comprado el propósito, como equipo, y por todo ansiábamos de alguna manera conseguir y disfrutar al final del camino del objetivo y sobre todo, de lo vivido, aprendido y crecido durante el mismo.
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