"No podemos resolver problemas
pensando de la misma manera
que cuando los creamos"
Albert Einstein (1879-1955)
Científico alemán nacionalizado estadounidense
Pedro parecía siempre que lo tenía todo muy controlado. Era la característica que más me impactaba; poco estrés se denotaba en su forma de trabajar y mucho, pero que mucho temple en sus tareas cotidianas.
Daba gusto trabajar con él, cuando tocaba generar proyectos conjuntos entre nuestras empresas, ya que calma y buen hacer podían definir la buena armonía que generaba su forma de dirigir cada reto. Y no es que faltaran los problemas, que haberlos haylos, pero este director es un crack gestionando los hábitos propios y de su gente dentro de su círculo de influencia, muy bueno a la hora de poner en escena sus métodos de influencia y portentoso cuando le toca afrontar las adversidades que no controla.Le pregunté por su táctica ante los problemas, que como digo, le surgen a él y a cualquier mortal que le toque lidiar en este mundo cargado de incertidumbre y que trabaje con personas, a lo que no dudó en contestar y explicarme qué pensaba de los mismos y cómo había aprendido a gestionarlos.
Para empezar, los dividía en tres tipos para decidir como gestionar el problema que le llegaba: problema de control directo, de control indirecto y sin control posible.
El problema que caía en el área de control directo, el cual involucra a nuestra propia conducta, lo resolvía trabajando sobre sus hábitos, solo, con él mismo y buscando la solución en un cambio interior mediante técnicas como la proactividad, sabiendo cómo trabajar el orden y la verdadera magnitud del problema, delegando, y dirimiendo si los cambios y las soluciones le acercaban a su meta, ese target personal y de equipo que tan bien visualizaba.
Para explicarme como decidía encarar los problemas que caían en el área de control indirecto, los que dependían de la conducta de terceras personas, me indicó que una vez detectados que no estaban en el saco del control directo, no tenía más remedio que cambiar a otras personas; ardua tarea, como puedes comprender, amigo...
En este caso, había aprendido a cambiar y perfeccionar ya no sus propios hábitos, sino sus métodos de influencia en los otros. Empatía, persuasión, gestión del fracaso, encare del error, capacidad de liderar los retos, etc...
Me llegó a contar que había llegado a aprender casi treinta métodos para influir en sus equipos, jefes, colegas e incluso competidores y proveedores, lo que le hacía muy diferente a la mayoría de los humanos que solo cuentan en su repertorio, de inicio, con el razonamiento, y en caso de que el resultado del mismo no sea el apetecible, la lucha o el distanciamiento.
Pocas habilidades para un mundo tan cargado de interacción y falto de certeza, y no menos necesidades de "soft skill", como dicen los modernos.
A mí, por lo menos, se me abrió un mundo de posibilidades cuando detecté que no todo se reducía al ineficiente "ordeno y mando", o "¡firmes!", clásicos donde los haya, sino que era posible aprender y utilizar un mayor repertorio de métodos de influir para la resolución de problemas y generación de proyectos en los que necesitas a tu equipo para que realmente se hagan realidad, y no solo quedarse en un papel visionario, lo que los dejaría como un vago y simple sueño.
Quedaba el tercer tipo de problemas, los que están fuera de control, los que no podemos hacer nada, vaya; y tengo que decir que estaba algo intrigado en cómo resolvía Pedro este tipo, ya que desde mi punto de vista, pocas herramientas a priori se me ocurrían de mi lado.
Pero nuestro experto en resolución de problemas lo tenía claro. En este caso en lugar de cambiar hábitos, propios o ajenos, se trataba de cambiar actitudes. Sí, asumir la responsabilidad de cambiar nuestras actitudes ante lo adverso y fuera de los límites de lo controlable. Generar esas sonrisas que cumplen con el famoso: "al mal tiempo buena cara", aceptar realmente y de manera amigable la situación y aprender a vivir con algunas reglas, restricciones inamovibles, al menos en el corto.
"Queda claro que no les ganamos, ni eliminamos, pero al menos no permitimos que estos problemas tengan el poder de controlarnos a nosotros".- me decía con una sonrisa que muchas veces la había visto en su rostro, incluso en sus peores días.
Como colofón, ante los problemas que te llegan y te llegarán, no actúes por impulso, sin pensar, sino que primero etiqueta el marrón en uno de los tres tipos que nos ha enseñado Pedro. Una vez sepas si son de control directo, indirecto o sin posibilidad de control, trabaja en tus hábitos, los de tu ecosistema o simplemente, sonríe.
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