"Si tenéis un minuto, intentad resumir vuestra pasado, brevemente, y sentiros orgullosos.


Después, enfrentando el maldito folio en blanco, dibujad vuestro futuro, con pasión, con ganas de hacedlo mejor.


Será vuestro mundo, vuestro camino..."

domingo, 22 de agosto de 2021

HUMILDAD, CENTRO DE UN LIDERAZGO COMPLETO

 "Para ser humilde se necesita grandeza"


Ernesto Sábato (1911-2011) 

Escritor argentino



Me llamó la atención que al responder sobre qué era lo más importante en su carrera que le llevó a afianzar su liderazgo, Enrique respondió el haber encontrado la humildad dentro de su forma de liderar personas involucradas en su proyecto.

Esperaba que hablara de carisma, visión, innovación, creatividad, pero lo de la humildad me indujo a prestar atención y adentrarme en la conversación que se cernía tras la comida frente a la playa, en aquel chiringuito que había acabado siendo la sede de tantas tardes de grandes clases maestras durante los días de descanso veraniegos. 15 años ya, desde la primera vez que coincidieron en esa playa tan concurrida, pero a la vez tan familiar.

Aclaró que la humildad no describe como rasgo a una persona débil, con falta de decisión o de confianza, sino que resulta vital para generar un liderazgo de nivel, efectivo.

En una primera instancia, alguien humilde está abierto al error, tanto a cometerlo como a entender que se pueda cometer por parte de su equipo. Con esta manera de afrontar la humildad, nos adentró en lo que se denomina liderazgo moral, siendo capaces de reconocer en nuestro día a día errores en la toma de decisiones, fallos en el trabajo o potenciales errores, por ejemplo, en el uso de la tecnología y potenciales peligros éticos inherentes a la misma.

En un mundo en el que el comportamiento egoísta normalmente lleva acompañado casos de éxito, la humildad es el verdadero contrapeso para generar el equilibrio que todo sistema necesita. Hacer crecer dentro de su forma de dirigir la humildad y la modestia le permitió admitir errores en la toma de decisiones, antes monopolizadas en su forma de hacer. También dejó su ego a un lado, pero sobre todo, le permitió empoderar al resto del equipo; esto es lo más potente que le otorgó la humildad para que el proyecto creciera de manera exponencial.

Surgió la polémica en cuanto al tema de si hay que nacer o se puede aprender, o hacerse, y Enrique dejó algunas notas sobre lo que llamó cultivar la humildad dentro de la organización. Claro, que era importante, en primer término, conocer en cada organización lo que significaba humildad en su cultura interna.

Lo que intentaba dejarnos caer era que para conocer el comportamiento deseable dentro de nuestra organización en cuanto al rasgo de la humildad, se necesitaba primero conocer la métrica que mediría el mismo, qué normas se construirían en base a esa cultura y cómo sería la selección (interna o externa) para identificar lideres que tengan ese rasgo dentro de sus talentos actuales o potenciales.

Si la humildad es un valor central dentro de nuestra misión como organización centrada en la excelencia, como primer paso se debe involucrar a directivos y mandos, comunicando su valor e importancia, así como invitar a toda la organización a actuar con este valor mediante el ejemplo visible, vía comportamientos y decisiones del día a día.

Pero lo difícil no es comportarse con humildad, mediante conductas y selección de mandos con este rasgo, sino ser capaz de medir retornos que relacionen el desempeño con esta manera de liderar. 

Aportación de valor al negocio, retorno de la inversión, etc...

No es sencillo, pero evaluar como valoran los empleados a líderes o jefes directos humildes, conocer si se elevan los niveles de compromiso de empleados que ven cómo la humildad es un rasgo característico de su empresa o cómo se responsabilizan de tareas delegadas de manera humilde y generando confianza podrían ser formas de medir diferentes al ROI, pero efectivas en la buena marcha de una compañía.

Hoy, en este ambiente incierto (puro VUCA), se necesita más que nunca empresas volcadas en la innovación, creativas y con poco miedo a lo desconocido, incluyendo el error en su forma de trabajo de creación de nuevos modelos de negocio, productos y servicios diferenciales; y este liderazgo moral, humilde, encaja como un guante a la mano, ajustándose a un estilo de trabajo en equipo centrado en la cooperación y la sensibilidad de los conocimientos de cada miembro del equipo puesto a disposición del conjunto de la empresa.

El líder auténtico es un líder humilde, sincero, modesto y abierto al éxito de todos en lugar de obsesionarse por el beneficio individual y la medalla única colgada de su cuello. El éxito personal y las ganancias materiales no están en la primera necesidad de su escala de valores, centrándose, en contra, en los intereses de su equipo, analizando situaciones y consecuencias de las decisiones en términos de sus efectos sobre los demás y sobre el conjunto, en base al propósito de la empresa o departamento que dirigen.



Beneficios de un liderazgo humilde; lo resumió, antes de darnos el último chapuzón, en empresa innovadora, con mayor índice de retención de talento y con una mejora de la integridad de los empleados de la misma.

No olvidando reconocerlo como valor central, comunicándolo de manera activa y generando comportamientos en base a este rasgo, y por último, como todo en esta vida, medir su efecto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario