¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?
Blaise Pascal (1623-1662) Científico, filósofo y escritor francés
Segunda semana sin cole y parece que ha pasado un año. La verdad es que da tiempo a muchas cosas durante las vacaciones de Navidad, incluso se tienen ratos para pensar. Sí, pensar, no es un error, además de jugar con los niños, comer, cenar, pasear, comprar algún regalillo, comer, cenar... Da tiempo a pensar.
Hablando de cenar, la semana en curso, unos días antes de fin de año, tuve una agradable velada nocturna y coincidimos con dos amigos de la familia que por suerte o desgracia, según se mire y sobre todo según haya ido la jornada justo en el día que se lo preguntes, son empresarios. Eso sí, gracias a Dios, son de distinto sector, tienen distintos mercados geográficos en su cartera, distinto tamaño de compañía, procesos no asimilados y sobre todo, un enfoque de dirección antagónico.
¿Por qué me alegran tantas diferencias? Muy sencillo, señores y señoras, porque debido a las mismas no se monopoliza la postcena, y la conversación salta de lado a lado de la cancha, sin darle tiempo al aburrimiento y se aprende el doble con cada uno de los comentarios disparados por uno y otro sin parar. Y es que hubo un rato que os lo juro, parecía una final de Roland Garrós.
Como siempre, bueno, no, como de un tiempo a esta parte, en lugar de intervenir un gran porcentaje de tiempo en la conversación (el que me conoce sabe que me cuesta), decidí atender al máximo cada una de las interpelaciones de los contrincantes y me llamó la atención cómo aunque los temas iban cambiando, siempre el fondo de cada uno de ellos llevaba el mismo soniquete.
Uno de ellos, siempre hablaba de clientes con nombres propios, casi que sonaban a amigos, mientras el otro comentaba algo sobre la "facturación" (o sea, números).
El primero me indicaba algo sobre alguna meta conseguida por su equipo de producción, el segundo daba algún dato sobre "eficiencia o productividad" (o sea, más números).
A la derecha, se hablaba de socios regionales, a la izquierda cuota de mercado a través de agentes de zona. (más y más números).
En el oeste se disfrutaba con un par de proyectos nuevos de investigación, que aunque no habían terminado con el éxito esperado le había abierto las puertas de un pequeño nicho de mercado y le había permitido conocer varias empresas complementarias y muy posiblemente con grandes visos de poder generar algún nuevo negocio en el futuro.
En el este, nos deleitó (por decir algo) con no se qué del TIR de una inversión, que al final los números, que el que lo calculó, demasiado optimista, no te puedes fiar de nadie, etc... (requetenúmeros).
Al final, al día siguiente, durante la mañana, mi cabeza no dejaba de darle vueltas a la interesante jornada nocturna y ¡zas!, de repente conseguí darme cuenta que tuve ante mí dos formas muy, pero que muy distintas de gestionar un negocio.
Por un lado, tenía a un propietario/directivo obsesionado con las cifras, los métodos, la técnica y por otro, una persona que había decidido emprender un negocio, y hacerlo crecer a través de la gente. Pero no usándola como máquinas, no; sino usando a su gente conjuntamente con su "alma". Lo que al final es la única forma de generar unicidad en los objetivos, las metas y sobre todo en los logros tanto en el mundo empresarial, como, ni que decir tiene, en el mundo relacional.
Como siempre, bueno, no, como de un tiempo a esta parte, en lugar de intervenir un gran porcentaje de tiempo en la conversación (el que me conoce sabe que me cuesta), decidí atender al máximo cada una de las interpelaciones de los contrincantes y me llamó la atención cómo aunque los temas iban cambiando, siempre el fondo de cada uno de ellos llevaba el mismo soniquete.
Uno de ellos, siempre hablaba de clientes con nombres propios, casi que sonaban a amigos, mientras el otro comentaba algo sobre la "facturación" (o sea, números).
El primero me indicaba algo sobre alguna meta conseguida por su equipo de producción, el segundo daba algún dato sobre "eficiencia o productividad" (o sea, más números).
A la derecha, se hablaba de socios regionales, a la izquierda cuota de mercado a través de agentes de zona. (más y más números).
En el oeste se disfrutaba con un par de proyectos nuevos de investigación, que aunque no habían terminado con el éxito esperado le había abierto las puertas de un pequeño nicho de mercado y le había permitido conocer varias empresas complementarias y muy posiblemente con grandes visos de poder generar algún nuevo negocio en el futuro.
En el este, nos deleitó (por decir algo) con no se qué del TIR de una inversión, que al final los números, que el que lo calculó, demasiado optimista, no te puedes fiar de nadie, etc... (requetenúmeros).
Al final, al día siguiente, durante la mañana, mi cabeza no dejaba de darle vueltas a la interesante jornada nocturna y ¡zas!, de repente conseguí darme cuenta que tuve ante mí dos formas muy, pero que muy distintas de gestionar un negocio.
Por un lado, tenía a un propietario/directivo obsesionado con las cifras, los métodos, la técnica y por otro, una persona que había decidido emprender un negocio, y hacerlo crecer a través de la gente. Pero no usándola como máquinas, no; sino usando a su gente conjuntamente con su "alma". Lo que al final es la única forma de generar unicidad en los objetivos, las metas y sobre todo en los logros tanto en el mundo empresarial, como, ni que decir tiene, en el mundo relacional.
Para muestra, un botón y me permito sugeriros que dediquéis 9 minutos a ver el siguiente vídeo que evidencia todo lo escrito y si no cae en saco roto podréis usarlo como ejemplo varias veces al día desde el momento que lo veáis.
El vídeo de la semana: INVENTION LOVE
Nota: Y ahora que no nos oye nadie, esto sí que me lo comentaron en "petit comité". El matemático está metido en un lío, y no se si Dios lo va a salvar y parece ser que el otro, sí, el del corazón (así es como lo define su colega cuando no está él delante, por supuesto), está en una buena situación tanto financiera como en posicionamiento dentro de su sector e incluso en los últimos 3 años ha crecido por encima de 1 dígito, año a año, con la que está cayendo.
Esta claro que cuanto más corazón pongas en todo, mejor te irá, ni un ápice de duda
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