"El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu.
Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado.
Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo"
Friedrich Nietzsche (1844-1900)
Filosofo alemán
Desde el liderazgo se tiene la responsabilidad de generar un entorno, el cual sea propicio para hacer que el plan (con los replanes que conllevará) se vaya trazando y el proyecto, la empresa, o la carrera nos lleve a la meta.
Estoy convencido que hay entornos que alimentan y entornos que matan. Como un terreno o un jardín puede ser inhóspito o frondoso. Pero aún así unas condiciones idénticas, favorables o adversas, a dos personas, equipos, empresas o países, dependiendo de su actitud les permite un desarrollo y un resultado distinto.
Debe de cumplirse la ecuación de sumas y multiplicaciones en las que ambos, entorno y actitud, se alineen, y ninguna de ellas reste o divida, según sea el caso.
Sí que debemos saltar por encima del muro que nos ancla al terreno del no movernos. Y el pasado nunca tiene por qué determinar nuestro futuro. Aprendamos de él, pero no permitamos que sea una cadena que no nos permita movernos hacia un plan que nos mejore, individual y colectivamente.
Pensé en Bruno. Fue una post-comida muy larga. ¿Sabía quién era? ¿Sabía para lo que estaba aquí?
Está claro que como ser humano, siendo una especie hiper-social, siempre queremos pertenecer a un grupo, a una tribu. Sin ellos no se sobrevive, necesitamos a nuestra gente, necesitamos sentir y compartir emociones que son vitales para vivir; y todo esto se vive en la tribu. En nuestra tribu.
Resonó el viejo proverbio "solos llegaremos antes, juntos más lejos".
Otra pregunta: ¿ha elegido bien la tribu? Bruno no lo estaba pasando bien, por lo que el grupo elegido, su equipo, era su refugio. Tal vez una huida hacia delante, pero el resto del mundo no lo entendía.
Y pensé en la posibilidad de que estuviera sufriendo estrés crónico. El daño físico, mental, o social genera cortisol. Y el cortisol tiene que bloquearse con oxitocina. Y la oxitocina se libera cuando nos sentimos conectados. Y su situación necesitaba de personas que lo aceptaran, lo escucharan, lo entendieran, lo encumbraran. Pero, me volví a repetir de nuevo: "¿Ha elegido bien la tribu?
Llegué a la conclusión de que tuvo que borrar parte de él para que fuera aceptado por su equipo. Sí, quería sentirse querido, valorado, acogido, apoyado, acompañado; pero sobre todo, respetado.
Pero lo que había borrado era parte de su esencia, y ahora Bruno no era reconocible para los que tenían un plan superior para él. Y era momento de preguntarle si su nuevo entorno y adónde lo llevaba era donde quería ir o ni se lo había planteado.
Mucho discutimos de qué y cómo pensábamos. Tratamos de entender el cerebro, su plasticidad, y cómo el mismo se puede modelar a través del entorno que elegimos, o el que en algún momento nos toca vivir. Y ambos conocíamos el peligro de cambiar su plasticidad por rigidez, tal vez incluso por nuestras propias barreras que nosotros mismos nos autoimponemos. Y el peligro de ponerse en esos puntos de no retorno. Decisiones estratégicas que puede que no tengan la posibilidad de ir marcha atrás.
Lo que sí es un error era entrar en barrena en una posición de victima. Y se entreveía esta postura. Porque quedarse atrapado en la culpa es nefasto, y siempre en esta situación se acaba echando la culpa a otros de lo que ocurre, o incluso a uno mismo. No valgo, no valdré, o no valen, no valdrán. Lo comparé a estar atrapado en una tela de araña sin posibilidad de cambiar la situación, o ni siquiera intentarlo. Siempre buscando un culpable para todo. Y rematé intentando hacerle ver que el mundo está lleno de ignorancia y nos hacemos daño muchas veces sin darnos cuenta, por desconocimiento, a nosotros mismos y a los otros.
Pensé que lo difícil es frenar, parar el carro, y de manera activa tomar responsabilidad sobre nuestra vida. Si el entorno es favorable, mejor. Pero no siempre será así. En el mundo real, no.
Y si estás en la tribu correcta, te dirán lo que de verdad te interesa, lo que es mejor para ti; y desde la madurez se debe recibir el consejo sin que esto te afecte en negativo. Pero en el sitio incorrecto, con la gente incorrecta, solo escucharas cantos de sirena; y eso no interesa, por tu bien.
Y por supuesto, debemos entender que no vivimos en organizaciones anárquicas, sino donde hay reglas. Y las reglas deben estar y están para cumplirlas mientras no se cambien. Pero el que quiere lo mejor para ti no te fuerza y te propone que le prestes atención. No exige que vivas su vida, pero sí que vivas la tuya estando a tu lado para orientarte. Si cometes un error, en lugar de hacerte sentir mal, te pregunta lo que has aprendido. Y sí que se puede hablar de la técnica, pero también de las emociones. Y te apoya para evolucionar, y te enseña cómo las emociones negativas no tienen por qué dirigir tu vida, sino que conocerlas y adaptarse a las mismas esquivándolas en la medida de lo posible te permitirá avanzar, cayendo mucho, eso sí, pero levantándose cada vez más rápido y más fuerte.
Pensé en mis padres. Y en ese jefe que me impulsó. En casa (desde que nací) y en el trabajo desarrollaron en mí por aquel entonces las necesarias Raíces para crecer y Alas para volar. Ahora, en perspectiva, solo me sale la palabra GRACIAS.
Y le hice pensar a Bruno por sí mismo. Yo y mis circunstancias. Trabajo, conciencia, motivación, acción y la búsqueda de personas que estén en la misma frecuencia.
Y si detecto que el entorno, a la tribu en la que estoy, no me hace bien, ¿Cómo cambio la tribu?
Pues no hay otra que desde la acción. Porque algo sucede si empiezo a cambiar mis hábitos, mis lugares donde voy, y desde la proactividad de ese cambio, comienzan a aparecer nuevos amigos, nuevos compañeros de buena fe, buenos jefes, o buenos subordinados los cuales no exigen, sino proponen con firmeza.
Porque la fuerza de una propuesta deja espacio para decir "no". Al contrario que la exigencia, que nunca trae cosas buenas. Ante una imposición se obedece o por sentirse culpable o porque se tiene miedo de las consecuencias. Y esto no es válido cuando hay unas reglas. Las reglas, mientras que no se cambien, están para cumplirlas. Pero siempre debe haber un espacio para la propuesta de cambio.
Se trata de cumplir, de crecer, y de respetar el espacio de la otra parte, del otro departamento, de cualquiera de los estamentos internos de la tribu. Y también, por qué no, de decidir tener un espacio y un tiempo para estar solo, generar el estado de quietud, o en el otro lado aparece el problema de que aunque se esté con mucha gente la persona se siente sola, incomprendida, vacía.
Acabamos y antes de despedirnos le pregunté: ¿Qué necesitas? ¿Cómo quieres crecer? ¿Cómo quieres volar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario