"Gobierna tu casa y sabrás cuánto cuesta la leña y el arroz;
cría a tus hijos, y sabrás cuánto debes a tus padres"
Proverbio oriental
Semana que termina con el adiós a este tibio y raro invierno dando paso a una primavera que ya nos irá contando cuánto de compleja nos acoge. Además, coincidiendo con las fiestas de las fallas en Valencia, para no dejar las coincidencias en dos, ha sido también el inicio de la Semana Santa, o sea, el Domingo de Ramos el que ha cumplido con todo ese galimatías formado por las fiestas relatadas.
Pero a resaltar sobre el resto se merece una mención especial la fiesta de este sábado que no ha sido otra que la de San José, en la que todos los Padres, o al menos la mayoría, han podido pasarla rodeados de sus hijos tras abrir los regalos realizados por los mismos (vaya artistas que tenemos en casa) disfrutando de la familia y recibiendo todo el cariño por parte de sus "creaciones".
Y es que no se me olvida la cara de mi pequeño (4 años) cuando durante todo el trayecto de vuelta de la hora que nos toca de natación por la mañana, cada sábado, me relataba una vez tras otra que tenía que tener cuidado al abrirlo porque era muy, pero que muy, delicado. Mejor aún, la cara que le brillaba cuando al romper con cuidado el envoltorio, aparecía una casa realizada en clase de plástica convenientemente pintada, barnizada y horneada para que se quedara como un azulejo muy artístico y perfecto para cualquier padre que desea recibir el cariño de sus hijos, yo le comunicaba que el trabajo le había quedado "perfecto".
Mientras, su hermana mayor, nuestra primera hija ya con 10 añitos recién cumplidos, se encargaba de adelantar sobre su regalo-sorpresa que era una tontería, pero que quería que me gustara. Era una mezcla de niñez y de los primeros vestigios de que se iba sintiendo mayor y por tanto no valoraba sus propias creaciones, sin entender que ese trabajo realizado con tanto amor en clase, dedicando ese tiempo a intentar asombrar a papá, era para cualquier padre lo mejor que le podía pasar tras tanto estrés, sufrimiento y en definitiva tanta lucha que nos depara esta vida nuestra.
Pero es que en nuestra vida, tanto como hijo como cuando nos toca ser pupilo en la parte laboral necesitamos siempre un referente, un mentor. La naturaleza lo demuestra, pero la experiencia lo confirma en nuestro día a día. Los hijos necesitan sus super-papás para avanzar en el camino de convertirse en personas (esperemos que nos mejoren, por cierto). Al igual que la conversión de junior a profesionales necesita de mentores, líderes y referentes que nos guíen en nuestro camino hacia el cumplimiento de metas y generando unas bases para construir grandes personas en la vida y en la empresa.
Todos recordamos cómo queríamos alcanzar a ser como nuestros padres; siempre nos ayudaban a rebasar nuestros límites, nos regalaban esos pequeños quebrantos de las reglas impuestas por mamá, nos acompañaban en los primeros panzazos al intentar tirarnos de cabeza en la piscina, en los primeros golpes de pedal (sin ruedecillas en la bici), etc...
Pero si recapacitamos, en las empresas, los golpes al aprender bicicleta, los riesgos compartidos al sobrepasar los límites y la capacidad de crear nuevas normas que mejoren nuestra organización, al menos al principio, siempre han venido de la mano de personas que aunque entonces no los reconocíamos, hoy en día sabemos que eran verdaderos padres laborales. Seguro que si cierras los ojos y profundizas en tus recuerdos, puedes vislumbrar esa figura guiando tus primeros pasos (incluso años), como un verdadero padre que hacía de tu camino un viaje más fácil, amortiguando difíciles decisiones y sobre todo generando una parte muy importante de tí; lo que ahora eres tú, con tus defectos y tus virtudes, con tus debilidades y tus fortalezas.
Y es que una madre siempre se siente satisfecha de que exista un complemento que ayude y complete la educación de un hijo, al igual que los conocimientos adquiridos en nuestras escuelas de secundaria y universidades sean aderezados con una dosis de acompañamiento de mentores en forma de experiencia y conocimientos obtenidos en el fragor de la batalla que nos genera la vida real. Gracias papás, gracias mentores...
Tan necesario como el cobijo es que nuestros padres/mentores nos abran a la vida. Necesitamos que nos abran los ojos también, enseñándonos lugares recónditos pero a la vez muy bellos. Este padre/mentor nos debe dirigir hacia la elección de amigos en el camino de la vida, tanto personal como laboral, haciéndolo en un ámbito de controlada libertad. Esta importante figura en nuestra vida nos impulsa en el juego de arriesgar, sabiendo que en determinadas circunstancias nos enseña la prudencia que se hace necesaria bajo ciertas premisas. Juega con normas más arriesgadas, pero menos cotidianas. Nos va enseñando los peligros que acechan, pero también las bondades que esperan a la superación de barreras, riesgos y en definitiva a las ventajas de alcanzar la cima de esa montaña tan imposible (en nuestras mentes) de alcanzar.
En definitiva, necesitamos esa REFERENCIA para aprender a distinguir lo justo de lo injusto, lo posible de lo imposible, lo bueno de lo malo. Y como no, mucho nos consuela su firmeza, su fuerza, su certidumbre en todos nuestros miedos, nuestros temores, nuestras dudas...
Sabemos que arriesgamos, sí, pero siempre están ellos de soporte, actuando como una red que nos genera seguridad y consuelo. Allí donde estén.
Para muestra, un botón y me permito sugeriros que dediquéis 3 minutos a ver el siguiente vídeo que evidencia todo lo escrito y si no cae en saco roto podréis usarlo como ejemplo varias veces al día desde el momento que lo veáis.
El vídeo de la semana: MI PAPÁ ES UN...
Nota: Gracias, gracias, gracias. Gracias Papá y gracias Mentor por haberme llevado hasta aquí. Gracias por ayudarme a creer que puedo y a querer seguir intentando ser como vosotros.
Hola EduSanchez, muy interesantes tus reflexiones, no solo aprendemos de esos golpes, que comentas, sino que de la propia crianza de tus hijos puedes trasladar muchas enseñanzas a tu función como mando medio o como jefes o como profesional. Precisamente, comentaba sobre esto, sobre lo que aprendí criando a mi hijo, en uno de mis post y si me permites, te dejo con el enlace http://disolgich.blogspot.com/2016/01/buen-directivo-buen-padre-5-lecciones.html, para complementar tus excelentres reflexiones. Saludos
ResponderEliminarHola EduSanchez, gracias por la parte que me toca de tu reconocimiento. Soy madre y mentora. Sé lo fundamental que es ejercer desde el corazón desde ambos lados y sé de los grandes beneficios que aporta a la educación de nuestros hijos tener un mentor que aliente, que sume y que fije la impronta de la labor que se comienza desde casa. He diseñado e impartido un programa de mentorías para estudiantes que sería un placer presentarte por si es de tu interés. Si te apetece conocerlos te invito a escribirme a yolanda@hechosdetalento.org.
ResponderEliminarUn saludo.