Cuando la vida te presente razones para llorar,
demuéstrale que tienes mil y una razones para reír.
"Anónimo"-
Esta semana empezaba en la oficina, sí, teníamos que terminar la segunda parte de las dos jornadas de formación planificadas. Muchas cosas nos ha dejado esta formación, pero me quedo con un consejo que el consultor daba a un compañero sobre cómo debía de actuar en estos tiempos para ayudar a la empresa, y además ayudarse a sí mismo. "Te aconsejo, sólo te aconsejo que trabajes todos los días y pongas el interés tal y como lo harías si fuera el último día que estuvieras en tu puesto, o sea, trabaja con la conciencia de que no tienes la oportunidad de dejarte nada para mañana". No hubo opción sobre el comentario, pero todos estábamos interiorizando tan sabias palabras.
A partir del martes, la gira de la semana; esta vez por Andalucia: Sevilla, Cadiz, Málaga, Almeria y vuelta a casa el Miércoles por la noche, "well done, my colleague" sonaba en mi cabeza mientras el tren volaba hacia el destino, y digo volaba porque en algunos momentos viajábamos a 270 km. ¡cuanto tren de vía rápida desaprovechado y sin uso de disfrute tenemos en este país, Dios mío!
Mientras, los trabajos pendientes que quedaron en el despacho allí estaban, impasibles, esperando su turno, si es que se tenía la oportunidad de rematarlos, porque no se sabe que deparará el día siguiente. Y esta vez, el destino nos tenía preparada una gran prueba a la empresa en general. La mañana del Jueves comenzaba como cualquier día, se vislumbraba eso sí una jornada ilusionante ya que era el último día del consultor que nos está ayudando en la implantación del sistema TPS e íbamos a recibir el informe final que nos marcaría al menos los próximos 4 meses, una guía que tendríamos que discutir para que fuera nuestra referencia en este futuro cercano que hemos elegido.
Como comento, el destino es caprichoso, y tras varios comentarios de que el año estaba salvado, que había que trabajar para el siguiente, etc... de repente, ZAS, un accidente en una zona de almacenaje de materias primas provoca un incendio de gran magnitud y la fábrica corre un gran peligro de quedar calcinada. No, no ofendamos a Dios, el futuro no lo conocemos ni lo podemos anticipar.
Una vez que la evacuación del personal se produce, todos y cada uno de los integrantes de la empresa actúa según el rol que los nervios le dejan: unos corren, otros se quedan inmóviles, otros buscan ayuda, y varios de nuestros compañeros se enzarzan en una lucha desigual contra las llamas y la cortina densa, densísima de humo, la cual provoca no sólo en las instalaciones interiores sino en todo el polígono un anochecer de mañana inhóspito y a la vez aterrador, que vaticina lo peor.
Al menos por mi mente y durante unos minutos que se me hacen eternos (los bomberos llegaron en 25 minutos pero nos parecieron 25 horas), pasan todos y cada uno de los momentos vividos en nuestra empresa, como en las pelis, a altas revoluciones: El primer día de trabajo, la certificación de calidad, la inauguración de las instalacíones, los records de producción anuales en épocas de bonanzas, las ampliaciones, las cenas de Navidad, las convenciones, la desaparición de algún compañero que seguro nos estaba ayudando desde el cielo, etc...
Este hecho nos ha recordado a todos que nos tenemos que sentir agradecidos con lo que tenemos y sobre todo, VALORARLO, ya que durante la mañana del Jueves, todos y cada uno de los que hemos vivido este incendio hemos sentido mucho miedo de perder nuestra empresa, y con ella una gran parte importante de nuestra vida.
Para muestra, un botón y me permito sugeriros que dediquéis 3 minutos a ver el siguiente vídeo que evidencia todo lo escrito y si no cae en saco roto podréis usarlo como ejemplo varias veces al día desde el momento que lo veáis.
Nota: sólo las personas que viven una inundación, un incendio o un desastre que les deja de manera fulminante al borde del precicipio pueden apreciar la vida y la oportunidad que les da la misma. El resto, no la malgastemos sino vivámosla como si fuera nuestro último día. Para terminar, GRACIAS a los que habéis apagado el incendio y GRACIAS a la propiedad que ha sabido darle la importancia que tiene lo que habéis hecho, felicitando a cada uno de vosotros que nos habéis permitido seguir trabajando en nuesta empresa con vuestra valentía.
El vídeo de la semana: EL ULTIMO DÍA
Nota: sólo las personas que viven una inundación, un incendio o un desastre que les deja de manera fulminante al borde del precicipio pueden apreciar la vida y la oportunidad que les da la misma. El resto, no la malgastemos sino vivámosla como si fuera nuestro último día. Para terminar, GRACIAS a los que habéis apagado el incendio y GRACIAS a la propiedad que ha sabido darle la importancia que tiene lo que habéis hecho, felicitando a cada uno de vosotros que nos habéis permitido seguir trabajando en nuesta empresa con vuestra valentía.
Me alegro que todo acabará bien y que no hubiera ningún herido en el incendio. Lo material se puede sustituir. Se nota que aprecias tu empresa y a tus compañeros. Saludos.
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