"Ninguna cosa despierta tanto el bullicio del pueblo como la novedad"
Francisco de Quevedo (1580-1645)
Escritor español
Hablé con Xavi el miércoles, en cuanto me enteré de que había dejado la empresa en la que había empezado a colaborar este enero, justo tras la Navidad del 21.
Era una persona que la Dirección del Departamento de Innovación le venía como anillo al dedo, tanto por su ya dilatada experiencia como por su habilidad para estar siempre pensando fuera de la caja, o mejor, hacer pensar siempre a su equipo de una manera sorprendentemente disruptiva.
Pero según me contó, el lunes en la reunión de dirección cayó la última gota que colmaba el vaso, y sobre todo, su paciencia.
Nuevamente, a pesar que la reunión había vertido buenos números de ventas, facturación, eficiencia y bajos costes de no calidad, al comentar un error de diseño en uno de los nuevos modelos que lanzaría la empresa el próximo otoño, resonó en los labios del máximo dirigente de la compañía la maldita pregunta:
¿Quién ha sido?Xavi lo tenía claro, y además por los últimos intercambios de información, todo apuntaba que no acabaría el año con esta familia, pero a decir verdad, no imaginaba que no saltaría el receso vacacional de verano.
Pero en estos casos, cuando el matrimonio no tiene nada en común, cuanto antes mejor.
Y es que el núcleo duro pensaba y actuaba entendiendo que todo se soluciona en el ámbito laboral con una mejor organización y metiendo más presión.
La receta está clara, comentaba el controller, muy orgulloso tras presentar los números del segundo cuarto y el acumulado semestral: "Orden y austeridad que nos devuelven eficiencia y rentabilidad".
Mientras, colaboradores y trabajadores apretándose el cinturón a la vez que una gran fuga de clientes, los cuales encuentran menos diferencias en el producto medio de mercado y un diferencial de precio complicado de defender.
En su web y en algún tríptico reza que sus altas capacidades de innovación la han alzado a un liderazgo en su sector difícilmente igualable por sus competidores; pero tras la cortina, podemos constatar que la receta tiene más que catalizadores, inhibidores del proceso de investigación, desarrollo e innovación.
Según comentaba, la innovación es débil y poco asentada en la cultura, por lo que nada mejora en el corto plazo, y a la mínima todo se derrumba, dedicando los pocos recursos que pandemias, disminución de la demanda e inflación constante de materias primas críticas, meramente en el día a día.
La situación no invita a cualquier cosa que no sea eliminar cualquier tipo de riesgo, por pequeño que sea. Lo de innovar es para los grandes, le decían los compañeros de dirección a Xavi, un día sí y otro también.
Su estrategia estaba clara; volver a lo que eran. Hacer lo de siempre. Pensar en sus raíces y no salirse de lo que saben hacer y les ha llevado hasta allí.
Reforzar y aflorar el control incluso en los procesos de innovación, y empoderar al sentido común en las decisiones sobre lo nuevo. Xavi piensa que esta parte estaba inscrita en el ADN de la empresa, pero que durante unas semanas, tras su contratación, hubo un esfuerzo de ocultar su verdadera cara, tan arraigada, imposible de cambiar sin catarsis de por medio.
Habían intentado disimular, y algo les duró el teatrillo, pero enseguida descubrió que no estaban preparados para tolerar el error, los fallos o el fracaso. Todo culminó en esa reunión en la que resonó la pregunta maldita, la cual resumía todo lo que le rondaba a Xavi por la cabeza:
¿Quién ha sido?
Todo lo que ocurría y la posición de la empresa cuadraba por lo que estaba viviendo. Para Xavi, había pensamientos incompatibles con lo que vendían sus jefes.
Pensaban que la innovación recae en un departamento o una única persona, y de lo que se trata es que la empresa completa debe estar orientada y ser innovadora. No se trata de fichar una estrella y pensar que se ganará la Champions...
Pensaban que el reconocimiento debe ser individual. Incentivar mediante recompensas individualizadas. Esa era su táctica de motivación.
Priorizaban procesos pesados y burocráticos. Lo importante debería ser la idea, no el documento, pero esta cuestión no era compartida por nadie en la alta dirección.
Y vivían obsesionados por el control. El policía del policía, del policía.
También se encargaban de generar dudas y paralizar lo nuevo pidiendo datos y más datos, a sabiendas que no había históricos, por lo que todo se dejaba en manos de presupuestaciones previsionales. Y recuerden lo que pasaba cuando se divisaba algo de riesgo.
En definitiva, planear mucho y ejecutar poco. Se necesitan ciclos ágiles, productos mínimos viables y prototipos rápidos lanzados para que sea el mercado el que dicte sentencia. Y por lo visto, Xavi no tenía, ni tendría, de lejos, nada de todo esto en su hasta el miércoles lo que era su empresa. Tenía claro que no estaba en el sitio adecuado por lo que buscaría aire fresco para respirar, navegar y seguir disfrutando del proceso de innovación; eso sí, donde le dejaran.
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