"Creo que un héroe
es quien entiende la responsabilidad
que conlleva su libertad"
Bob Dylan (1941-?)
Cantautor, compositor y músico estadounidense
No pocas empresas están luchando por minimizar las pérdidas, muy lejos de los objetivos marcados a inicios de este año, tras el descalabro provocado por el COVID19.
La tentación de mejorar resultados minimizando algunos recursos de departamentos indirectos encargados de funciones de soporte o de futuro planea en la cabeza de directivos orientados digamos al cortoplazismo.
Pero todavía quedan empresas que, aun golpeadas duramente también, siguen mostrando en su cuaderno de bitácora la de mantener su capacidad para atraer talento, desarrollarlo y prepararlo para generar valor.
La teoría indica que las personas son el principal activo de las empresas, pero poco de esto practican algunos directivos demostrando que no lo creen a pie juntillas, estudiando a la primera de cambio cómo recortar plantilla en lugar de seguir invirtiendo en su gente. Sin dudas, simplemente siguiendo el plan para continuar con el posicionamiento de su proyecto.
Dadas las circunstancias, seguir capacitando y empoderando a las personas es obligatorio. Desde mi punto de vista, las personas disfrutan aprendiendo, demuestran una extraordinaria capacidad de superación y la capacitación les permite mejorar individualmente, influir en los demás y generar valor en la organización donde trabajan.
Se trata de que nuestra gente se crea (porque es verdad), que su progreso es el progreso de la empresa, que su progreso es el avance de la compañía, que la preocupación por los resultados de la empresa son compartidos por su equipo y por sus colegas y al final, por qué no, acabar divirtiéndose mientras se esfuerzan por alcanzar el objetivo común.
Y esto no es posible si desde la cúspide no se es capaz de generar inspiración y pasión en el trabajo de sus equipos.
La diferencia es tener a gente que pasa por encima de la basura, sin preocuparse de eliminarla, dejando todo igual para que otro que venga detrás lo limpie (si no hace lo que el primero) o personas que no dudan en agacharse a recoger la basura en cuanto detectan que hay algo a mejorar, para dejar todo limpio y preparar el camino al que llega después...
Se trata de volcarse en inspirar en lugar de administrar o controlar. Es elegir consumir los recursos invirtiendo en la formación de las personas en contra de construir procesos de control que no hacen otra cosa que coartar o vigilar a las personas.
La clave, dar libertad a la vez que pedir responsabilidad. Solo con libertad dentro de un marco lógico de objetivos y propósito compartido dan sentido a valores como honestidad, compañerismo y compromiso común.
Estamos en una nueva era tras el famoso virus que ha cambiado todo, haciendo que el mundo se tambalee, y toca reconocer más que nunca que se necesita una urgente adaptación del modelo de liderazgo, grandes dosis de valentía y reconocer que la diferencia la marcan las personas de tu organización.
Haz que tu equipo se divierta, no se empequeñezca tras su ordenador o puesto de trabajo, asuma responsabilidad y mañana pueda decir que aprovechó la oportunidad que había detrás de la amenaza surgida de la nada este 2020, y pueda contar que participó en el desarrollo de un gran proyecto, a pesar de las circunstancias.
Haz que tu equipo se divierta, no se empequeñezca tras su ordenador o puesto de trabajo, asuma responsabilidad y mañana pueda decir que aprovechó la oportunidad que había detrás de la amenaza surgida de la nada este 2020, y pueda contar que participó en el desarrollo de un gran proyecto, a pesar de las circunstancias.
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