"No ames lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser"
Miguel de Cervantes
(1547-1616) Escritor español
La semana ha transcurrido entre Madrid y la oficina, pero he de indicaros que al llegar al final de la misma me he sentido especialmente motivado. Por un lado, parece que la tendencia de pedidos sigue "in crescendo", con lo que el clima general comienza a tornarse optimista, lo que genera una suma de efectos positivos que poco a poco, se dejan ver en toda la organización.
Por otro lado, no se vosotros, pero yo me he propuesto no volver a mirar hacia atrás y aumentar la sensación de que tiempos pasados siempre fueron mejores. ¿por qué? Por que necesitamos crear, generar, sumar...
Y para ello, no vale quejarnos de esto y de aquello, de la suerte, o mejor dicho de la mala suerte, de lo que no nos dejan hacer, en definitiva, echarle la culpa a los demás.
Y es que es lo más cómodo, nosotros no tenemos nada que ver. Ya lo decía Emilio Duró con sabias palabras que transcribo de una forma no literal: "y está científicamente comprobado que, con lo grande que es el universo hemos tenido la mala pata de que Dios, la Naturaleza, el Destino y la Providencia o lo que sea se han fijado en nosotros y nos oprime, sin permitirnos levantar cabeza, generar riqueza o negocio, ni nada de nada. Así no es posible, no, todo el Cosmos contra nosotros y todavía necesitamos creer que hay alguna oportunidad".
Pero vamos al grano, que el tiempo es oro. Todo ocurrió el Jueves, día de la segunda jornada con nuestra querida multinacional con la que compartimos proyecto como distribuidores desde hace 6 años.
Durante toda la mañana, entre visita y visita, el responsable de la susodicha multinacional en España no dejó de quejarse de todo. Y cuando digo de todo, es que hasta parecía que los huecos de la carretera los había dispuesto el emperador.
Primero, el responsable de proyecto. Después, el de negocios internacionales, pasando por finanzas, I+D, producto, ventas especiales, etc... Pero siempre terminaba con su jefe, y he de deciros que se llevaba la peor parte.
Pero todo cambió, al menos yo vislumbré un rayo de optimismo y alegría cuando, volviendo del restaurante donde tocó almorzar hacia la oficina, en plena Plaza de Colón, nos enfrentamos por casualidad a Mario Alonso Puig. Mi compañero, se dirigió hacia él y tras un breve saludo, le indicó el nombre de una persona que debían tener como conocido común (dato importante cuando la persona "famosa" tuerce el gesto indicando que no sabe quién es la otra persona pero le contesta como si lo conociera), y tras un intercambio rápido de preguntas/respuestas se despidieron cortésmente.
Parece ser que éste personaje le inspiraba buena estrella, y la jornada de la tarde entonó una mejora en el clima general respecto al día anterior entre las partes. Además, mi colega me regaló dos libros de Mario Alonso, los cuales están orientados a la autoayuda, motivo por lo que en mi mente se planteaba un pensamiento, mientras agradecía y mucho el detalle del regalo, que no es otro que a mi entender los libros le hacían más falta a él que a mi.
Y hablando de ayuda, no puedo olvidarme del capitulo en el que el señor Puig nos habla sobre saltar el precipicio (del libro "Reinventarse, tu segunda oportunidad"), y nos cuenta la historia del águila que vivía como gallina desde que nació.
Es una gran historia y nos indica una gran verdad: aunque la vida y el entorno nos haga sentir y vivir de una manera, nosotros, todos, somos lo que somos, con independencia de estas circunstancias que nos hacen a veces comportarnos, vivir, hacer de una forma que no es fiel imagen de lo que realmente es nuestro YO.
También, a veces, toda esta forma de vida nos es más cómoda y aunque sabemos que nosotros estamos diseñados para otras lides, normalmente no existe motivo alguno para complicarnos e intentar ponernos a prueba en tareas o metas más allá de nuestra rutina diaria que pueden complicarnos muy mucho nuestra tranquila existencia.
Y es que mientras nos quedemos entre las gallinas, sabemos que nos pondrán de comer, nos darán refugio cuando lo necesitemos y aunque nunca podamos descubrir la belleza del mundo desde un punto de vista distinto, la zona de confort nos hipnotizará impidiendo que reconozcamos lo que realmente somos. El no sobresalir de la tribu, no nos ayudará a conseguir el éxito, pero no nos penalizará con etapas de sufrimiento que nunca faltarán durante el camino hacia los retos, en caso de elegir luchar dirigiendo nuestras vidas hacia grandes metas.
El mensaje final está claro, salta el precipicio, ya que el que tiene el potencial debe de aprovecharlo y no conformarse con las pautas marcadas desde el ambiente exterior. Pero sí que desde el punto de vista de la comodidad, salir de la zona de confort conlleva un gran riesgo, con lo que la mayoría de las veces se necesita de un agente externo que sirva como motor de arranque, el cual empuja a saltar, y a partir de ahí cada persona debe desplegar todo su arsenal de habilidades para enfrentarse al mundo de una manera más acorde a sus posibilidades.
Pero vamos al grano, que el tiempo es oro. Todo ocurrió el Jueves, día de la segunda jornada con nuestra querida multinacional con la que compartimos proyecto como distribuidores desde hace 6 años.
Durante toda la mañana, entre visita y visita, el responsable de la susodicha multinacional en España no dejó de quejarse de todo. Y cuando digo de todo, es que hasta parecía que los huecos de la carretera los había dispuesto el emperador.
Primero, el responsable de proyecto. Después, el de negocios internacionales, pasando por finanzas, I+D, producto, ventas especiales, etc... Pero siempre terminaba con su jefe, y he de deciros que se llevaba la peor parte.
Pero todo cambió, al menos yo vislumbré un rayo de optimismo y alegría cuando, volviendo del restaurante donde tocó almorzar hacia la oficina, en plena Plaza de Colón, nos enfrentamos por casualidad a Mario Alonso Puig. Mi compañero, se dirigió hacia él y tras un breve saludo, le indicó el nombre de una persona que debían tener como conocido común (dato importante cuando la persona "famosa" tuerce el gesto indicando que no sabe quién es la otra persona pero le contesta como si lo conociera), y tras un intercambio rápido de preguntas/respuestas se despidieron cortésmente.
Parece ser que éste personaje le inspiraba buena estrella, y la jornada de la tarde entonó una mejora en el clima general respecto al día anterior entre las partes. Además, mi colega me regaló dos libros de Mario Alonso, los cuales están orientados a la autoayuda, motivo por lo que en mi mente se planteaba un pensamiento, mientras agradecía y mucho el detalle del regalo, que no es otro que a mi entender los libros le hacían más falta a él que a mi.
Y hablando de ayuda, no puedo olvidarme del capitulo en el que el señor Puig nos habla sobre saltar el precipicio (del libro "Reinventarse, tu segunda oportunidad"), y nos cuenta la historia del águila que vivía como gallina desde que nació.
Es una gran historia y nos indica una gran verdad: aunque la vida y el entorno nos haga sentir y vivir de una manera, nosotros, todos, somos lo que somos, con independencia de estas circunstancias que nos hacen a veces comportarnos, vivir, hacer de una forma que no es fiel imagen de lo que realmente es nuestro YO.
También, a veces, toda esta forma de vida nos es más cómoda y aunque sabemos que nosotros estamos diseñados para otras lides, normalmente no existe motivo alguno para complicarnos e intentar ponernos a prueba en tareas o metas más allá de nuestra rutina diaria que pueden complicarnos muy mucho nuestra tranquila existencia.
Y es que mientras nos quedemos entre las gallinas, sabemos que nos pondrán de comer, nos darán refugio cuando lo necesitemos y aunque nunca podamos descubrir la belleza del mundo desde un punto de vista distinto, la zona de confort nos hipnotizará impidiendo que reconozcamos lo que realmente somos. El no sobresalir de la tribu, no nos ayudará a conseguir el éxito, pero no nos penalizará con etapas de sufrimiento que nunca faltarán durante el camino hacia los retos, en caso de elegir luchar dirigiendo nuestras vidas hacia grandes metas.
El mensaje final está claro, salta el precipicio, ya que el que tiene el potencial debe de aprovecharlo y no conformarse con las pautas marcadas desde el ambiente exterior. Pero sí que desde el punto de vista de la comodidad, salir de la zona de confort conlleva un gran riesgo, con lo que la mayoría de las veces se necesita de un agente externo que sirva como motor de arranque, el cual empuja a saltar, y a partir de ahí cada persona debe desplegar todo su arsenal de habilidades para enfrentarse al mundo de una manera más acorde a sus posibilidades.
Para muestra, un botón y me permito sugeriros que dediquéis 4 minutos a ver el siguiente vídeo que evidencia todo lo escrito y si no cae en saco roto podréis usarlo como ejemplo varias veces al día desde el momento que lo veáis.
Nota: Bonito final, pero compleja y difícil decisión. Al menos sirva para autodiagnosticarnos y medir nuestro potencial y en un futuro, ¿quién sabe si no seremos nosotros los que con la ayuda de un "naturalista" damos del salto?. ¿por qué no?