"Hay que considerar que ponemos nuestro corazón y nuestra alma en estos productos"
Steve Jobs
Semana de vuelta a la tarea que podríamos definir como completa, diversa y poco aburrida.
Tras la quincena de vacaciones tocaba el reencuentro con los compañeros de proyecto y continuar dibujando el producto que sin prisa pero sin pausa debe quedar completado para el final de este año y así poder medir durante el siguiente ejercicio hasta donde se podrá llegar en este nuevo mercado al que hemos sido llamados a construir, conjuntamente con otros actores con los que interactuamos y que son tan importantes y necesarios como nosotros, seguro.
Después, como estaba planificado, el miércoles tuvimos con la nueva empresa la puesta de largo en la Dirección General de Industria, realizando nuestro CEO una de las charlas en una jornadas relacionadas con una de nuestras unidades de negocio. La verdad, nuestra ponencia estuvo a la altura, y sin entrar en detalles (no interesaba) se le dio un repaso al estado del arte del negocio y algunas llamadas de atención a agentes del mismo que están algo aletargados y que son necesarios para ir construyendo el puzle, que aunque está cogiendo forma aun necesita de catalizadores que impriman velocidad y soporte al proyecto de una forma solida.
En otro orden de cosas, el jueves recibí una llamada de un amigo que me pidió que le echara un vistazo a un producto que tiene listo (según él) para la venta, pero quería que le analizara y de una forma constructiva, le indicara lo que me parecía. La verdad, todo sea dicho, tiene muy buena pinta. Ya conocía el concepto debido a que aproximadamente la primavera del 2014 me había mandado los primeros bocetos de su "business plan" y luego recibí un MVP, el cual también revisé y analicé con cariño.
Bueno, pues esa misma noche me puse con el chequeo, ya sabéis: funcionalidades, estética, cumplimientos de necesidades, etc... Pero me faltaba algo, y no sabía qué.
Repetí todas las pruebas, repasé todas las funcionalidades, todo iba bien, pero echaba de menos algún complemento que no me dejaba cerrar el informe. Hasta que lo encontré y en voz alta sentencié: "a este producto le falta el alma".
En el mundo de hoy la diferencia entre dos productos que a primera vista sirven para lo mismo y hace especial a uno de otro es el alma del producto.
¿Y qué significa que no tiene alma? me indicó mi amigo al día siguiente mientras hablábamos por teléfono.
Bueno, le expliqué, no es fácil indicar realmente el significado pero el diferencial de esos productos que sí que tienen alma es, entre otras cosas, que son muy seductores, enamoran al usuario y lo hacen de diferentes formas: a veces mediante el envoltorio o packaging, otras evocando recuerdos de la infancia, pero al final, todos estos productos diferenciados lo que consiguen es conectar sus valores y atributos de la marca con los del consumidor. Esto atrae al mismo y al sentirse identificado considera al producto como único e insustituible.
Amigo, le dije, no te quedes sólo en lo funcional. Intenta darle vida a tu producto y lograrás despertar en tus potenciales clientes emociones ofreciéndoles ese valor añadido que les hará decantarse por tu producto y no el de la competencia. Si puedes, crea una historia viva a partir de tu creación, posicionándolo en el mundo real de las experiencias vividas con personas de carne y hueso y tu producto también será parte de un éxito, seguro.
Hoy, ahora, no toca sólo que prueben tu marca y funcione; hoy, en este mundo tan global el personal tiene que comprar y sentir mientras consume y además, si es posible, contagiarse con su magia, en definitiva sentir su alma. En definitiva, el valor añadido no es más que esas diferencia entre el frío y el calor, la muerte y la vida, la insensibilidad y el sentimiento...
Entonces, desde el otro lado de la línea, mi amigo que dijo que me entendía, que estaba de acuerdo, pero que no sabía que hacer. Me preguntó qué es lo que podría hacer para complementar este cuerpo de hojalata que había creado para ponerle un corazón que lo condenara a culminar su trabajo y me pidió, si era posible, que le diera unos consejos.
Como siempre en estos casos, cuando no toca enfrentarse al maldito folio en blanco, para todos es más fácil criticar lo que otros han creado. Pero pasar de la crítica a la construcción de una serie de propuestas que mejoren lo que tenemos ante nosotros es más difícil. En este caso me limité a describir de forma objetiva lo que había sentido durante el análisis, o mejor dicho, lo que no había sentido y sí que le indiqué una serie de características que siempre tenían las marcas con alma:
- Todas ofrecen mucho más que simples atributos de producto.
- Las historias de las marcas con alma conectan con la psicología del usuario.
- Definen de manera clara sus ideales.
- Dotan al producto de un sentido de comunidad.
Por lo tanto, y para concluir le sugerí que haga del consumidor el centro de la historia, que lo convirtiese en el protagonista. Debes conectar con tus clientes transmitiendo pasión, emoción y motivación, estableciendo un vínculo que vaya más allá de un simple producto. No te quedes en la venta, mantén un contacto después y recoge su feedback; ésto te dará vida futura y lealtad con tu marca. Y para terminar, no seas opaco, los productos con alma, con sentimientos, expresan hacia donde se dirigen, indican sus objetivos, sus metas, sus ideales. En definitiva, son transparentes y claras.
Para muestra, un botón y me permito sugeriros que dediquéis 2 minutos a ver el siguiente vídeo que evidencia todo lo escrito y si no cae en saco roto podréis usarlo como ejemplo varias veces al día desde el momento que lo veáis.
Nota: Nada fácil conseguir dotar de alma a un producto en la práctica. Pero estaréis conmigo que merece la pena intentarlo. Se requiere tiempo, paciencia e ir aprendiendo de la interacción con nuestros clientes/usuarios. Por mi parte, me comprometo a intentar dotar de alma a lo que me toque diseñar, construir, crear...
No hay comentarios:
Publicar un comentario